Woke («despierto» en inglés) es un término, originario de los Estados Unidos, que originalmente se refería a la conciencia sobre el racismo. Después, una ola de revisionismo histórico recorrió USA. De costa a costa, las estatuas de multitud de personajes, en otro tiempo venerados, acabaron siendo derribadas o presa del vandalismo. La caída de los símbolos, aunque cada caso tenga sus particularidades, refleja algo más que un brote de iconoclastia o corrección política que se irá manifestando poco a poco.
En esa evolución, llegó a abarcar una conciencia de otras cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en relación con el género y la orientación sexual. Desde finales de la década de 2010, también se ha utilizado como un término general para los movimientos políticos de izquierda y perspectivas que enfatizan la política identitaria de las personas LGBT, de color y las mujeres. El término, que pasó de definir a personas concienciadas con problemas sociales a ser arma arrojadiza desde la derecha, también recibe críticas desde el progresismo. Obama reprobó sus métodos y Macron alerta de que ciertas teorías sociales no tienen lógica en el Viejo Continente, aunque, en realidad, se equivocaba.
Pero quien verdaderamente definió su evolución fue Greg Lukianoff[1] quien
en 2014 empezó a observar varias cosas: primero, que las iniciativas estudiantiles para des-invitar a oradores y conferenciantes se habían disparado. Los alumnos, organizados en asociaciones y prestos a manifestarse, presionaban a la directiva para que rescindiese la invitación a determinados panelistas[2] por considerar que su mensaje oprimía de alguna manera al cuerpo estudiantil y por tanto no tenía espacio en el campus.
Ejemplos de esa actitud intransigente la vimos contra Charles Murray, reconocido conservador que, en un libro publicado hace 26 años, añadió “el coeficiente intelectual como un posible factor que explicase la pobreza”. Una idea que le ganó el epíteto de “fascista” y “supremacista blanco” por parte de los estudiantes y de algunos profesores de Middlebury College. Otros académicos y pensadores de la derecha, así como políticos republicanos, jefes de policía, escritores, cómicos o activistas de los derechos humanos, han sido igualmente des-invitados o escracheados. La ira estudiantil llegó a arremeter contra el demócrata Eric Holder, fiscal general durante la administración Obama, o Madeleine Albright, primera mujer en ocupar la secretaría de Estado. Los estudiantes de Scripps College alegaron que Albright, una “feminista blanca”, había “posibilitado el genocidio de Ruanda”.
Lukianoff añade que “algo extraño está sucediendo en las universidades de todo el mundo. Alumnos que dicen defender ideas progresistas abuchean a políticos y conferenciantes y les impiden hablar, como también ha ocurrido en España. Cada vez en mayor número, muchos estudiantes son reacios a exhibir sus opiniones y a discutirlas con franqueza. De un tiempo a esta parte, lo que debería ser el “gimnasio de la mente” está lleno de personas que rehúyen el debate y el pensamiento crítico” porque según Lukianoff, “no están preparados para encarar la vida, que es conflicto, ni la democracia, que es debate. Van de cabeza al fracaso.”
Otro elemento que no le pasó desapercibido al presidente del FIRE es que, en muchas de las universidades, empezaban a aparecer peticiones de colocar trigger warnings (avisos de contenido) en los materiales de estudio; es decir, advertencias sobre contenidos que podrían herir la sensibilidad de los estudiantes. Así por ejemplo atacaron la novela El Gran Gatsby, porque consideranque algunos personajes mantienen actitudes misóginas; clásicos norteamericanos, como La cabaña del Tío Tom o Matar a un ruiseñor, porque aparecen epítetos racistas contra los negros. El sin sentido ha llegado al extremo de prohibir el Otelo de Shakespeare porque el personaje era moro o Las Metamorfosis de Ovidio porque incluye descripciones de una violación (como si no estuviéramos cansados de verlo de manera más explícita en multitud de películas que no condenan).
El entonces presidente Barack Obama vio en estas actitudes una “receta para el dogmatismo”. La autora y periodista alemana Judith Sevinç Basad coincide con el ex presidente: “me dí cuenta de lo totalitarios que son en este movimiento” “Cómo ideólogos deciden lo que está bien y mal” Según esta escritora y periodista, el movimiento woke, “no se ocupa, en realidad, de la gente a la que de verdad le va mal en la vida” y recuerda a Hannah Arendt cuando decía que el totalitarismo lo que hace es destruir el individuo. “Y esto mismo es lo que se encuentra en la acción woke, porque
lo que están haciendo es retirar a las personas su individualidad, diciéndoles que están definidas por su identidad blanca o negra o por su afinidad sexual sin los matices que caracterizan a cada uno.
