Existe en Europa un pequeño Estado fantasma no reconocido internacionalmente. Se trata de Transnistria o la también llamado oficialmente República Moldava Pridnestroviana. En los inicios de la Unión Soviética, la región de la Transnistria formaba parte de la República Socialista Soviética de Ucrania. Tras la anexión de Checoslovaquia por parte del III Reich, se firmó el 23 de agosto de 1939 el Pacto Ribbentrop-Molotov, donde se establecía la repartición de todo el centro de Europa entre Alemania y la URSS. Una de las consecuencias fue la anexión por parte de la URSS de una parte de Rumanía, dando lugar a la República Socialista Soviética de Moldavia. En este nuevo ente político se hablaba por igual el rumano y el ruso.En 1992, tras el colapso de la URSS, la Transnistria se separó de Moldavia. Ello se produjo tras una agresión iniciada por Moldavia contra la región separatista. Este tipo de conflictos han sido calificados como conflictos postsoviético congelados, esto es, una serie de crisis territoriales provocadas -y muchas aún no resueltas- por la caída de la Unión Soviética. La Guerra entre 1991 y 1992 se consumó con un empate técnico. En el territorio de Transnistria estaba estacionado el 14º Cuerpo de Ejército soviético que permitió la resistencia de la población pro-rusa. En esos momentos de crisis, Estados Unidos aprovechó la circunstancia para seguir su proceso acoso y derribo al viejo enemigo soviético, tal y como ya lo había hecho en Afganistán, apoyando a los enemigos de la antigua URSS.
La intervención Norteamericana en Transnistria
La situación en este conflicto fue realmente complicada, especialmente debido a la injerencia de Estados Unidos. Desde Washington se organizó el intento de secuestro de Igor Smirnov, líder sindical que se había erigido presidente de la nueva república y que había aglutinado al ejército ruso, a los cosacos y a la población de la región separatista. Mientras que EEUU imponía, el 28 de febrero de 1992, que la ONU reconociera ocho nuevos Estados, entre los que se encuentrana Moldavia, impidió que la Transnistria post-soviética y pro-rusa fuera reconocida, quedando en una situación alegal en el orden internacional. James Baker III, el entonces Secretario de Estado (durante el mandato de George Busch, padre) colocó en Rumanía a John R. Davis Jr., quien ya era conocido por haber movido los hilos de Solidarnosc en Polonia. También en Bucarest se instalará el jefe de la estación (o Antena) de la CIA, Harold James Nicholson (famoso en el mundo del espionaje porque dos años más tarde se pasó a trabajar para los rusos). E igualmente se instaló en Chisinau (capital de Moldavia) una representación diplomática que serviría de centro de operaciones militares contra Transnistria.
La recién inaugurada Moldavia post-soviética no tenía ejército. Washington consiguió que Rumanía aportara blindados y oficiales para formar a los futuros soldados. Además reclutó para el ejército a presos de las prisiones moldavas y rumanas, a cambio de la libertad y el botín que consiguieran en Transnistria. Ante la inminencia de los ataques moldavos, organizados por los norteamericanos, las autoproclamadas autoridades de Transnistria pidieron observadores internacionales a Boris Yeltsin, pero este -en pleno romance con Occidente- se negó. Por el contrario, dio la orden al 14º Ejército de una retirada total. El presidente moldavo, Mircea Snegur, y sus asesores estadounidenses, vio su oportunidad con hacerse con la región secesionada. El Parlamento moldavo aprobó una resolución para «aplastar a los separatistas». Pero un levantamiento popular consiguió que el 14º Ejército ruso desobedeciera a Moscú y que entregara armas y blindados a los rusófilos y cosacos venidos de Rusia.
El presidente moldavo, Mircea Snegur, ante su parlamento declaró que “Rusia ha desencadenado una guerra no declarada contra Moldavia. El Dniéster es una zona ocupada por el 14º Ejército ruso”. Pero callaba que el gobierno de Rumanía había enviado aviones y pilotos para combatir junto al ejército moldavo. Cuando se iniciaron las hostilidades, los moldavos atacaron indiscriminadamente población civil y objetivos militares. Políticamente, se hicieron movimientos para unir Moldavia a Rumanía (iba a ser la “Gran Rumanía”), pero su presidente –Ion Iliescu– descartó esa posibilidad ante el miedo de represalias rusas. En medio del conflicto Boris Yeltsin consiguió desmovilizar al 14º Ejército Ruso, pero fue sustituido por numerosos voluntarios y cosacos que acudían de toda Rusia. El 3 de julio, Boris Yeltsin y el moldavo Mircea Snegur, firmaban en Moscú un acuerdo de cese del fuego. Desde entonces, la Transnistria (rebautizada como Pridnestrovia) consiguió sobrevivir en paz bajo la protección de los últimos soldados del 14º Ejército ruso.
