El 16 de febrero de 1836, María Griñó, inocente madre del caudillo carlista Ramón Cabrera, fue ejecutada en la barbacana del fuerte de Tortosa como medio de intimar la rendición de su hijo y como escarmiento por las actuaciones del mismo. El responsable de la tal vileza, que escandalizó a la opinión pública de la época por tratarse de un acto infame y contra todo derecho, fue el comandante militar del Bajo Aragón, el general Agustín Nogueras, que dio la orden de fusilamiento con la aprobación del Capitán General de Cataluña, Francisco Espoz y Mina.

Los restos mortales de María Griñó fueron enterrados en el cementerio de Tortosa, pero se encontraban en paradero desconocido hasta ser recientemente identificados, en un nicho sin lápida perteneciente a la familia Olesa-Fonollosa, emparentada políticamente con María Griñó.

En efecto, Rafaela (María) Cabrera, una de las hijas de María Griñó, contrajo matrimonio con Manuel Homedes Vilàs. Del enlace nació Francisca Homedes Cabrera, que se casó con Víctor José Olesa Fonollosa, que fue jefe de la junta carlista de Tortosa y participó en la tercera guerra. Además, también una prima de Ramón Cabrera se casó con otro Homedes Vilàs, por lo que los lazos de ambas familias fueron estrechos

El Ayuntamiento de Tortosa decidió con buen criterio colocar una lápida en el nicho anónimo, que señalara que en él reposan los restos de la madre del famoso general carlista, perpetuando así su memoria.

Realizado el encargo, la lápida luce ya en su lugar, mostrando la imagen de María Griñó -la única que se conoce de ella, procedente del grabado de la biografía de Cabrera de Buenaventura de Córdoba-. y el siguiente texto:

María Griñó Diñé 29/XI/1782-16/II/1836

Madre del general carlista Ramón Cabrera Griñó, fue fusilada por militares liberales españoles de la época a las afueras de la ciudad, donde actualmente se encuentra la plaza de Alfonso XII, en venganza por los actos de su hijo. Tras haber pasado por diversas tumbas, sus restos reposan en este nicho, donde también reposan restos de la familia Olesa.

Así lo ha podido documentar una investigación municipal realizada en el verano de 2020.

En recuerdo de una víctima inocente de un orden político execrable.

Descanse en paz.

Ayuntamiento de Tortosa.

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Junto a una iniciativa que celebramos -la de identificar el lugar donde yacen los restos de un personaje que, muy a pesar suyo, figura en la historia de España-, el ayuntamiento de Tortosa, presidido por la Sra. Meritxell Roigé i Pedrola, de Junts per Cat, ha hecho gala, una vez más, del ridículo permanente en el que vive instalado el independentismo catalanista.

Lo de los “militares españoles de la época” no tiene desperdicio. Claro que podían haber sido militares chinos, y por eso conviene aclararlo; o haber sido fusilada por militares de otra época distinta a la del año de su muerte. Lo lógico, además, es que la hubieran fusilado militares franquistas, de ahí probablemente la necesidad de aclarar que fueron militares “de la época”, sin más precisión. En el fondo, lo que se quiere insinuar es que todos los militares vienen siendo iguales y solo se dedican a fusilar gente. Podían haber sido militares franquistas, pero estos fueron “de la época”. Da lo mismo, todos son iguales, todos son al fin y al cabo militares.

Lo del “orden político execrable”, en cambio, está muy bien visto. Suponemos que se refieren al orden político liberal. Y en eso si que estamos de acuerdo. Lástima que sea el mismo al que sirven con tanto entusiasmo Junts per Cat y los otros partidos independentistas.

Por Javier Urcelay

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