Por César Alcalá
El 18 de julio de 2021, coincidiendo con el 85 aniversario del inicio de nuestra última guerra civil -aunque en Cataluña se inició el 19 de julio- los medios de comunicación se hicieron eco de un tuit publicado por un grupo llamado Acció per la Independència (Acción por la Independencia). El texto decía:
«Desde @AccioxIndepe anunciamos el sabotaje exitoso de la cripta dedicada al Tercio de Requetés ubicada en la montaña de Montserrat, ¡así como de otros que iremos desvelando en los próximos días!
Hacemos una llamada a desobedecer y eliminar de una vez y para siempre toda simbología franquista como de ocupación española o francesa».
El Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat está, desde hace años, en el punto de mira del independentismo catalán. Y esto ocurre porque el pensamiento de estos individuos es decadente e injustificable. Se considera al Tercio una formación militar vinculada al franquismo y, por eso, digna de ser perseguida, vilipendiada y profanada. Esta manera de pensar se aleja mucho de la realidad.
El Tercio fue fundado en Zaragoza. Ahí llegó Mauricio de Sivatte, el cual puso en marcha la Comisión Carlista para Asuntos de Cataluña. A él se unió José María Cunill Postius, después de salvarse de ser fusilado. Y ahí fueron muchos catalanes, católicos, tradicionalistas, de todas las condiciones sociales, que estaban en contra de las atrocidades cometidas por los republicanos en la retaguardia catalana. En Zaragoza se fundó el Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, patrona de Cataluña, bajo el trilema de Dios, Patria y Rey.
Los miembros del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat eran catalanes. Esto les cuesta entenderlo a muchos de estos nuevos independentistas que no ven más allá de sus narices. Eran catalanes que tenían un ideal y tomaron las armas para defender Cataluña y España. Entre los muchos voluntarios que formaron parte del Tercio tenemos al filólogo y medievalista Martín de Riquer y Morera, VIII Conde de casa Dávalos (Barcelona: 3 de mayo de 1914- 17 de septiembre de 2013). Indignado por la persecución religiosa en el bando republicano, en 1937 decidió incorporarse en el Tercio de Montserrat. Riquer, finalizada la guerra, fue miembro de la Real Academia Española de la Lengua y uno de los mayores expertos en Cervantes.
¿Por qué Martín de Riquer se incorporó al Tercio de Montserrat? Por católico y por ser un tercio catalán. Así de fácil. Ni por franquista ni por otro tipo de simbología excluyente que sólo está en la mente del fanatismo independentista «de nuevo cuño» que ignora no sólo la historia de España, sino la de Cataluña.
Y no sólo Martín de Riquer, ilustres nombres como Salvador Nonell Bru (1918-2004), José María Gironella Pous (Darnius, Gerona, 31 de diciembre de 1917-Arenys de Mar, Barcelona, 3 de enero de 2003), Ramon Pei Desclau (Gironella, 1907- Vilalba dels Arcs, 1938), Ignasi de Quadras Feliu (Barcelona, 1906 – 1958), Jaume Oliveras Brossa (la Garriga, 1877 – Barcelona, 6 de septiembre del 1957), Miquel Regàs Castells (Barcelona, 1908- Villalba de los Arcos 1938) o Feliu Matamala Teixidor (Amer, 21 de setembre de 1912 – Girona, 22 de novembre de 2009) estuvieron encuadrados en él. Gironella es autor, entre otros, de «Los cipreses creen en Dios»; Pei fue un reconocido escritor y aventurero; Quadras fue presidente de la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña; a Nonell le debemos la construcción de la Cripta de Montserrat donde están enterrados los muertos en combate del Tercio de Requetés y se custodian numerosos recuerdos del mismo; mosén Oliveras fue el precursor de la marcha no competitiva de montaña en Cataluña; Regàs era hijo de Miquel Regàs Ardévol (1880-1965), propietario del restaurante Can Culleretes, el más antiguo de Barcelona; y Matamala fundó la librería Les Voltes de Gerona, convirtiéndose en un personaje clave del catalanismo cultural. Su hijo, José María «Jam» Matamala Alsina es el que huyó al extranjero al lado de Carles Puigdemont.
