Queridos carlistas,
Junto a todos vosotros, he recibido con profunda tristeza la noticia de la retirada del monumento al Requeté Herido en la Abadía de Montserrat. La repentina y silenciosa naturaleza de la decisión, que no ha dado lugar a plantear ningún tipo de alegato ni defensa del conjunto, me resulta tan incomprensible como a vosotros.
El desconocimiento histórico demostrado por las autoridades que han tomado esta decisión es difícil de entender, y añade estupefacción a la indignación. Quiero ser muy claro: ha sido una decisión errónea, precipitada y dolorosa.
Por las filas del Terç de Nostra Senyora de Montserrat pasaron unos 1.600 hombres. Sus integrantes, en su gran mayoría catalanes que tuvieron que escapar de su tierra por la persecución religiosa, defendieron en un contexto caótico y difícil sus ideales católicos.
Por esos mismos altos ideales, y siguiendo a mi abuelo, murieron muchos de ellos, enviados frecuentemente a primera línea de batalla donde más altas eran las bajas. Con la tranquilidad y firmeza que solo la fe les pudo dar, los requetés aguantaron persecuciones antes de la guerra, sufrieron el dolor de la lucha fratricida, y aún se vieron perseguidos de nuevo al acabar la contienda.
Por más que así se haya planteado desde algunos partidos de todo el espectro político, cabe recordar lo que todos sabemos: los requetés del Terç, a quienes este monumento homenajeaba, no eran franquistas ni murieron por Franco. Al querer igualar – y confundir – a los requetés con el franquismo, algunos adoptan la misma propaganda que el régimen franquista impuso y que tanto daño ha hecho desde entonces al carlismo, siéndole ésta totalmente ajena.
Pasar en apisonadora por la historia, allanando el camino para simplificarlo todo y distinguir entre buenos y malos, nos impide entender bien los sucesos del pasado y aprender de ellos. Retirar el monumento al requeté y la simbología carlista por ser franquista es no entender lo primero y banalizar lo segundo.
Con todo, no solo el qué debe ser criticado, sino también el cómo. La nocturnidad y sorpresa de la retirada son completamente contrarias al modo de actuar que se había mantenido por parte de las autoridades civiles hasta ahora. Sin aviso previo ni notificación pública alguna se ha procedido al desmantelamiento de una pieza monumental muy significativa para mí, mi familia y todo el pueblo carlista. En efecto, no se ha hecho pública ninguna negociación ni oportunidad de intervención pública, por lo que no podemos más que sorprendernos ante unos hechos consumados. Este no es el proceder que debemos esperar de nuestros gobernantes.
Finalmente, no debemos dejar de lado el porqué de esta decisión. La retirada del monumento, de la figura visible del requeté herido, ¿nos hace más sensibles al dolor de las víctimas republicanas? ¿Nos ayuda a fomentar la unidad en la diversidad, a curar heridas históricas, a entender mejor nuestro pasado reciente? No.
Lo que consiguen los responsables de estas decisiones, quizás con la mejor de las intenciones, es empujar a los ciudadanos al frentismo y la discordia, simplificando la memoria histórica y forzándola hasta hacerla irreconocible. En vez de interesarse por la riqueza y profundidad del requeté, se le caricaturiza para convertirlo en un villano irreal. Pero los hombres homenajeados hasta la semana pasada en Montserrat son padres, abuelos y bisabuelos de muchos de nosotros, y de otros muchos que quizás ni saben las historias que esos ojos vieron. ¿Y su memoria?
Así pues, sin poder entender ni compartir el qué, el cómo ni el por qué, debemos condenar enérgicamente la retirada del monumento. La última propuesta del monasterio – contextualizar la estatua adaptando la placa informativa – era inclusiva, abierta y conciliadora. Su desestimación supone una gran pena para muchos, además de una pérdida inmensa en cuanto al patrimonio de todos.
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Pero donde grande es la pena, más grande debe ser la esperanza y el trabajo.
Nos toca a nosotros seguir recordando y defendiendo la memoria del Terç de Nostra Senyora de Montserrat y de todos los que por él pasaron. Ante cualquier intento de convertirlos en fanáticos franquistas, politizándolos en un sentido u otro, debemos honrarles como lo que fueron y son: católicos, carlistas y heroicos. La memoria histórica no puede ser un arma arrojadiza que condene al olvido de la historia a cuantos produzcan alguna tensión en el gobierno de turno.
En este sentido os animo a mantener viva la memoria de los requetés y del carlismo, así como su profunda actualidad. Ya sea estudiándolo e investigándolo, como hemos empezado a hacer recientemente en la Universitat Rovira i Virgili, colaborando en asociaciones o participando en la vida pública, los carlistas de hoy debemos hablar por, y defender a, los carlistas de ayer. Porque cuando más fuertes hemos sido es cuando más nos han perseguido.
I a tots els catalans, us vull fer arribar un missatge particular. Sense comprendre el Terç de Nostra Senyora de Montserrat no podem entendre mai el que és, fou i serà
Catalunya. Deixar-lo caure en l’oblit i estigmatitzar-lo no és només una afronta als carlins, sinó una manera de girar la cara a un element essencial de la nostra historia.
Catalans de cada racó de la seva terra, conduïts a l’exili per la persecució religiosa, van donar valentament la vida. El seu sacrifici i la seva fidelitat ens han d’interpel·lar a tots, perquè només entenent-los i honorant-los podrem interpretar veritablement les nostres últimes dècades.
A la meva última visita a Catalunya, vaig poder compartir amb molts el meu amor per aquesta terra, compartit pel meu pare i pel meu avi, i per tots els nostres antecessors. Amb ells i amb tot el Terç, us encomano la preservació de la nostra memòria històrica per a que mai es perdi. Visca la Mare de Déu de Montserrat!
La Haya, a 18 de enero de 2022
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