Eugenio Trujillo Villegas – Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
Libertad o totalitarismo, prosperidad o miseria, propiedad privada o socialismo de estado. Estas son las opciones antagónicas entre las cuales se escogerá en las elecciones de este 29 de mayo.
Por un lado, tenemos un candidato que va a respetar el Estado de Derecho, la propiedad privada y las inversiones empresariales. Que fomentará el empleo, apoyará al sector productivo y enfrentará los grupos subversivos que pretenden destruir a Colombia. Es incuestionable que el sector privado es el único que acaba con la pobreza y mejora las condiciones de vida de la población.
En la otra orilla, el candidato inspira temor, pues participó del terrorismo siniestro del M-19 y promete un régimen socialista inspirado en el fracaso inconmensurable de la revolución bolivariana. Aunque lo niegue, su slogan de batalla será el mismo de Hugo Chávez, su maestro y mentor, con el tenebroso “exprópiese”, con el cual ya se destruyó a Venezuela, y pronto hará lo mismo con Chile y Perú.
Promete cancelar la minería del petróleo y del carbón, que es la mayor fuente de recursos del Estado; expropiará los fondos privados de pensiones; acabará la agro-industria de la caña de azúcar y del aceite de palma; reemplazará el eficiente sistema de salud privada de las EPS por la salud del Estado; y pondrá al Banco de la República a imprimir billetes para repartir subsidios entre la población necesitada.
Sobra decir que con ese sistema desaparecerá la empresa privada. Las alarmas están encendidas, aunque torrentes de falsa propaganda digan lo contrario. Colombia y el mundo saben cuál es el resultado del socialismo, que en ningún lugar ha generado prosperidad, sino miseria.
Una nación anestesiada e indolente
El País está anestesiado, como si le hubiesen aplicado un bebedizo satánico, lo cual no es ajeno a las prácticas del marxismo. Y ante el peligro en que estamos, los dirigentes religiosos y empresariales guardan silencio, como si no existiera ningún riesgo. Los obispos de Colombia, los más importantes empresarios y los líderes gremiales no manifiestan ninguna preocupación ante el peligro. Prefieren guardar silencio o hacerse los amigos del que ha decidido destruirlos si llega a la presidencia.
Como únicas excepciones, dos valerosos empresarios enfrentaron la cobardía y rompieron el silencio, denunciando el peligro de caer en el abismo totalitario. Miguel Cortés, presidente del Grupo Bolívar, y Sergio González Villa, presidente de Colanta, manifestaron con claridad que escoger el candidato equivocado llevará el País a la destrucción.
El año pasado Colombia vivió en carne viva las consecuencias de una ofensiva terrorista. Una falsa protesta pacífica contra el anuncio de una reforma tributaria que recaudaría 20 billones de pesos (US $5.000 millones), se convirtió en una asonada nacional que destruyó parte de la infraestructura privada y pública del País. A pesar de lo sucedido, el candidato socialista anuncia que ejecutará otra reforma tributaria para recaudar 50 billones (US $12.500 millones), y financiar así su proyecto socialista repartiendo subsidios entre los necesitados.
Aunque no lo digan, el cambio que propone es la destrucción del País. ¡Colombia quiere progresar! Quiere paz y prosperidad, lejos de la noche oscura del narco-terrorismo y de la guerrilla marxista que nos han destruido durante décadas.
Todas las encuestas son mentirosas y se han equivocado en los últimos 20 años. Y ahora nos engañan diciendo que ganará el candidato que quiere destruir a Colombia. ¡Eso no es verdad! Los colombianos no queremos que nuestra Patria se convierta en otra Venezuela, gobernada por sátrapas que se roban todo, desmantelando lo que se ha construido durante generaciones.
El Sagrado Corazón de Jesús salvará a Colombia
El equipo de campaña del candidato socialista está integrado por los más grandes corruptos de la política colombiana. ¿Será que esa gente nos va a gobernar con sabiduría y honradez? La respuesta obvia es ¡NO! ¡Los colombianos debemos despertar! Es una obligación moral y patriótica votar en contra del candidato que promete la destrucción del País.
Que nadie diga en el futuro que no fue advertido o que fue engañado. Los colombianos sabemos lo que pasará si elegimos mal. Solo nos queda pedir al Sagrado Corazón de Jesús y a Nuestra Señora de Chiquinquirá, que deshagan la trama de los que quieren la destrucción de Colombia. Que iluminen a cada votante el día de las elecciones y que no permitan que ocurra la tragedia que tenemos al frente de nuestros ojos.
Destruir una nación es fácil, pero apartar del poder a los que ejecutan la destrucción será una tarea titánica, y volver a construir lo que ha sido arrasado tardará décadas.
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