Por Constantino A.
Inmersos en el conflicto de Ucrania, sobre el que no se va a tratar nada en este artículo puesto que las razones y motivos necesitan un análisis aparte, no está de más recordar un episodio histórico que involucró a carlistas y rusos. Ocurrió entre 1854 y 1856 en Crimea en el contexto de la guerra ruso-turca.
Todos conocemos los hechos de las dos primeras guerras carlistas y sus resultados, en la que muchos combatientes por la Causa tuvieron que refugiarse en la vecina Francia. Por este motivo se dio la circunstancia de que un porcentaje considerable fue enviado desde allí a Argelia, a la sazón colonia francesa.
En este país muchos de esos carlistas optaron por enrolarse en la Legión Extranjera, lo cual ya supuso en su momento un doble grado de heroísmo, pues venían de combatir en España para pasar a formar parte de una unidad operativa que era punta de lanza de las acciones de Francia en el exterior.
Por este motivo, cuando se desencadenó la guerra ruso-turca entre 1853 y 1856, Francia, Inglaterra y Cerdeña, decidieron intervenir del lado turco, contra Rusia y Grecia. Fue entonces cuando Francia por su parte, envió unidades de la Legión Extranjera, concretamente el primer y segundo regimientos extranjeros, y dentro de ellos el 4º batallón de extranjeros que casualmente lo formaban cuatrocientos españoles carlistas. El resultado final de esta guerra se saldó con la derrota rusa y su ratificación en la firma del Tratado de París de 1856.
Durante la primera gran batalla de esta guerra, la batalla del río Almá, que tuvo lugar el 20 de septiembre de 1854 y que finalizó con la derrota de las fuerzas rusas al precio de numerosas bajas, ya intervinieron los aguerridos carlistas, así como en el sitio de Sebastopol, entre 1854 y 1855, que tras once meses de sitio por parte de la coalición aliada cayó en manos de éstos. En ambas, los carlistas demostraron su espíritu de combate, abnegación y heroísmo, valores que ya llevaban interiorizados de las guerras en España. Condecorados y reverenciados por los mandos franceses, escribieron páginas gloriosas para la Historia.
Pasados los años, en la última guerra civil, entre 1936 y 1939, rusos blancos que habían luchado contra el bolchevismo en la terrible guerra civil rusa entre 1918 y 1920, tras la espantosa revolución de 1917, bajo el lema «Por la Fe, El Rey y la Patria» lucharon enrolados en tercios del requeté, como el Tercio María de Molina y el Tercio Zumalacárregui. El teniente general Eugenii Miller, fue el jefe del Ejército Blanco ruso.
En definitiva, héroes en ambos lados, luchadores por una Causa gloriosa, ejemplos a seguir para las generaciones posteriores.
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