Si Matamala era natural de Amer -como la familia de Puigdemont- también lo era Narcís Roca Carreras que, como Riquer, harto de ver cómo ardían iglesias, se quemaban conventos, se asesinaba a curas o se exterminaba a católicos, decidió huir a zona nacional e incorporarse al Tercio, deseoso de rescatar la libertad de su querida Cataluña. Librarla del yugo de Lluís Companys, de Esquerra Republicana de Catalunya, de los anarcosindicalistas de la CNT-FAI y de los comunistas.
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A Martín de Riquer y Ramon Pei le debemos la letra del himno del Tercio. La música es de Josep Portulás. Del himno extraemos estos tres fragmentos que son la esencia del pensamiento de aquellos hombres:
Requetés catalanes por España,
luchad con valentía hasta morir;
conquistad la simbólica montaña,
y los enemigos tendrán que huir.
El amor que te espera allá en tu tierra,
sus ojos siempre fija en Montserrat;
cuando vuelvas de allá, ya sin la guerra,
sobre tu boina un laurel te pondrá.
Adelante, adelante, requetés,
que en el pecho del caído,
una rosa ha florecido;
adelante, adelante, requetés.
¡Por Dios, la Patria y el Rey!
Y, por encima de este himno, el canto que entonaban estos valientes catalanes era el Virolai. Aquellos versos escritos por mosén Jacint Verdaguer y que Josep Rodoreda i Santigós compuso en 1880.
La reacción de la prensa fue unánime ante la simpleza llevada a cabo por el grupo CDR Acció per la Independència. Una reacción que, según el medio, suponía el desconocimiento de lo que había pasado. Varios fueron los que hablaban del «saqueo de una capilla», incluso el diario independentista Ara.Cat. se hizo eco de la noticia. Podemos afirmar que ninguno de ellos conocía la existencia de ese lugar, que fue inaugurado en 1963 para conservar los restos mortales de los 319 requetés que perdieron gloriosamente la vida durante la guerra civil española.
Lo más fácil hoy en día es profanar aquellos lugares donde descansan los restos de nuestros héroes y mártires, al considerarlos parte de lo que llaman franquismo. El problema de los actuales CDR es que no han inventado nada. A lo largo de la historia cientos de tumbas han sido profanadas y destruidas por tropas invasoras. Todos ellos lo han hecho en nombre de algo. Estos de hoy en día lo hacen porque se sienten superiores. Y se equivocan. Por mucho que lo intenten, el valor y el amor a Cataluña de esos hombres siempre será superior al que ellos puedan propagar a diestro y siniestro. Y pierden todo el derecho de reclamar algo cuando utilizan la fuerza y la destrucción para imponer sus presuntas ideas.
Su valentía los llevó a quemar la bandera de la 3ª Compañía de Ametralladoras, un banderín del requeté catalán y dos escudos que representaban las dos laureadas que se le concedieron al Tercio. Una colectiva y otra individual a Jaime Bofill-Gasset y Amil. Ese fue su acto de valor. En realidad son unos cobardes que quieren hacerse ver desacreditando a unos hombres cuyo valor quedó demostrado en los campos de batalla.
Estos valientes que hoy en día se dedican a profanar la Cripta del Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, no sólo desconocen la historia, sino que su ignorancia les impide saber la realidad. Gracias a esos hombres hoy en día ellos pueden quemar esas banderas y esos escudos. Los 319 requetés enterrados en la Cripta de Montserrat les han dado la libertad de la que ahora hacen ellos mal uso. Porque ellos lucharon por el futuro de Cataluña y de España. Las actuales generaciones les debemos respeto y honor a esos hombres que, con su sangre, escribieron páginas gloriosas de nuestra reciente historia.
En su aportación al libro «Memoria histórica, amenaza para la paz en Europa», el historiador Stanley G. Payne habla de la ideología de izquierdas, aunque se puede trasladar al pensamiento independentista que promovió la profanación. Escribe Payne:
«La nueva ideología de la izquierda enfatiza la revolución cultural, no la vieja revolución socioeconómica. La historia es un objetivo importante considerada como poco más que un registro de víctimas y verdugos, y su principal función sería ahora la de dar la oportunidad de desenmascarar a los opresores separando las generaciones anteriores en víctimas (para ser reivindicadas) y verdugos (para ser estigmatizados). En este proceso se consigue llevar a cabo además la vital tarea de abordar la cuestión existencial de la culpa humana, proyectando dicha culpa sobre chivos expiatorios ya seleccionados, casi todos los cuales son hombres blancos fallecidos que sin embargo, de alguna manera, pueden ser vistos aún como oponentes políticos».
