Este 2022 se cumplen los quinientos años de la muerte de Antonio de Nebrija. Es una inmejorable ocasión, por tanto, para acercarnos a la figura de este humanista sevillano de tan transcendental aportación al devenir de nuestra lengua y cultura. Con esta idea de homenaje ha publicado Galaxia Gutenberg su biografía escrita por el lingüista y escritor José Antonio Millán titulada Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad. Nos encontramos ante una obra breve de carácter divulgativo pero de gran rigurosidad académica, esto es, una biografía de las que realmente pueden ser leídas por un público culto interesado pero no necesariamente especialista.
Aparte del hecho de la publicación de su Gramática de la lengua castellana en el milagroso año 1492 poco más sabía yo de la vida y la obra de Antonio de Nebrija. Sin embargo, la figura del andaluz se presenta en este libro casi como el arquetipo del humanista y erudito español de los siglos XV y XVI. (El término humanista comenzó a usarse en tierras alemanas a principios del siglo XIX para referirse a los intelectuales del Renacimiento comprometidos con las lenguas clásicas y la antigüedad grecorromana). Una vida que, pese a algunas lagunas temporales, puede seguirse con minuciosidad gracias a numerosos testimonios documentales y autobiográficos que constituyen las fuentes de primera mano para este ensayo biográfico. Además de la propia vida de Nebrija («una biografía intelectual», en realidad) el autor nos muestra un fresco general de la cultura y del sistema intelectual de su época que pivotaba sobre varios pilares: el empleo del latín como lengua franca del pensamiento, la filosofía y la Iglesia, hecho que permitía una movilidad geográfica sin precedentes, por ejemplo, de profesores y alumnos universitarios; el redescubrimiento y la pasión por la antigüedad griega y romana, por su literatura, pensamiento y arte; y por último, el exponencial crecimiento de las publicaciones de todo tipo provocado por la aparición de la imprenta de tipos móviles. También ofrece José Antonio Millán algunos ejemplos y curiosidades de tipo filológico que ocuparon la atención de Nebrija, como fueron el problemático empleo de neologismos latinos, cada vez más necesarios para expresar inventos o actividades que no existían en la época romana (un ejemplo es el vocablo estribo, elemento no conocido por los romanos que dio lugar al neologismo stapeda); o sus pioneras investigaciones en filología bíblica al confrontar diferentes copias de la versión latina de San Jerónimo del Nuevo Testamento (Vulgata) y en las que detectó numerosos errores (por ejemplo, en Marcos 5, 21-43 aparecen tanto talitha, muchacha, como tabitha, gacela), hecho que le puso durante un tiempo en el punto de mira del Santo Oficio por atreverse a ser «censor del Espíritu Santo».
En este libro vamos a hablar de hechos y de personas situados muy lejos en el pasado. De muchos de ellos no tenemos conocimiento de primera mano, pero podemos inferirlos de otros análogos. En otras ocasiones no hay más que la oscuridad total. Aunque numerosos documentos de Nebrija y su época se han editado y traducido del latín en los últimos años, otros quedan aún inéditos. Desde el punto de vista de una biografía (que es un género literario), nos permitiremos licencias en las que la obra científica de un especialista no podría incurrir, pero trataremos de dejar claro en qué momentos nos apartamos del terreno seguro para adentrarnos en zonas hipotéticas.
Ésta es –y no podía ser de otra manera– una biografía intelectual. Si los corsarios hubieran hecho cautivo a Nebrija cuando volvía de Italia, si en Salamanca hubiera tenido pendencias amorosas por dedicar unos hexámetros a la mujer de un colega, si en Burgos la hubiera emprendido a «coces y puñadas» con el dominico provocador, o si la Inquisición hubiera dado con sus huesos en la cárcel, tal vez podría haber resultado una vida más animada, pero nada de eso (que sepamos) ocurrió. Lo que sí sabemos da lugar, desde luego, a una biografía apasionante, pero que se desenvuelve en los terrenos del saber: una biografía intelectual, como hemos dicho.
A lo largo de una vida que bien podemos calificar de fértil, Antonio de Nebrija se dedicó básicamente a escribir y publicar sobre cosas muy variadas −aunque manteniendo una coherencia−, pero hay que advertir que lo que más se aprecia hoy (fuera de unos pocos investigadores) no era lo que más fama tuvo en su tiempo, ni probablemente lo que más le importaba. Asimismo, sus palabras más recordadas probablemente no tenían el sentido que hoy comúnmente se les atribuye. Ésta es la tragedia de Nebrija, y el fin de este libro (y de los varios y muy valiosos que le precedieron) puede ser poner de relieve, para un público amplio, sus logros de todo tipo, las luchas de un temperamento orgulloso y bien dotado por que resplandecieran muchas verdades que la sociedad de su época no quería ver.
