José Miguel Orts Timoner. Director de REINO DE VALENCIA | Valencia.
Me acaban de dar la noticia del fallecimiento de Luis Hernando de Larramendi Martínez. Lo ha abrazado la hermana muerte recién salido de los actos de homenaje a su padre, D. Ignacio, en el centenario de su nacimiento. Llevaba el nombre de su abuelo, D. Luis, dirigente carlista de los tiempos duros de Jaime III y la II República. El redactor del Real Decreto de institucionalización de la Regencia en la persona de D. Javier de Borbón Parma, que en 1936 firmó el último rey carlista de la rama directa, que con él se extinguió.
El peso de la saga carlista en su formación y actuación fue determinante. Una vez relevado de faceta profesional, centró su vida pública en la Fundación Ignacio Larramendi. El listado de los libros relacionados con la Historia del Carlismo editados, de los actos realizados gracias al apoyo de la fundación, daría una idea cuantitativa de la labor desarrollada en este ámbito cultural. Pero es una misión que no me corresponde.
Por referirme concretamente a mi personal experiencia al respecto, no puedo menos que hacer mención de varias ocasiones en las que tuve ocasión de medir el amor a la Causa más noble, su generosidad y su prudencia:
El libro “Mártires carlistas del Reino de Valencia 1936-1939”, de Luis Pérez Domingo (Actas. Colección Luis Hernando de Larramendi. Madrid 2004. Parte del material acumulado por la investigación del autor vio la luz en el boletín REINO DE VALENCIA. La presentación en el salón de actos del Museo de la Ciudad de Valencia a rebosar fue un acontecimiento social.
El libro “50 años de Carlismo en Valencia. Círculo C. Aparisi y Guijarro 1959 – 2009”, de Luis Pérez Domingo, (Círculo C. Aparisi y Guijarro, Valencia 2010) que tuve el honor de prologar. No faltó su aportación particular para hacer posible esta obra que resume la trayectoria de medio siglo de carlismo valenciano. Su presentación fue otro éxito.
El libro “Requetés. De las trincheras al olvido”, de Pablo Larranz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga, fue memorable. Contó con la aportación del entonces presidente del Círculo Aparisi y Guijarro, el requeté excombatiente Rubén de Cardeñosa. Otra presentación memorable en un local de la Caja de Ahorros del Mediterráneo.
El libro “Invierno, primavera y otoño del Carlismo 1939 – 1976”, de Ramón María Rodón Guinjoán ( XVI Premio Internacional Luis Hernando de Larramendi, Schedas, Madrid 2019), que recoge el texto de la tesis doctoral en Historia del autor, fallecido dos años antes y cuyo prólogo, Luis, el editor, tuvo la deferencia de encargarme y cuyo epílogo firmó Luis.
En el número 100 de REINO DE VALENCIA, página 9, se publica un discurso mío en el XXX aniversario de la Comunión Tradicionalista Carlista. Viene esto a cuento porque le pedí la boina roja a Luis y con ella salgo en la foto. Un honor de cuya dimensión caigo en la cuenta en esta hora triste.
Repaso en el ordenador sus últimos mensajes. De ellos saco estas apresuradas conclusiones:
Luis era muy consciente de la diferencia abismal de la Causa carlista como memoria histórica de la buena y como conjunto de valores de potencialidad política insospechada y la realidad concreta de su fragmentación en distintas iniciativas inconexas. En su dedicación al frente de la Fundación Larramendi, Luis intentó con éxitos evidentes, superar los límites de las capillas para trabajar en la construcción de la catedral. Fue extremadamente respetuoso con las sensibilidades contrapuestas de las opciones que se disputan la identidad del Carlismo y las personas que las representan.
Intentó que sus iniciativas sumaran y no dividieran. El sueño de un carlismo unido sin desviaciones ni falsificaciones mantuvo su labor hasta el final. Su última aparición pública fue, según tengo entendido, en el Ateneo de Madrid el 29 de noviembre, en la presentación del libro de Alfredo Comesaña “Tinta, Tierra y Tradición. Ramón María del Valle Inclán y el Carlismo”, (con una introducción de Luis). Y allí tuvo que hacer callar a alborotadores que pusieron en evidencia las discrepancias internas del cuerpo social carlista.
La partida de Luis Hernando de Larramendi me ha dolido en el alma. Acompaño en el dolor y la esperanza a su familia y a la gran familia carlista, que habría de aprender a convivir asimilando el mensaje de concordia y laboriosidad de este hombre irreemplazable que acaba de nacer a la vida eterna.
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