“-¡Cristo sí, la Iglesia no!”
“-¡¡Dios sí, Cristo no!!”
“-¡¡¡Dios ha muerto … Dios jamás existió!!!”(Tres violencias del alma … condensadas en tres gritos)
José Antonio Bielsa Arbiol nos presenta uno de esos libros de lectura necesaria, pues ya el título “Cristofobia” anuncia lo acertado de las tesis del autor. En numerosos medios de comunicación se habla machaconamente de cristianofobia, y además se reducen los ataques cristófobos simplemente a la quema de iglesias, a la destrucción o maltrato de objetos de culto, y a la persecución, o en su caso muerte, de cristianos ya sean laicos u ordenados, sin embargo el término correcto es cristofobia pues los perseguidos no somos los cristianos, sino que el verdaderamente perseguido es Nuestro Señor, y los ataques cristófobos no solo quedan reducidos a la agresión o destrucción física, sino que los principales ataques son los dogmáticos, y los litúrgicos, y en esos ataques gran parte de la jerarquía religiosa tiene algo que decir.
El objeto de la cristofobia, como creación satánica, es Dios a través del hombre, pues se quiere derrotar al creador a través del derribo de su obra. El atacado es Dios, a través del hombre, pues Satán sabe que vive bajo el imperio de Dios, y sabedor que de ese imperio no puede escapar trata de acabar con la criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, salvo en el pecado: el hombre.
Tal y como ya hemos referido, algunos tratan de reducir la cristofobia al ataque de los objetos físicos, y los fieles cristianos, sin embargo, la cristofobia es mucho más, es la negación absoluta de Dios, tanto de su imperio social, como de su creación. Que la sociedad moderna ha rechazado a Dios es ya una evidencia que no necesita demostrarse, sin embargo, algunos parecen no tener claro que la negación a Dios también se está produciendo por parte del pueblo cristiano que ha asumido los dogmas revolucionarios y liberales. En este sentido resulta sumamente gráfica la forma de celebración de la Santa Misa en el Novus Ordus, pues el celebrante de la espalda al tabernáculo, igual que la sociedad da la espalda a Nuestro Señor.
Javier Navascués Pérez acierta en el prólogo de la edición, al decir que «la cristofobia no es un subproducto “casual”[…] se trata de una ingeniería social sutilmente diseñada desde las logias masónicas», pues estamos ante un ataque planificado a la vida del espíritu primeramente, y secundariamente al cuerpo físico de la Iglesia en su estructura visible. Y por desgracia en este ataque la jerarquía católica también está jugando su papel por cuanto el modernismo ha envenenado la sana doctrina, y los pastores parecen más interesados en liderar una ONG, que en pastorear a un rebaño necesitado de la palabra de Dios.
Acierta Bielsa al referir que «la cristofobia, en cuanto fenómeno degenerado típicamente posmoderno/neopagano, arraiga y prolifera en sociedades opulentas donde la moral (reblandecida y abotargada por venenos liberales, arteramente dosificados por los enemigos de la Iglesia) sucumbió –tras siglos de corrupción imparable- a las consignas de los nuevos credos de fe laicistas, sincrético masónicos y revolucionarios (bien propios de la previa era moderna, jacobina- iluminista y más adelante, marxista- leninista)», pues la Revolución, y el liberalismo como su hijo más aventajado, tiene un único objetivo: la emancipación de Dios, y ha utilizado históricamente el engaño de la falsa libertad como banderín de enganche, sin embargo, ya en este siglo XXI a pocos se les escapa que la libertad proclamada por los dogmáticos revolucionarios supone la esclavitud del género humano. En este sentido es necesario recordar que precisamente el liberalismo es la herejía universal, pues las comprende todas, y todo liberalismo es herejía, incluso el mal llamado liberalismo católico. Ya los pensadores clásicos del tradicionalistas del siglo XIX nos advirtieron del riesgo de los llamados partidos de centro, o partidos conservadores, que creían ser capaces de mantener los principios revolucionarios a la vez que los principios católicos, sin percibir que es imposible el maridaje entre dos ideas completamente contrarias.
Precisamente una de las mayores maquinarias de cristofobia es la legislación liberal, y no solo los derribos de cruces, la quema de iglesias, y el martirio y persecución de los católicos. La facultad de dictar leyes de obligado cumplimiento, ya sea por la convicción de los administrados, o por el uso de la violencia institucional, es la que ha permitido al liberalismo normativizar la vida de los pueblos según los principios satánicos; ejemplos tenemos muchos, así la regulación cristófoba de los planes de estudios, la regulación de los nefandos crímenes del aborto y la eutanasia, la regulación del matrimonio civil, la institucionalización del gaymonio … En este sentido no ha sido la violencia física la principal arma para la destrucción de la sociedad tradicional, sino el Boletín Oficial del Estado, los diferentes organismos europeos, la ONU y todo su entramado en el ámbito internacional. Precisamente esa legislación anticristiana tiene como principal objetivo la eliminación del pecado de la vida espiritual, y elevar la voluntad a un estado superior sin atender ni a la ley natural, ni a la razón, institucionalizándose en la legislación y en las estructuras sociales el pecado, produciéndose una transferencia del mismo del individuo a la sociedad.
No obstante, aunque estamos envueltos en este ambiente anticristiano, tal y como nos recuerda Bielsa, la esperanza es posible por cuanto por ser obra satánica la cristofobia no es una unidad y no puede ser considerada como un todo, y aunque parezca ocupar la totalidad del espacio público, todavía es posible la resistencia, pues la ocupación del espacio público es solo aparente ya que la ley natural sigue impresa de manera permanente en cada hombre, por lo que la resistencia y la contrarrevolución todavía es posible pues mientras el mundo da vueltas, la cruz permanece fija y estable. Precisamente esa falta de dominio de Satanás y su revolución es la que provoca que la revolución cristófoba sea especialmente horrible con la Religión Católica, pues los poderes oscuros saben que los valores de la tradición tienen la fuerza y la capacidad expansiva que siempre da la verdad. En este sentido José Antonio Bielsa nos recuerda que «la revolución cristófoba y anticristiana es prevalente por extensión en las obras y caminos libres de la raza humana, no por profundidad ni intensidad en sus aspiraciones y necesidades innatas».
Tanto la ideología de género, como el aborto, y como tantas otras doctrinas degeneradas, buscan la aniquilación total del hombre dado que el diablo sabe que no puede vencer a Dios, por lo que su ataque se centra en su creación, tratando de destruir el antiguo orden y realizando la reconstrucción del nuevo, y en esta batalla el poder satánico hace uso de tres armas: el capitalismo en el ámbito económico y social, y la democracia en ámbito político y social.
En resumen “Cristofobia” es una obra sin equivalentes en su género que deja en mantillas dilatados estudios sociológicos al uso, y que permitirá al lector desentrañar la esencia de la cristofobia como fenómeno negativo y efímero que supone en realidad la y privación de toda sustancia.
- Título: Cristofobia
- Autor: José Antonio Bielsa Arbiol
- Editorial : Letras Inquietas
- Tapa blanda : 126 páginas
- ISBN-13 : 979-8407933465
- PVP: 11,99 €
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