Antonio Martínez de Cala y Martínez de Jarana nació en 1444 el la localidad sevillana de Lebrija (la Nebrissa Veneria de la Hispania romana). Dado que desde niño se sintió interesado por el estudio fue enviado a Salamanca a cursar los estudios de Bachiller en Artes. Con 19 años pasó, becado por el obispo de Córdoba, al Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles de Bolonia para estudiar Derecho, donde permaneció unos diez años y entró en contacto con los humanistas más importantes de la época y con las primeras imprentas. Allí latinizó su nombre —hecho usual entre los intelectuales de la época— a Elio Antonio de Nebrija (Aelii Antonii Nebrissensis). De regreso a España trabaja para el arzobispo Alonso de Fonseca en Sevilla entre 1470 y 1473. Después se traslada a Salamanca para enseñar Gramática y Retórica en la Universidad. En1487 entró al servicio de Juan de Zúñiga y Pimentel, último Maestre de la Orden de Alcántara y mecenas de una corte de sabios humanistas, pudiendo consagrarse durante muchos años enteramente a sus estudios filológicos, entre ellos, su Gramática de la lengua castellana, obra casi marginal dentro de la producción de Nebrija ya que sólo conoció una edición en vida del autor (no volvería a reeditarse hasta 1744). La obra se imprimió con tipos góticos, en tintas roja y negra, en un taller anónimo en el que se imprimieron numerosos títulos de Nebrija. La obra está dividida en cinco libros: Ortografía, Prosodia, Etimología, Sintaxis e Introducciones de la lengua castellana para los que de extraña lengua querrán deprender. Sin embargo, su obra más importante y la que le da más fama en toda Europa (y más beneficios) es Introductiones latinae (Salamanca, 1481), libro que va ampliando en sucesivas ediciones y que fue utilizada como libro de texto para la enseñanza del latín culto (ciceroniano) durante dos siglos. (Como curiosidad hay que señalar que Nebrija fue el segundo escritor del mundo en reclamar algo parecido a derechos de autor para sus obras).
Tras la muerte de Zúñiga en 1504 Nebrija vuelve a Salamanca a ocupar la cátedra de Prima de Gramática. Pero antes (1502) intervino como latinista en los trabajos de la Biblia Políglota Complutense (primera edición impresa en varias lenguas de una Biblia completa) encargada por el cardenal Cisneros. Tras unos años de algunas ausencias —vivió un año a a Sevilla— y roces con las autoridades universitarias, en 1514, con setenta años, Cisneros, le concede la cátedra de Retórica de la nueva Universidad de Alcalá de Henares, convirtiéndolo prácticamente en el primer catedrático emérito («leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer, que no leyese; y que esto no lo mandaba dar porque trabajase, sino por pagarle lo que le debía España»). La actividad intelectual de Antonio de Nebrija no se limitó a la filología de las lenguas clásicas y castellana, sino que trabajó intensamente como lingüista, gramático, traductor, exégeta bíblico, profesor, poeta, historiador, cronista real, pedagogo, impresor y editor. Sus obras, siempre en latín, tratan temas como el derecho, la medicina, la astronomía, la historia o la docencia. Su legado fue de enorme importancia tanto en España como en Europa y América. Un ejemplo reseñable son las gramáticas de lenguas europeas y, muy especialmente, las gramáticas de las lenguas precolombinas que van apareciendo en el siglo XVI y que siguen fielmente el modelo y el método de la Gramática de la lengua castellana.
«Ojalá que esta biografía, que ha intentado recorrer sus logros en el contexto de los saberes de su época, contribuya al conocimiento de su figura y de su obra». Con este deseo del autor, plenamente cumplido en mi caso, concluye Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad, un título muy oportuno y necesario para dar a conocer la figura de nuestro más eminente humanista. Una lectura tan provechosa como entretenida y recomendable.
Puntuación: 4 (de 5)
Galaxia Gutenberg (2022)
Colección: Ensayo
208 págs.
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Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, 1444 – Alcalá de Henares, 1522) fue conocido entre nosotros sobre todo por su malinterpretada frase «siempre la lengua fue compañera del imperio». Desde su cátedra de Salamanca quiso aumentar el conocimiento del latín, la lingua franca de la cultura europea. Escribió una gramática española (la primera publicada de una lengua vulgar) y elaboró diccionarios latín-español y español-latín, y una ortografía de nuestra lengua. Se interesó por la fonética del castellano, del latín y del hebreo, y lamentó la catástrofe cultural de la expulsión de los judíos.
Por su ansia de profundizar en la obra de los clásicos es equiparable a los humanistas italianos, con quienes se formó. Se preocupó de cuestiones prácticas y científicas, como el valor real de las medidas de la Antigüedad, en un momento en el que Colón disputaba en Salamanca sobre el tamaño del globo. Su espíritu crítico le llevó a revisar la traducción canónica de las Escrituras. Cuando Nebrija detectó problemas en su transmisión (siguiendo el rastro textual), la Inquisición intentó acallarle. Nebrija fue de los primeros autores europeos en escribir casi exclusivamente para la imprenta, y el primero que usó la nueva estructura de protección de los derechos de autor que proporcionaban los privilegios y tasas reales. Esta biografía quiere borrar los rasgos imperiales en el Nebrija recibido, y a cambio darnos al humanista orgulloso y brillante, que no vaciló en enfrentarse a su tiempo en su búsqueda de la verdad.
José Antonio Millán es autor de obras de divulgación lingüística: Tengo, tengo, tengo: los ritmos de la lengua; Perdón imposible: guía para una puntuación más rica y consciente y El candidato melancólico: de dónde vienen las palabras, cómo viajan, por qué cambian y qué historias cuentan. Ha atendido también a las creaciones textuales al margen del sistema (Húmeda cavidad, seguido de Rosas y puerros y Flor de farola: los textos del margen) y a la comunicación icónica (No, Contra). Dirigió la primera edición electrónica del Diccionario de la lengua española de la Real Academia (CD-ROM, 1995) y ha ejercido la crítica lexicográfica en El País. Dirigió estudios sobre lectura y edición (los tres volúmenes colectivos sobre La lectura en España: 2017, 2008 y 2002). Es autor de novelas y libros de relatos, así como de obras infantiles, a las que ha llevado algunos de sus temas preferidos: el ritmo, la puntuación la semiótica o la indagación sobre qué es un libro. Su última obra, Antonio de Nebrija o el rastro de la verdad. Biografía, ha sido publicada recientemente en Galaxia Gutenberg. Lingüista de formación, es doctor en Literatura Comparada.
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