De modo que el woke es un movimiento totalitario pero no individualizado, es un concepto complejo asociado con el desarrollo del capitalismo como sistema económico por el que ha progresado la libertad económica y supuestamente ha elevado el nivel de vida de todo el mundo, ha tenido un impacto en la privatización de los servicios públicos y bienes como el agua, la salud, la seguridad e incluso la administración penitenciaria. También tiene el mérito de apoyar la expansión de la democracia y de una mayor conciencia de los derechos humanos. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas pueden encontrar que es difícil resistir a la competencia mundial y garantizar los derechos laborales de sus trabajadores. La desigualdad en la distribución de la riqueza acentúa esa desigualdad, las tensiones en la sociedad y amenaza el acceso efectivo a los derechos sociales para todos. Muchos acuerdos comerciales
son decididos por los gobiernos, sin ninguna participación del pueblo en la toma de decisiones. (sg la página del Consejo de Europa: La Globalización)
Pero no solo es esto. Como movimiento globalizador y uniformador de la sociedad, aparece el peligro laicista. El abogado inglés Paul Diamond lleva 30 años representando los derechos de cristianos en los tribunales de mayor rango en Reino Unido y en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Buena parte de ese trabajo lo ha hecho con el Christian Legal Centre, de 2008 a 2018. Él, basándose en su experiencia, ve dos derivadas nocivas que cree que van a crecer:
*»Una es el uso de comités de conducta profesional. Cada vez más vemos cuerpos profesionales no-legales que van contra maestros, doctores, abogados… diciendo que no podrás practicar tu profesión debido a tus creencias», (en España ya vemos las presiones a profesores por explicar en clase que la diferencia entre hombre y mujer es genética y no se puede cambiar, sobre los médicos objetores al aborto y la eutanasia que no les permiten acogerse a su juramento hipocrático y la persecución a los grupos Provida por rezar en lugares próximos a las clínicas abortistas)
*”Otro peligro esla cooperación creciente entre la prensa y el Gobierno, de forma quemuchos puntos de vista (los cristianos, por ejemplo) nunca lleguen a los grandes medios de comunicación, incluso los privados.” En España, por ejemplo, no se han visto grandes debates sobre la eutanasia en la televisión pública controlada por el Gobierno pro-eutanasia, ni parece fácil que puedan acudir a estas televisiones cristianos a hablar contra el divorcio o el matrimonio homosexual.
«Aquí en el Reino Unidotenemos a todos los actores privados recitando el mismo libreto y produciendo los mismos programas», denuncia el abogado. (Igualito que en España).
Todas estas actitudes que se dan con regularidad en tantos países de características diferentes, no es posible si el “libreto” que dice Diamond, no parte de ese grupo interesado en unificar a toda la sociedad para conseguir su NOM deseado.
Diamond, como abogado que ha trabajado temas de libertad religiosa,
constata que en Inglaterra ha crecido asombrosamente la hostilidad contra el cristianismo. No nos extraña si pensamos en las características del grupo dominante. Profesionalmente ha llevado a Estrasburgo casos de enfermeras, azafatas o terapeutas acosados por su fe, castigadas por llevar una crucecita, predicadores detenidos por enumerar pecados predicando en las calles, consejeros matrimoniales despedidos y expedientados por no trabajar con «matrimonios» del mismo sexo…
Así, la azafata cristiana coptaNadia Eweidafue castigada por una empresa importante como es British Airways y su mejor casa de abogados, hasta tener que llegar al Tribunal de Estrasburgo, porque, aunque sus reglas permiten llevar turbantes y hiyabs, no toleran una pequeña crucecita al cuello. Diamond, que llevó el caso, señala que 13 jueces británicos, recurso tras recurso, incluso en el Tribunal Supremo inglés, aseguraron que la crucecita no era un signo religioso y que no se discriminaba a Nadia porque si la llevara una azafata musulmana también se le prohibiría (resolución que hace un flaco favor a los jueces ingleses, por cuanto una musulmana jamás se pondría un símbolo cristiano). «Hizo falta un juez polaco -de un país excomunista- en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para dictaminar que la cruz es un símbolo cristiano».
