Muchas obras se han ocupado de estudiar la Armada Invencible y su impacto en la historia de Europa, pero hay un episodio relacionado con ella que apenas es conocido: un año después, en 1589, Inglaterra lanza contra España una flota de superiores proporciones: la Contra Armada.
“Contra Armada: La mayor victoria de España sobre Inglaterra” es un libro, basado en documentos inéditos de archivos españoles, reconstruye día a día, y por primera vez, el destino de aquella empresa. Y su autor, el historiador Luis Gorrochategui, arroja luz sobre el porqué de la manipulación histórica.
Un ejemplo es la Armada invencible que envía Felipe II contra Inglaterra. Nos ha sido presentado como un desastre para España y una gran victoria para Inglaterra. Pero no fue ni una cosa ni la otra. Pero nadie nos habla de la Contra Armada inglesa que envió la reina Isabel I para atacar España. Las dos Armadas se centran en la Guerra anglo-española entre 1585 y 1604, que terminó con el Tratado de Londres. Este fue pedido por los ingleses y muy ventajoso para España.
La Gran Armada de Felipe II tenía como intención derrocar a Isabel I e instaurar una monarquía católica. Pero todo salió mal desde el principio: retrasos, descoordinación, malos tiempos. La flota española se dispersó y tuvo que regresar a España. Pero solo se perdieron unas 25 embarcaciones, casi ninguna en combate.
Isabel I, envalentonada, empeñó los fondos de la corona para forjar una armada que diera la puntilla a la española. Pero calculó muy mal la fuerza de España. La mayoría de buques españoles -más de cien- estaban en los puertos del cantábrico reparándose tras el primer revés. La flota inglesa estaba comandada por Drake y Norris. La conformaban 180 barcos y 27.667 hombres.
Sus planes eran rematar a la flota española, tomar Lisboa, conquistar las Azores y establecer una base fija desde la que atacar España. Además, la última intención era hacerse con el comercio con Hispanoamérica. La expedición inglesa decidió tomar La Coruña para desde ahí marchar hasta Santiago de Compostela, símbolo de la España católica.
Del 4 al 19 de mayo, las murallas de La Coruña resistió las embestidas del ejército británico y de los barcos que la asediaban. Allí se destacó, por encima de todos, la figura de María Pita, que arrebatando la bandera de un inglés abatido por ella misma, arengó a los españoles: “¡Quién tenga honra, que me siga!”. Ese fue el inicio del declive de la Contra Armada.
Drake ante el fracaso mandó levar anclas y poner rumbo a Lisboa. Pero la moral británica, tras el fracaso en las costas gallegas, estaba por los suelos. Según Luis Gorrochategui, casi 1.500 ingleses habían caído en combates. Pero Isabel I había dado órdenes muy claras y Drake obedeció.
Norris desembarcó a la infantería a 70 kilómetros de Lisboa e inició una dura marcha a pie. Drake esperaba la llegada de estas tropas en el mar para sincronizar un ataque combinado. Sin embargo, la armada española y su infantería se habían repuesto y acudió a auxiliar Lisboa. Bloquearon a los hombres de Norris a las puertas de Lisboa, lo que provocó numerosos muertos entre los británicos.
Norris ordenó el repliegue y huyó, a través del Tajo, para ponerse al abrigo de su flota, al mando de Drake que esperaba en Cascais. Allí fueron cercados por Martín de Padilla que, al mando de galeras y brulotes (barcos incendiarios), hostigó duramente a los ingleses. Drake ordenó zarpar huyendo de nuevo.
Para suerte de los españoles, el viento les favoreció acercándose por la popa a las embarcaciones inglesas. El 20 de junio tuvo lugar la batalla frente al cabo Espichel, en la desembocadura del Tajo, donde los británicos perdieron otros 7 barcos y provocó la dispersión del resto de la armada.
En un intento desesperado, Drake puso rumbo hacia las Azores para intentar conquistar la isla. Nuevamente fracasó. Ello hundió el plan de Isabel I de montar en las Azores una base permanente para atacar a la flota de indias.
Pero lo peor estaba por llegar. En la flota de Drake y Norris apareció la peste. Cientos de cadáveres eran arrojados cada día por la borda y la moral estaba por los suelos. En una acción desesperada por conseguir víveres, el 27 de junio saquearon la población de Vigo pero sus habitantes, apresaron a 200 ingleses, que fueron ahorcados a la vista de todos sus compatriotas.
De los 180 buques que iniciaron la expedición, solo volvieron 102 a la pérfida Albión. Según Gorrochategui, apenas sobrevivieron 3.722 hombres de los 27.667 que partieron en la Contra Armada. Banqueros, comerciantes y la propia corona sufrieron las consecuencias. Así se fraguó la mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra (equiparable a la sufrida en Cartagena de Indias, a manos de Don Blas de Lezo).
Javier Barraycoa
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