Abriendo frentes a Rusia
Uno de los organismos del llamado “Estado Profundo” norteamericano es la RAND Corporation, una especie de think tank dependiende del Departamento de Defensa de Estados Unidos. Desde ahí ha salido la planificación para debilitar Rusia abriéndole varios frentes. En su documento “Extending Russia: Competing from Advantageous Ground”, del 25 de mayo de 2016, la RAND Corporation propone las siguientes actuaciones internacionales: Armar a Ucrania; aumentar el apoyo a los yihadistas en Siria; promover un cambio de régimen en Bielorrusia; explotar las tensiones en el sur del Cáucaso; reducir la influencia de Rusia en Asia central y eliminar la presencia rusa en Transnistria. En el ultimo año hemos contemplado cómo Rusia ha tenido que intervenir en Siria para que los yihadistas formados por la CIA no se hicieran con el control del país. En Agosto de 2020, las elecciones en Bielorrusia -ante las manifestaciones en contra del régimen autocrático de Aleksandr Lukashenko– ponían en apuros al aliado estratégico de Rusia, situado entre Ucrania y Polonia. En diciembre del 2021, el presidente de Kazajistán, Kasim-Yomart Tokáev, calificó de “intento de golpe de Estado” las manifestaciones que surgieron a raíz del aumento de los precios del combustible. Rusia tuvo que intervenir para apoyar a su aliado estratégico y no perder así el control de la zona. Entre septiembre y noviembre de 2020, se produjo la segunda guerra del Alto Karabaj. Fue un conflicto armado entre las fuerzas Azerbaiyán Apoyados por Turquía, miembro de la OTAN) contra Armenia (apoyada por Rusia). Gracias a Rusia se llegó a un acuerdo de alto el fuego.
No es posible creer que la convulsiones militares y conflictos políticos en las fronteras de Rusia, sean mera casualidad. Dos meses antes del actual conflicto de Ucrania-Rusia, el 1º de enero de 2022, bajo la dirección del mundialista Stefano Sannino (ex representante en Serbia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), y actualmente nuevo Secretario General adjunto del Servicio Europeo de Acción Exterior (nombrado su segundo por nuestro masón Josep Borrell), se han realizado unas acciones desconocidas. Stefano Sannino ha encargado a los funcionarios de la Misión de Asistencia de la Unión Europea en la Frontera entre Moldavia y Ucrania (EUBAM) concretar el bloqueo económico contra Transnistria. Así que Rusia se verá obligada a establecer un puente aéreo para garantizar la alimentación de los 500.000 habitantes de ese enclave. Recordemos que ya en 2019, Moldavia acogía islamistas del Isis antirrusos. Todo indicaba que la zona iba a a volver a entrar en conflicto, respaldo por los Estados Unidos. El asunto tuvo su antecedente diplomático un año antes. El 22 de junio del 2018, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución A/RES/72/282 en la que “insta a la Federación de Rusia a que complete, de manera incondicional y sin más dilación, la retirada ordenada del Grupo Operacional de las Fuerzas Rusas y sus armamentos del territorio de la República de Moldavia (unos 1.700 soldados)”. El 24 de febrero Rusia invadía territorio ucraniano. El 15 de marzo de 2022, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa adoptó una resolución por la que reconocía la región de Transnistria como “territorio de Moldavia ocupado por Rusia”. El carácter “imperialista” de Stefano Sannino quedó en evidencia en un vídeo promocional sobre Europa, llamado ‘Creciendo juntos’. La campaña fue retirada por la Comisión Europa por las quejas recibidas de ser racista, sexista e imperialista. El vídeo tiene como objetivo animar a otros países a sumarse a la UE y lo protagoniza una mujer blanca que representa a las Unión Europea. Ante ella aparecen tres hombres -un asiático, un sultán que levita y un hombre negro que baila kapoeira- amenazándola con artes marciales. La mujer, calmada, logra que dejen las armas y dialogar con ellos. El anuncio acaba con el mensaje “cuantos más seamos, más fuertes seremos”. No cabe duda de que estamos ante un modus operandi en estas batallas geopolíticas.
Javier Barraycoa
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