Eugenio Trujillo Villegas – Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
¡Conmoción y escándalo! Esto es lo que ha producido la Corte Constitucional al despenalizar el aborto sin límite alguno.
Con esa decisión, una vez más la Corte usurpa funciones que no tiene, al convertirse en legislador, siendo que no lo es. En Colombia, la única institución que puede aprobar leyes es el Congreso de la República, para lo cual debe cumplir con las disposiciones establecidas en la Constitución.
La Corte Constitucional no puede crear leyes
Desde que fue creada por la Constitución de 1991, esta Corte se arrogó el derecho de legislar a su antojo, bajo el pretexto de ejercer un control constitucional, atropellando a los demás poderes públicos. Así, impone a los colombianos las más arbitrarias decisiones políticas, infringiendo el ordenamiento constitucional de Colombia, cuando su obligación es la guarda de la Constitución.
Eso es lo que en derecho se llama prevaricato. Es decir, cuando un funcionario o institución pública hace u ordena hacer cosas que son contrarias a la ley.
Al convertirse en un ente legislador, la Corte viola el artículo 121 de la Constitución, que establece: “Ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas a las que le atribuyen la Constitución y la Ley”.
Es prevaricador el actual proceder de la Corte con respecto al aborto. Ya lo había hecho con la sentencia C-355 de 2006, que despenalizó el aborto supuestamente en tres casos, pero que en realidad son ocho. Ellos son: 1) Peligro de vida de la mujer. 2) Peligro para la salud de la mujer. 3) Malformación del feto. 4) Violación. 5) Acto sexual abusivo o sin consentimiento. 6) Inseminación artificial no consentida. 7) Transferencia no consentida de óvulo fecundado. 8) Incesto.
Pues bien, según la Nota de Prensa emitida por la Corte el 22 de febrero de 2022, a partir de ahora se puede abortar libremente, sin ninguna condición o requerimiento, durante los primeros seis meses del embarazo (24 semanas). Pero además en su nueva sentencia, la Corte permite de manera expresa practicar el aborto durante los nueve meses del embarazo, hasta la víspera del alumbramiento, en los tres casos ya mencionados, que en realidad son ocho.
Esto constituye un crimen y una aberración aún peor, pues no hay país en el mundo donde se autorice un aborto entre la semana 24 y la 36. Es decir, entre los seis y los nueve meses de gestación.
A este horror se le añade que la sentencia tiene efecto retroactivo, gracias a la favorabilidad de la ley penal, de tal forma que todos los procesos y condenas penales por causa de crímenes de abortos deben terminar en forma inmediata. Lo cual favorece en primer término a los cabecillas de las FARC, que tienen centenas de denuncias penales de mujeres y de niñas menores de edad que fueron reclutadas por ellos a la fuerza, que eran sistemáticamente violadas por sus comandantes y después eran obligadas a abortar en la selva. La Corporación Rosa Blanca tiene los testimonios de esas violaciones y abortos, ha denunciado los hechos, que son ignorados por el Estado gracias a la impunidad del proceso de paz.
Esta sentencia viola la Constitución y va en contravía de los más sagrados principios cristianos, sobre los cuales se fundamenta la nacionalidad colombiana. El derecho a la vida está consagrado en la Constitución, que establece en el artículo 11: “El Derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”.
Además, Colombia es signataria de la Convención Americana de Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa Rica, que establece lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley, y en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.” (Art. 4).
Es inadmisible que el Estado colombiano se convierta en el promotor de asesinatos de niños inocentes, y que los servicios de salud públicos y privados, que existen para proteger la vida de las personas, ahora se conviertan en asesinos de niños no nacidos. Serán descuartizados en el seno de sus madres en forma inhumana y salvaje, para después ser vendidos a empresas farmacéuticas que convirtieron en un próspero negocio elaborar medicamentos con los despojos de bebés abortados. ¡Una maldad inconcebible, a la cual ni siquiera llegó Herodes, el asesino de niños inocentes!
Colombia se opone a la extrema maldad del aborto
Los derechos sexuales de la mujer y los derechos del niño que está por nacer, son derechos totalmente diferentes. Un niño es un ser humano diferente a su madre, y por su calidad de indefenso, goza de una protección especial del derecho fundamental a la vida.
Desde ya, todas las fuerzas vivas de Colombia debemos unir esfuerzos para que esa despenalización del aborto sea abolida. Cinco magistrados, de un total de nueve, no pueden imponer a Colombia la tiranía de masacrar miles de niños inocentes, e imponer el aborto en nombre de supuestos derechos sexuales.
¡Vamos a luchar para que Colombia se levante contra la tiranía de la Corte Constitucional! Además del cáncer del Cartel de la Toga, donde se compran y se venden sentencias, se hace politiquería y se protege la más abyecta corrupción del Estado, las Altas Cortes en Colombia son responsables del más degradante colapso de la justicia. Es indispensable ponerle freno con la mayor urgencia a esta demolición.
Hemos llegado a los más inconcebibles niveles de impunidad y de inoperancia del aparato judicial. Los delincuentes, los criminales, los asesinos y los corruptos andan sueltos, y no le temen en absoluto al sistema de justicia. Y a este horror, hay que añadirle que la Corte Constitucional decidió que se pueden matar los niños que no han nacido. Y, peor aún, criminaliza el maltrato de los animales, pero considera un derecho el asesinato de niños.
En esta hora de confusión y de tragedia, cómo es necesario que los obispos de Colombia decidan liderar una lucha sin cuartel en contra del aborto. Pero no con comunicados de prensa tibios y asustadizos, sino con la fuerza invencible de la Iglesia, que desde siempre se enfrentó a sus adversarios hasta derrotarlos, proclamando con ufanía el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Es necesario enfrentar los designios satánicos de la ONU y del Nuevo Orden Mundial, que pretenden imponer al mundo la religión del ateísmo y del crimen.
Colombia tiene que exigir el derecho a la vida de los niños que no han nacido. Y el único lugar donde se puede tomar esa decisión en forma legítima es en el Congreso de la República, o a través de un Plebiscito, para que sea el pueblo quien decida abolir la despenalización del aborto.
Que la Santísima Virgen María, el modelo perfecto de madre, nos ayude, nos dé valor y nos bendiga en nuestra lucha implacable para derrotar la maldición del aborto en nuestra Patria.
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