Los comicios electorales, como cualquier competencia, arrojan unos ganadores, unos perdedores, otros que avanzan y otros que pierden terreno frente a sus rivales.
No suelo ser pesimista pero tampoco soy amigo del triunfalismo. Estoy convencido de que Colombia ha perdido esta importante confrontación, con base en las siguientes realidades:
Es indudable el avance de la izquierda. La coalición Pacto Histórico se constituyó en la primera fuerza política en el Congreso y, aunque no logró la mayoría en ninguna de las dos cámaras, puede aumentar su poder en alianza con otros partidos de izquierda como Partido Verde, Polo Democrático, las curules que Santos le regaló a las Farc, la representación indígena y aquellos aliados de lo que llaman la “centro-izquierda, que suelen deslizarse por un plato de lentejas o por sus coincidencias del pasado en la aprobación de leyes favorables a la subversión y a la protección de cultivos ilícitos.
Tanto el crecimiento de la izquierda que es, al fin de cuentas una expresión de inconformidad, como la brutal caída del Centro Democrático, reflejan una sanción popular a la gestión del Presidente Duque y al Partido identificado como partido de gobierno . Por consiguiente otros dos grandes perdedores fueron Duque y el Centro Democrático.
Difiero de la apreciación de algunos que catalogan a Petro como perdedor en esta contienda con el argumento de que no alcanzó las 30 curules que había anunciado que obtendría en el Senado. La verdad es que ninguna otra fuerza lo superó y eso equivale a ser un verdadero ganador, tanto en la lucha por el Congreso como en su consulta interna.
Sin haber obtenido la mayor votación, uno de los ganadores es indudablemente Federico Gutiérrez, candidato independiente y exalcalde de Medellín, pues en una corta campaña dejó atrás a todos sus competidores, con excepción del comunista Petro. Ha quedado claro que nadie como él está en condiciones de derrotar al terrorista en las presidenciales. Así lo ha entendido la mayoría de la opinión pública, con la sola excepción de los fanáticos seguidores del castro-chavismo. De hecho, ha comenzado un acelerado proceso de adhesiones a la aspiración del candidato Guitiérrez.
Está en manos de los votantes la suerte definitiva del país. Petro aún puede aumentar la considerable ventaja lograda el pasado domingo, con el apoyo de las izquierdas, los movimientos sindicales e indígenas, el derroche de inmensas cantidades de dinero en publicidad y compra de votos, y el fraude que ha comenzado a aflorar tanto en el país como en las votaciones del exterior.
Fico tiene la enorme responsabilidad de conducir al país en esta oscura coyuntura. Si actúa con tino, y se las arregla para canalizar el respaldo popular que empieza a emanar como espuma por todos los rincones, ahuyentaremos el pavoroso fantasma del comunismo agazapado desde hace varios años para conquistar a Colombia y convertirla en otro “paraíso” bolivariano como Venezuela.
Por: Luis Alfonso García Carmona, Presidente de Alianza Reconstrucción Colombia
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