(Gaudium Press) Narcisismo, mal de nuestro tiempo, cuasi sinónimo de individualismo, de egoísmo, características todas del padre de la mentira según asegura el P. Stephen J. Rossetti, quien fue exorcista de la Arquidiócesis de Washington por 12 años.
El P. Stephen tiene una muy amplia experiencia en el tratamiento psicológico y renovación espiritual de religiosos, y es profesor de la Universidad Católica de América. Sus exorcismos se cuentan por centenas.
En una nota publicada en el sitio web del Centro San Miguel para la Renovación Espiritual, este presbítero que es monseñor cuenta un hecho vivido durante un exorcismo.
El Padre no tenía claro como se pronunciaba el nombre de la deidad cananea llamada Baal, que es un demonio, citado en las Sagradas Escrituras. “En una sesión de exorcismo posterior, ¡me enteré!”, afirma.
Era “un caso difícil y sabíamos que sería una batalla larga y fea. En un momento, exigí saber: ‘¿Cuántos demonios hay?’. La sarcástica respuesta demoníaca fue: ‘¡Demasiados para ti!’. A medida que la cohorte demoníaca se debilitó pude obligarlos a revelar los nombres de todos los líderes, mas el número total de demonios presentes: 856. Eso es mucho. Luego exigí saber los nombres de los líderes y sonó como un ‘quién es quién’ en el infierno. Esto no iba a ser fácil”.
Eran bastantes lo demonios en esa pobre alma. El exorcismo fue durando meses, pero la perseverancia se mostró efectiva, y uno por uno los demonios fueron saliendo.
En determinado momento “llegamos a Baal. Se vio obligado a revelar que quedaban 679 demonios. Los sacerdotes-exorcistas volvimos a realizar el Rito y, como siempre, los demonios aullaban de agonía. Estaban tan débiles en este punto que el agua bendita los quemaba y la mera visión del crucifijo [les] era agonizante. Esto los torturó”.
Continúa el sacerdote: “Ordené a Baal que se fuera y pronuncié su nombre, Ba’al, con dos sílabas. Para mi sorpresa, me corrigió con firmeza: ‘es Baal’ y lo pronunció con una sílaba. Más adelante en la sesión, me corrigió nuevamente y dijo que su nombre se pronunciaba Baal (como el balido de una oveja con una ‘L’ al final)”.
Para el presbítero esas claridades exigidas por el demonio no dejaban de ser extrañas, pues el demonio se mostraba bastante acosado en plena batalla contra los poderes de la Iglesia, y estaba “a punto de ser devuelto al infierno”.
“Y, sin embargo, él estaba concentrado en cómo pronunciar su nombre. ¡Esto era de un narcisismo increíble!”, ratifica el sacerdote.
El P. Stephen concluyó: “Los demonios son narcisistas totales y Satanás es el narcisista más grande de todos. En el infierno nadie piensa en el bien de otro. Es puro enfoque en uno mismo y, como Baal, el pensamiento extraño e irracional de un intelecto sucumbido al mal. Satanás sacrificaría a cada demonio bajo él en el infierno solo para su propio placer”.
Todo lo contrario del Cristo, que fue todo entrega, donación, hasta la muerte. ¿Quién será mejor ‘patrón’, Jesús o el demonio?
Con información de ReligionEnLibertad
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