No podía ser otro que el maestro del terror y del suspense quien realizara el truco de magia negra por el cual cadáveres de alemanes se convirtieron en judíos sin pasar por la “vicaría” hebrea. No contentos con exterminarlos, los agentes masones los convirtieron Post Mortem a la fuerza a una fe que nunca profesaron. Este acto de doble impiedad los deshonrará para siempre frente al tribunal de Dios y el de la historia, el de Nuremberg no fue más que una vergonzosa farsa. Su infamia perdurará por los siglos de los siglos, ¿Acaso existe algo más vil que profanar de esa forma el cadáver de un soldado y utilizarlo para difamar y calumniar a su propio pueblo?
Alfred Hitchcock fue persuadido por su amigo y productor de cine, Sidney Bernstein, de abandonar momentáneamente Hollywood para colaborar en el proyecto «F3080», el nombre que los servicios de inteligencia británica le dieron a su propósito de realizar un documental sobre las supuestas atrocidades alemanas.
Son de sobra conocidas las imágenes de pilas de cadáveres de «judíos» descubiertos en los «campos de exterminio» liberados de Dachau y Buchenwald al final de la Segunda Guerra Mundial, pero lo que nunca nos dijeron es que la mayoría de esos cadáveres pertenecían en realidad a soldados alemanes muertos arrojados en dichos campos como parte de una operación psicológica ideada por los servicios de inteligencia británica.
El siguiente es un extracto del testimonio ocular corroborado de un soldado alemán capturado:
“En 1977, durante una visita a Nueva York y Cape May, conté la historia del tren lleno de prisioneros alemanes moribundos a dos ex oficiales estadounidenses. Ambos habían estado destacados en Heidelberg poco después de la guerra y lo sabían todo. Éstos admitieron que los vagones de ganado estaban llenos de soldados alemanes capturados que estaban infectados con tifus y disentería. En un día soleado a mediados de junio de 1945, me subí a un tren de carga y fui a Erfurt. El tren se detuvo aproximadamente un kilómetro y medio antes de la estación, así que me eché la mochila al hombro y comencé a caminar hacia la misma. Pronto reparé en un tren de carga de unos 20 vagones de ganado estacionado en una vía lateral. Un hedor insoportable venía de esa dirección. A medida que me acercaba, vi manos que sobresalían de los orificios de ventilación y escuché estremecedores gemidos al acercarme a los vagones, los que yacían hacinados en su interior repararon en mí y comenzaron a gritar “¡Agua, camarada, agua!” Pronto descubriría que estaban a punto de convertirse en extras involuntarios en una película que estaba dirigiendo Alfred Hitchcock, el célebre cineasta había firmado un contrato para realizar una película sobre los campos de concentración para el tribunal de Nuremberg.
Por la noche, los prisioneros muertos serían descargados en Buchenwald, Dachau y otros campos de concentración por los que aún estaban vivos. Hitchcock luego los filmaría, presentando los montones de cadáveres como víctimas de las atrocidades alemanas. Una gran cantidad de cadáveres fueron arrojados en Buchenwald por la noche, y al día siguiente los ciudadanos de Weimar se vieron obligados a pasar junto a los montones de cadáveres en descomposición y oler el hedor repugnante. Algunos de ellos realmente se tragaron la propaganda estadounidense de que los cadáveres habían sido prisioneros de un campo de concentración. Todo fue filmado como parte de la película de Hitchcock. Posteriormente, los cadáveres fueron arrojados a fosas comunes en los alrededores. Esta es la explicación que me dieron los dos ex oficiales del ejército de los EE. UU. sobre el tren lleno de prisioneros alemanes moribundos que presencié el 16 de junio de 1945. Certifico que mi testimonio es un relato verdadero de lo que personalmente he visto y experimentado”.
¿Era consciente Hitchcock de que los supuestos cadáveres de prisioneros judíos eran en realidad cadáveres de prisioneros de guerra alemanes? Quizás simplemente, lo “intuía”, pues consta que le confesó a un amigo que le preocupaba el hecho de que el público pensara que algo de lo que estaba presenciando era falso«. El suyo es uno de los primeros casos de buenos profesionales que tienen que comulgar con la mentira o mirar para otro lado para seguir trabajando o viviendo.
