En la edición de hoy del «Frankfurter Allgemeine Zeitung», el escritor Simon Strauss observa que la guerra en Ucrania ha hecho añicos muchas ilusiones del posmodernismo y podría traer una «Alemania más seria». Los seguidores de las ideologías posmodernas son actualmente como “copos de nieve en una granizada”.

El ataque ruso supuso un «shock» para aquellas personas que daban por sentada la paz en Europa, veían la guerra como «superada» y consideraban que la COVID-19 o el cambio climático serían los riesgos más relevantes a los que se enfrentarían en sus vidas. La comprensión del hecho de que uno ha vivido en un «sueño profundo» está comenzando a asentarse lentamente. El posmodernismo está desactualizado. Se vive una “renacionalización, una remilitarización, una reactivación de tanto”:

• La “mirada congelada hacia el exterior” va de la mano con “la pálida sensación de haber olvidado las técnicas de oposición, defensa y contraataque”.
• Las «luchas culturales por el reconocimiento de nuestro presente» de repente parecían «extrañamente periféricas». Nadie habla de «conquistadores rusos». El lenguaje está ahora «lleno de formulaciones que se dan por muertas», por ejemplo cuando se vuelve a hablar de «soldados caídos» o del «pueblo».

Pero queda “la cuestión de qué ves o quieres ver después de despertarte”:

• Todavía no se sabe cómo reaccionó la joven rescatadora climática alemana, «que siempre enviaba un escalofrío por la columna vertebral cuando las palabras amor y hogar […] se juntaban», ante la ucraniana de la misma edad, quien estaba preocupada por su tierra natal. porque ella era muy amorosa.
• En respuesta a la aparición de refugiados ucranianos, se cultiva una “semántica reflexivamente reactivada de tolerancia y diversidad”, que es inapropiada a la situación, ya que estos refugiados “no quieren quedarse aquí”. Debido a la falta de xenofobia hacia ellos, su apoyo ya no es adecuado como “prueba de progresismo político-moral”.

Cuando se trata de la crisis, la generación más joven continúa activa principalmente en las pantallas, incluso si es «bastante improbable» que la guerra pueda contrarrestarse de manera efectiva a través de expresiones virtuales de solidaridad y desconcierto.¹

Para que una crisis tenga un impacto positivo en la cultura de un país, debe haber instituciones allí que puedan explicar por qué ocurrió la crisis y cómo se puede contrarrestar de manera efectiva. En Alemania, sin embargo, las instituciones sociales relevantes están reaccionando impotentes ante la crisis actual o están abrumadas por ella porque ninguna de ellas tiene el equipo intelectual que se requeriría para una reacción adecuada. Esta demanda excesiva también podría observarse en el contexto de la crisis de Corona o el desastre de las inundaciones en el valle de Ahr .

Además, es probable que Alemania y Europa se encuentren solo al comienzo de una serie de crisis que podrían sobrecargar las capacidades de gestión de crisis existentes a mediano plazo. Es aún más importante ahora fortalecer los elementos resilientes en la cultura y la sociedad y construir recursos culturales que podrían necesitarse con urgencia muy pronto. Dejar de lado las ilusiones ideológicas, como menciona Strauss, es un primer paso para fortalecer la resiliencia cultural de las sociedades. (peso corporal)

1. Simon Strauss: «La conciencia nos vuelve cobardes», Frankfurter Allgemeine Zeitung , 14 de marzo de 2022, p.9.

Artículo publicado originalmente en alemán en https://renovatio.org/

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