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Otro ejemplo de acoso por parte de una empresa −que parecen machacar al individuo “políticamente incorrecto” para congraciarse con el verdadero poder−, lo ve en el caso de Gary McFarlane, «que fue expulsado como consejero matrimonial porque reclamaba ser exento de trabajar con parejas del mismo sexo. Era cuestión, simplemente, de acomodar su situación y ponerle de consejero de grupos heterosexuales, pero fue despedido por grave falta de conducta, el peor tipo de comportamiento», señala el abogado.
Dice Diamond que no le gustan las teorías de la conspiración, que no hay entidades misteriosas y siniestras haciendo barbaridades, sino políticos del montón. Asegura que los responsables de todas estas leyes que llaman anti-odio, (pero que no definen con exactitud el término), son los gobiernos, sin caer en la cuenta que cuando todos los gobiernos del mundo y aún las grandes compañías multinacionales (el menciona la British Airways), se someten a las mismas normas, es porque alguien con más poder ha lanzado el diktat y ante él se doblegan los gobiernos del mundo y las grandes compañías, por miedo a perder poder, ya sea político o económico.
«Esta es una etapa que da mucho miedo [very frightening stage]», dice el abogado y lamenta: «La Iglesia, por desgracia, carece de verdadero liderazgo, no actúa.”
Dada la situación que atraviesa la Iglesia, es posible que, si mira a algunos de sus altos miembros y aún a la caput ecclesiae, lleve razón, pero como los católicos de base somos también iglesia, ahí estamos, denunciando las barbaridades que ocultan los amigos del Hombre Nuevo para facilitar la llegada del Nuevo Orden Mundial.
Y en esa disposición de ser católicos militantes, dos reflexiones para la esperanza: Mateo dejó escrito (16:18): que los poderes del infierno no prevalecerán contra ella (la Iglesia)y la santa de Ávila, Teresa de Jesús, de forma directa, como era ella, en una poesía certera y bella, nos anima a tener confianza y fe en Él:
Nada te turbe, nada te espante todo se pasa,
Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza,
quien a Dios tiene nada le falta sólo Dios basta.
- [1] Greg Lukianoff es el presidente de la Fundación para los Derechos Individuales en la Educación (FIRE)y uno de los defensores más apasionados de la libertad de expresión del país.Ha escrito sobre temas de libertad de expresión en los principales periódicos, incluidos El New York Times , El Wall Street Journal y El Washington Post . Nacido en la ciudad de Nueva York, obtuvo su título universitario de la Universidad Americana y su título de abogado de Stanford. Trabajó para la ACLU del norte de California, la Organización para la Ayuda a los Refugiados y el Proyecto EnvironMentors antes de unirse a FIRE en 2001. Lukianoff, quien se convirtió en presidente de FIRE en 2006, ha dedicado gran parte de su tiempo a abogar por la libertad académica y en contra de la censura en los campus universitarios y universitarios. Es coautor de la Guía para la libertad de expresión en el campus de FIRE, autor de Freedom from Speech (2014) y también autor del aclamado Unlearning Liberty: Campus Censorship and the End of American Debate (2012). También es coautor del artículo de portada ampliamente leído de The Atlantic titulado «The Coddling of the American Mind». En 2008, ganó el Premio a la Libertad de Expresión de la Fundación Playboy.
- [2] Persona que participa en un debate o en una discusión pública sobre un tema determinado.
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Rosita Welcker García Herreros
02/03/2022 at 14:47
Mi concepto es la siguiente, en el mundo de hoy carece de verdaderos líderes, de patriotas y quienes sean unos buenos administradores! Se necesitan Trumps , y como el ama su pueblo y su país, y la derecha como Orban y los países de Europa del Este son un ejemplo, y de la iglesia Católica perdió el Norte yo considero en estos momentos la carencia verdaderos Cristianos el único Arzobispo que yo considero líder es Monseñor Vigano de resto ninguno reúne los requisitos para liderar la iglesia Católica! Porque con perdón el Vaticano es una cloaca donde hay debajo hasta niños enterrados de los que han ayudado y violado !! La iglesia requiere una reforma total!