La reciente historia de Cataluña ha glorificado a personajes de antaño que, tergiversando o no la realidad, le ha servido al independentismo para reconstruir la historia. Sin embargo, todo aquello que huele a españolismo lo han repudiado. Por muy catalán que sea, lo menosprecian. Esa falta de miras impide un crecimiento intelectual por parte de estas personas que, entrando en bucle, sólo reconocen lo suyo. Esto empequeñece al hombre y a un país.
Estos abanderados de un nacionalismo que nunca ha existido desconocen que el Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat es la única unidad cien por cien catalana que luchó en la guerra civil española. Y no sólo eso. La consideraron una de las mejores unidades del ejército nacional. El 80% de sus hombres fallecieron en el frente. Y, en tierras lejanas, cada noche, cuando caía el sol, entonaba el Virolai recordando a su Virgen y a su tierra.
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José Grau Adroher murió en combate en Villalba de los Arcos el 19 de agosto de 1938. Era natural de Medinyà (Gerona). El 24 de julio de 1938 les escribió la siguiente carta a sus padres:
«Queridos padres: He escribido (sic) estas cuatro rayas antes de ir al combate para decirles, si acaso caigo, será por Dios y por la Patria, espero que os conformaréis como verdaderos cristianos, voy al combate limpio de todo pecado y bien conformado si la muerte encuentro. Mi último deseo es que no me lloréis mi muerte, porque dichosos habéis de estar por saber esperar y morir como verdadero cristiano y buen español (…) Hasta el Cielo (…) ¡¡Viva Cristo Rey!! ¡¡Viva España!! ¡¡Arriba España!!».
No nos podemos olvidar de Lluís Espoy y de Delás, natural de Barcelona, que también cayó en combate el mismo día que José Grau Adroher en Villalba de loa Arcos, diciéndole al practicante que los atendía «que mis padres estén tranquilos, pues he caído por Dios y por España». Pues bien, Espoy escribió en su diario:
«aún siento en mis mejillas y aún resuenan en mis oídos el último beso y las últimas palabras de papá al despedirse de mí en la puerta de casa: “Sé un buen cristiano y un buen español, hijo mío”. ¿Cuándo será que podré presentarme ante él y decirle: “Papá, me he portado como buen cristiano y como buen español”, y de este modo rendir cuentas de mi vida lejos de mis padres?».
Para estos que ignoran la realidad y la historia mencionar que el Ayuntamiento de Barcelona, en julio de 1939, les concedió la Medalla de Honor de la Ciudad «honrando así a quienes heroica y desinteresadamente dieron su vida por Dios y por la Patria bajo los pliegues de su bandera, en la gloria del combate, y a los que el Señor quiso que sobrevivieran para estímulo de nuestras juventudes». La Diputación de Barcelona, el 23 de abril de 1961, le concedió a la bandera de la Hermandad de ex Combatientes del Tercio la Corbata de Honor de la provincia «al objeto de premiar los excepcionales servicios patrióticos llevados a cabo por dicha Unidad en la Cruzada de Liberación».
¿Por qué debemos honrar al Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat? La pregunta se contesta por si sola. En unos momentos en los que el anarcosindicalismo y el comunismo estaban destruyendo la sociedad española, un grupo de catalanes, arropados por la patrona de Cataluña, decidieron liberar su tierra de esos elementos nocivos, bajo el lema de Dios, Patria y Rey. Demostraron su valor en Codo y en Villalba de los Arcos. Después de ser laureados por su valor, los que sobrevivieron, decidieron que se debía «construir en Montserrat una cripta donde se pudiera enterrar los muertos en tan heroica defensa y un monumento que perpetuara la memoria de los valientes defensores». Algunos han calificado el Mausoleo de Montserrat como el Valle de los Caídos catalán. Calificaciones aparte, todos deberían honrar a esos hombres. Es una cuestión de respeto hacia nuestros mayores. Sin simbologías. Respeto por lo que hicieron. Así de sencillo.
Este es el motivo de este libro. Lo que otros ignoran, nosotros no. No podemos, porque respetamos a nuestros mayores. Sirvan estas páginas para resarcir un acto vandálico que nunca podrá acabar con la memoria del Glorioso y Laureado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat. ¡Hasta el Cielo! ¡Gloria a nuestros Requetés!
César Alcalá
En Barcelona, a 1 de agosto de 2021
El libro se puede adquirir en https://tienda.tradicionviva.es/
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