Belfast (Irlanda del Norte, Reino Unido) – El protocolo de Irlanda del Norte es un acuerdo entre el Reino Unido y la Unión Europea en el marco del Brexit para evitar el regreso de una frontera física en la isla de Irlanda y preservar el Acuerdo de Paz de 1998.
Según sus términos, la región británica de Irlanda del Norte se mantiene de facto dentro del mercado único europeo, lo que implica realizar controles aduaneros a las mercancías que llegan procedentes del resto del Reino Unido, una solución que indigna a los unionistas, apegados a su pertenencia a la corona británica.
Tensiones entre Londres y Bruselas
El protocolo norirlandés es uno de los principales focos de tensión entre Bruselas y Londres. Este último exige que se renegocie en profundidad. En concreto, el Reino Unido quiere que se suprima el derecho otorgado al Tribunal de Justicia de la UE para supervisar su aplicación, sustituyéndolo por un arbitraje internacional. Bruselas se niega, proponiendo sólo ajustes y las discusiones siguen en punto muerto, aunque el tono se haya suavizado recientemente.
Sin embargo, Londres sigue agitando la amenaza de activar el artículo 16, una cláusula de salvaguardia que prevé la suspensión de determinadas disposiciones en caso de grandes perturbaciones, lo que hace temer una guerra comercial entre el Reino Unido y la UE.
Estados Unidos se implicó en el asunto, expresando el apego del presidente Joe Biden -de raíces irlandesas- al protocolo como salvaguarda del Acuerdo de Paz y dando a entender que un acuerdo comercial entre Londres y Washington sólo sería posible si se preserva la paz de Irlanda del Norte.
Opiniones opuestas en Irlanda del Norte
El protocolo es también fuente de tensión política dentro de la región británica, entre republicanos y unionistas, que durante tres décadas se enfrentaron en un sangriento conflicto que dejó más de 3.500 muertos.
Este nuevo descontento provocó varias noches de violencia a principios de abril y obligó a dimitir a la primera ministra unionista norirlandesa, Arlene Foster, víctima de una rebelión en el seno del partido DUP. Fue sustituida en junio por Paul Givan, de la misma formación.
Las empresas de Irlanda del Norte critican el papeleo que deben realizar para comerciar con el resto del Reino Unido y piden que se simplifique el protocolo. Pero muchos empresarios norirlandeses aplauden que se mantenga el acceso abierto al enorme mercado europeo, vetado a las empresas de la isla de Gran Bretaña.
Comercio perturbado con Gran Bretaña
Se culpa al protocolo de las dificultades de suministro en Irlanda del Norte, a pesar de que se han establecido y ampliado periodos de gracia en los controles aduaneros para algunos productos, como ciertas carnes refrigeradas y medicamentos.
Aunque hasta ahora se ha evitado la «guerra de la salchicha» entre Londres y Bruselas que anunciaban algunos diarios británicos, preocupa la situación en la región una vez que se aplique plenamente el protocolo.
La UE asegura querer encontrar «soluciones prácticas a los problemas reales a los que se enfrentan las personas y las empresas de Irlanda del Norte», según el vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic, que habló en el parlamento regional de Irlanda del Norte a principios de diciembre. Pero el ya exministro británico encargado del Brexit, David Frost, afirmó que «la brecha entre nuestras posiciones sigue siendo amplia» y que la suspensión del protocolo continúa siendo una opción.
Frost abandonó el gobierno británico el 18 de diciembre, tras una rebelión del partido sobre los nuevos frenos al coronavirus y una humillación en las elecciones parciales. El primer ministro británico, Boris Johnson, nombró en su lugar a la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss.
¿Qué coste tiene para Irlanda del Norte?
Según datos regionales experimentales publicados a finales de noviembre por la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) británica, la economía de Irlanda del Norte se está recuperando de los efectos de la pandemia más rápidamente que otras partes del Reino Unido.
Pero el protocolo podría costar un 2,6% al PIB de la región a largo plazo en comparación con un escenario sin Brexit, según un reciente estudio del instituto Fraser of Allander de la Universidad de Strathclyde en Glasgow. La causa es la fricción en el comercio entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña, su principal socio comercial. Pero el estudio señala que su impacto podría moderarse gracias al aumento del comercio con la UE.
Para el conjunto del Reino Unido, el coste a largo plazo del Brexit podría ascender al 4% del PIB, según una estimación de la agencia de previsión de presupuestos públicos del gobierno británico.
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