Nuestros políticos y líderes, siempre tan oportunos, llevan bastante tiempo recordándonos, constantemente, que tenemos un enemigo en común, un enemigo invisible. El problema es que, nuestros gobernantes, no sólo se equivocan de enemigo, sino que varios de ellos han contribuido, a través de leyes perversas, a su fortalecimiento. Basta que observemos la situación moral de las sociedades occidentales, para que lleguemos a la conclusión de que el mediático virus es, un problema diminuto si lo comparamos con la depravación moral de nuestra sociedad, que ha diferencia del virus, es ya más que visible, para quien tenga ojos y quiera ver. Tanto, que nuestro enemigo, sumando adeptos y ganando batallas, sobre todo en las últimas décadas; se encuentra actualmente lo suficientemente fortalecido como para empezar a mostrar, al menos su sombra. 

La última, y quizá más escandalosa prueba de ello es el “programa educativo” extracurricular para primaria (“After School Satan Club”), que se ofrece en el distrito escolar de Illinois y es patrocinado por el Templo Satánico de los Estados Unidos.  Sin embargo, ésta no es la primera vez que los satanistas dirigen sus mortales balas hacia los más inocentes. Ya en el 2015, en el condado de Orange, Florida, intentaron distribuir un libro de actividades infantiles con temas satánicos. 

En el 2014 la Universidad de Harvard programó una misa negra dentro de sus instalaciones. Esta, fue cancelada gracias a las contundentes protestas. No obstante, meses después, en el Centro Cívico de la ciudad de Oklahoma, se realizó la primera misa negra satánica abierta al público en general. 

En Julio del 2015, el templo satánico consiguió que en la ciudad de Detroit se colocara una estatua de Bafomet. Y la navidad pasada instaló en el capitolio del estado de Illinois una escultura de horrible aspecto representando a un Bafomet bebé. Y como el diablo no descansa, en Scottsdale, Arizona se llevará a cabo, en febrero, una conferencia satánica en la cual los organizadores tienen la intención de «consagrar» la ciudad a Satanás con una misa negra. 

El satanismo abierto no es, desafortunadamente, algo característico de Estados Unidos. En Europa, la ceremonia de inauguración del túnel de base de San Gotardo, en Suiza, en el 2016 fue un ritual, no sólo soez, sino abiertamente satánico. El aplauso unánime de varios dignatarios europeos al final de la representación fue al menos tan terrorífico como el diabólico espectáculo. 

En España, la Cruz signo de contradicción, sigue siendo objeto de la más perversa persecución. Son varios los casos de celebridades y hasta políticos que persiguen abiertamente el cristianismo llegando hasta a la blasfemia pública. A esto, se suma el silencio, ante tamaña afrenta, de aquellos que por su posición deberían pronunciarse abiertamente en contra de tales ultrajes.

En Francia, México, Canadá, Costa Rica, Chile, el ataque a las iglesias y a los sacerdotes son cada vez más frecuentes. En fin, que ya es raro el rincón del planeta en el cual la Santa Religión no sufre persecuciones.

De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Oxford, el satanismo es la corriente de más rápido crecimiento en los Estados Unidos. Al grado que el investigador británico Dr. James Phillips, de la mencionada universidad, dice que, al menos el 10% de la población estadounidense sigue de alguna manera este movimiento. 

El cada vez más abierto y notorio respaldo y hasta promoción de muchos de los ricos, famosos y célebres a este movimiento, ha jugado un papel clave. Y de acuerdo con el Dr. Phillips: «los medios de comunicación que impulsan la agenda satánica intentan normalizarla y atraer a los tipos no típicos a su redil». Un artículo de los Ángeles Times en el 2018 y otro un año más tarde en The Guardian, el periódico liberal más grande del mundo, ambos enalteciendo el satanismo, así como el catálogo en línea, de alrededor de 440 artículos de mercancía demoníaca, de la multinacional tienda de almacenes Walmart, es un claro ejemplo de esto. 

Desafortunadamente, el ocultismo, movimiento que a través de oscuras y siniestras prácticas como la magia, la adivinación y el espiritismo se busca poder, conocimiento y control, se ha puesto de moda, a nivel mundial, entre muchos jóvenes a través de juegos, documentales, películas, libros y de manera muy especial a través de la música y la influencia de las celebridades, así como del movimiento llamado, “nueva era”, con sus peligrosos rituales panteísticos y sus múltiples ídolos. 

El satanismo por otro lado, con sus muchas y diferentes facetas, que van desde los abiertamente adoradores del demonio hasta los aparentemente “inofensivos” libres pensadores, varios de los cuales toman a Lucifer como modelo de rebeldía y autonomía, va ganando adeptos bajo una máxima en común, la autonomía del hombre como valor supremo. Así, la voluntad de poder nietzscheniana, que busca colocar al hombre en el lugar que sólo corresponde a Dios, ha ido ganando simpatías en un mundo que, al glorificar al hombre reincide en la rebelión luciferina en abierto desafío a Dios. 

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Nuestra sociedad, en nombre de la tolerancia, la inclusión y el respeto, se ha puesto a dialogar con el mismo diablo, como Eva. Como ella, y como todo aquel que fraterniza con el enemigo, hemos perdido. Así, hemos visto, a través de estas últimas décadas, no pocas veces con glacial indiferencia, como nuestros gobiernos han legalizado varios crímenes que claman al cielo. 

El enemigo invisible, esa antigua serpiente, ha seducido al mundo disfrazado como ángel de luz haciéndonos creer que podemos “acomodar” a Dios a nuestros deseos, voluntad y hasta caprichos. Que podemos ser de Dios y del mundo y que no hay oposición alguna entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena. Creyendo ingenuamente en la falsa premisa de que la humanidad ha ido mejorando física, intelectual y espiritualmente, hemos divinizado al hombre de hoy, cuyos deseos y aspiraciones los hemos puesto sobre los preceptos divinos.  

Actualmente, el diablo anda suelto y campa cómodamente en una sociedad que ha dejado de luchar contra él. Sin embargo, nuestro invisible enemigo, sintiendo ganada la batalla, empieza a mostrar su verdadera cara dejándonos adivinar al demonio que acecha dispuesto a destrozarnos. Su presencia es ya tan evidente que es imposible ignorarla. Pretendiendo ser Dios queremos hasta cambiar la naturaleza humana. 

No podemos seguir viendo como nuestro enemigo levanta ferozmente la cabeza dispuesto a devorarnos. Basta que miremos un poco a nuestro alrededor para darnos cuenta del abismo al que nos ha conducido el habernos hecho eco del luciferino, “non serviam”, no serviré. 

Es hora de exclamar como San Miguel Arcángel, “Quis ut Deus”, quién como Dios, y empezar por reconocer que el hombre por sí mismo no es nada y que todo lo que somos lo debemos a Dios, a Quien le debemos total obediencia, gratitud y adoración. 

Tengamos siempre presente la frase de San Agustín: “Fue el orgullo lo que convirtió a aquellos ángeles en diablos, es la humildad que hace de los hombres ángeles”. Y dirijamonos constantemente al Padre, con las palabras que el mismo Cristo nos enseñó: “Fiat voluntas tua sicut in caelo et in terra”, hágase Tu voluntad, así en el cielo como en la tierra. 

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