Determinados personajes desaparecen del contubernio público, aunque la realidad es que siguen estando, porque de cara, o en la sombra, unas veces airean más protagonismo y otras menos, pero lo cierto es que no suelen ceder el control.
En sus etapas de mayor actividad mediática y consiguiente exposición, fruto de un ordeno soberbio y un afán de sometimiento al que les molesta a sus fines económicos, y de ampliación y concentración de poder, van dejando con sus golpeos marcas con cardenales, heridos graves e incluso muertos civiles, con lo que el ejercicio del control que no ceden se ciñe a evitar a toda costa que afloren sus “modus operandi”, trucos, tratos y trampas, no dudando en desviar atenciones y “echar balones fuera”. En ese despliegue aparentan una defensa a ultranza en las posiciones más débiles de asuntos sensibles a la opinión pública, construyendo una coraza impenetrable respecto a su maldad, y ello no obstante sus burdas maniobras de dimensiones olímpicas, esas que traicionan todos y cada uno de los valores del deporte, hábitat donde se mueven con mayor soltura, que no destreza. Nuevamente cuestión de control.
En este tipo de sujetos el árbol genealógico les otorga “un plus”, o más bien “el plus”, para sentirse impunes e inmunes, al tiempo que les fortalece la sensación de toda ausencia de cargo de conciencia, carencia fundamental en todos aquellos que producen males graves a otros, que sin embargo esconden con apariciones en medios “amigos” para hacer ver el gran trabajo que hacen en beneficio de la humanidad.
Además de la genética de poder suelen difundir su influencia por “ósmosis,” con una membrana semipermeable a fin de concentrar la fortaleza para procurar el mal donde más les interese, o donde se les comprometa o sea factible comprometerles, de modo que tienen unos cuantos “colegas” que les ayudan, de esos que parece que viven y mueren por el deporte, pero que en realidad sólo coadyuvan a su constante perversión institucional.
Dentro de sus “colegas” los hay especialmente cualificados, y revestidos de premios jurídicos, tal es así que se les acaba nombrando presidentes de organismos administrativos decisorios y con facultades de juzgar, aunque luego dimiten por “agotamiento”. No se sabe muy bien cuál es la causa, porque se agotan para dedicarse a “otras cosas”, pero lo cierto es cuando terminan su “misión” otra les espera. Pasan tiempos en la nevera, aunque sin dejar de ganar mucho dinero para acceder después aún con escándalo y ríos de tinta a puestos de esos en la cúspide de la democracia, con el trampolín más imaginario que real, del “reconocido prestigio”, dicho sea a modo de ejemplo “práctico”.
Cuando se analiza “el percal” por el noble ejercicio de una profesión y por un profesional, y se estudia la trazabilidad del mal, aparecen más personajes como auténticos “chinches”. Abogados del estado que hacen el ridículo sin rubor, fiscales que no firman sus informes mientras se desvían de su función y cambian de criterio en un mismo proceso, para aparentar, ponentes que salen para que entren otros, jueces que con la redacción de sus sentencias vulneran en un proceso civil la dignidad e inocencia de alguien al que no se le ha hecho ni una sola pregunta, policías de testigos, diciendo absurdeces impropias del cuerpo que luego se venden por los medios como un informe pericial de veracidad para acusar de delitos repugnantes, testigos forzados (por ser generoso), y para finalizar, y terminar la obra, la intervención del “padre, del hijo y del espíritu santo”, para que todos estén cuando se les invoca.
Podría dar cientos de detalles, pero de momento me conformo con que todo aquel que lea este artículo valore una conclusión. Con todo ello consiguen sus objetivos, que no son otros que abarcar cada vez más parcelas de poder, del deporte y control de medios a la justicia y de la justicia a manejar el sistema, y todo ello con apariencia constitucional, mientras los que lo hemos visto sabemos que existe un gran engaño a todos y cada uno de los ciudadanos, con confusión absoluta entre unas cuantas víctimas que lo son, pero no lo parecen, y muchos delincuentes que se sabe quiénes son pero jamás serán juzgados.
COMPARTE:
EMBÁRCATE EN LA LUCHA CONTRARREVOLUCIONARIA: Si quieres defender la cristiandad y la hispanidad, envíanos tus artículos comentando la actualidad de tu país hispano, o colaboraciones sobre la fe católica y la cultura, así como reseñas de libros, artículos de opinión… Ya superamos las 12.000.000 de páginas vistas anualmente en todo el mundo, únete a nuestro equipo de voluntarios y difunde la verdad compartiendo en redes sociales, o remitiendo tus colaboraciones a redaccion@tradicionviva.es . Puedes seguirnos en Telegram: t.me/tradicionviva / Facebook: @editorial.tradicionalista / Twitter: @Tradicion_Viva / Youtube: youtube.com/c/tradicionvivaTv / Suscríbete a nuestro boletín digital gratuito, pulsa aquí.
TE NECESITAMOS: Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política; puedes colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)