(Gaudium Press) De lejos, la religión más influyente hoy en los EE.UU. es la católica, por su número y unidad. Pero esto no fue siempre así. ¿Cómo se llegó de un extremo a otro? Es el tema del escrito de Rino Camilleri en Il Timone, que reseña ReligionEnLibertad.
Destaca Camilleri el fanatismo protestante de los primeros pobladores anglos de los EE.UU. Tan fanáticos que por ello fueron expulsados de su tierra. Su consigna era la total libertad religiosa, pero no para todos: estaban excluidos de esa libertad papistas y españoles. Papistas, entiéndase católicos.
Pero los católicos entraron por el sur, con las misiones franciscanas y toda la evangelización que venía con los conquistadores españoles. Era pues la lucha entre un dominio wasp (white, anglo-saxon, protestant), y la influencia católica en el sur, que aumenta cuando en la guerra de 1848 EE.UU. se anexiona parte de México. Incluso, al parecer los EE.UU. no quisieron anexionarse más territorios para no introducir demasiados católicos en sus tierras.
En la guerra de secesión llegaron más católicos a tierras estadounidenses, fundamentalmente los borbónicos derrotados, que entraban principalmente a los estados de la Confederación del sur. La Confederación fue derrotada, pero los católicos que allá fueron a luchar ahí se quedaron, engrosando las filas de los ‘papistas’.
También estaba ya presente la inmigración católica irlandesa, que aunque despreciada, hacía su labor de expansión del catolicismo.
El resto, decisivo, lo fue haciendo la inmmigración latina, particularmente de mexicanos, que hoy hace que el catolicismo sea numéricamente la primera religión en los EE.UU., pues los protestantes están divididos en muchas denominaciones. (Recordemos la burla de Talleyrand, de que la diferencia entre Francia y EE.UU. era que Francia tenía una sola religión y muchos tipos de quesos…) También hay que añadir que en el S. XIX se dio un flujo continuo de conversiones del protestantismo hacia el catolicismo.
La fuerza del ejemplo
“Personajes legendarios como Buffalo Bill, Toro Sentado, Kit Carson y Alce Negro se bautizaron como católicos. Esto fue debido también al ejemplo de la abnegación del clero católico con los más desafortunados, independientemente del color de la piel. En la Guerra Civil [la Guerra de Secesión] las monjas católicas se dedicaron incansablemente a curar las heridas de ambas partes. Y a guerra acabada, el papa Pío IX envió su bendición con un rosario al presidente sudista Jefferson Davis, que estaba en la cárcel”, dice el autor italiano.
“Muchísimos nativos y otros tantos ex esclavos negros pudieron estudiar y adquirir dignidad gracias a las instituciones que la Iglesia católica, a pesar de las grandes dificultades y los boicots, había creado en el país. Pensemos también en la asistencia a los inmigrantes europeos, de los que Santa Francisca Cabrini es el símbolo. Con la crisis de la patata de 1871 y las despiadadas políticas económicas de los ocupantes ingleses, un millón de irlandeses murieron de hambre y otro millón desembarcó en Estados Unidos. Todos católicos. Después les llegó el turno a los contingentes italianos (en los años a caballo del siglo XX más de cinco millones de nuestros connacionales [ndr. italianos] desembarcaron en la isla de Ellis huyendo del hambre en la que la Italia ‘piamontesa’ les había hundido)”.
Todo ello mientras no se detenía el proceso de conversiones individuales que hemos mencionado antes. Monstruos sagrados del entretenimiento como Bing Crosby (suya es la canción más vendida de siempre, White Christmas), John Wayne, Gary Cooper (una de sus hijas era monja), Jane Russell, Loretta Young, Dolores Hart («novia» cinematográfica de Elvis Presley, acabó siendo monja de clausura), así como Babe Ruth (el más grande jugador de todos los tiempos del deporte estadounidense por excelencia, el béisbol), el general Lewis Wallace (autor de Ben Hur) y se podrían llenar más páginas. De hecho, necesitamos otro artículo”, concluye Camilleri.
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María
28/04/2022 at 22:11
El actor Gary Cooper sólo tuvo una hija (al menos reconocida) y nunca fue monja, es pintora y mecenas. Gary Cooper era episcopaliano y se convirtió al catolicismo en mayo de 1959 (dos años antes de su fallecimiento), ya que su mujer y su hija sí eran católicas practicantes, y tras una una audicencia con el Papa en el Vaticano.