En el nuevo orden mundial que quedó inaugurado tras el final, no de la segunda guerra mundial, sino de la primera (la segunda no fue más que un último intento desesperado de subvertirlo) muchos no tendrían más opción que elegir entre el martirio o la ignominia. ¿Acaso no se permitió el lujo la masonería de desplegar sus pancartas en la Plaza de san Pedro en 1917 proclamando que Satanás debía reinar en el Vaticano y que el papa sería su esclavo? Satanás reina tras la segunda guerra mundial no ya en el Vaticano sino en el mundo entero y lo segundo es posiblemente consecuencia de lo primero.
Ceremonias o desfiles como éste son sin duda los responsables de que las dos guerras mundiales se convirtieran en espeluznantes carnicerías en las que resultaba prácticamente imposible conducirse de forma heroica o mínimamente caballeresca. No cabe ya hablar de crímenes de guerra, ambas guerras fueron un inmenso crimen ideado en los aterciopelados salones de las logias masónicas, ya fueran británicas o continentales.
El testimonio del soldado alemán sería confirmado por el propio el Ministerio de Información británico, que admitió que la BBC estaba involucrada por aquellas fechas en una campaña de propaganda anti-alemana para distraer al público de las horribles atrocidades cometidas por el ejército soviético.
Victor Cavendish-Bentick, Jefe del Ejecutivo Británico de Guerra Psicológica, confesó igualmente sus temores en una nota manuscrita, escrita el 27 de agosto de 1943, de que operaciones como las mencionadas salieran a la luz.
Es preciso dejar bien claro antes de nada que la mayoría de los judíos no fueron cómplices en este infundio. Los verdaderos artífices de la operación de prestidigitación impía fueron los servicios de inteligencia masónicos del Reino Unido y de la Unión Soviética, maniobras como esta les permitieron presentar la segunda guerra mundial como una “santa” cruzada contra el pueblo alemán satanizado, cuando los satanistas eran ellos que adoran a Lucifer en sus logias siniestras y criminales. Todo el orden post bélico se asienta sobre fundamentos tan poco sólidos como éste, un orden que es preciso mantener empleando la violencia y la intimidación a fin de que la verdad no se imponga y ocasione su colapso, este tipo de infundios constituyeron los prolegómenos de la tiranía global que se está fraguando en Davos a través de la difusión masiva de todo tipo de patrañas.
Durante generaciones se ha inculcado en el pueblo alemán calumniado de la forma más miserable un complejo de culpa monstruoso que los mantiene doblegados, cuando la verdad es que la masonería internacional organizó dos guerras mundiales para destruirlos por que eran la única nación que podría representar un verdadero obstáculo a su proyecto de crear un imperio universal luciferino. Los verdaderos maestros titiriteros de dicho imperio eran por supuesto, los Rothschild; ya señaló Colins Piper que el imperio británico era en realidad el imperio Yidish.
Pero es preciso aclarar también en cualquier caso que el ascenso social de los asquenazis que muchos consideran injustificadamente como la fuente de todos los males se debe simplemente al patronazgo de esta familia que acapara la mitad de la riqueza mundial y que favorece especialmente como cabría esperar a los miembros de su propia “tribu”. La triste realidad es que todos los desaprensivos sin escrúpulos, ya sean judíos o gentiles, eso es lo de menos, acuden como moscas a recibir el espaldarazo del patriarca de los Rothschild saludado desde hace tiempo de forma blasfema como el nuevo rey de reyes.
La guerra en Ucrania es por supuesto la última operación realizada por la masonería para acabar con toda resistencia a la instauración final de una tiranía global satánica.
Muchos han confesado su asombro ante el espectáculo de esa guerra encarnizada librada entre eslavos. Pero la guerra en Ucrania no es una guerra entre eslavos, sino entre mercenarios de todas partes pagados por los gobiernos masones occidentales y eslavos.
No creo que los miembros del batallón Azov pudieran presentar una resistencia efectiva a los rusos, el problema son los gobiernos masones occidentales que están armando a los mercenarios entrenados y financiados por sus servicios de inteligencia.
Sin duda los dirigentes rusos, al negarse a renegar completamente del legado soviético de su país, tienen gran parte de culpa en el odio que manifiestan hacia los rusos muchos ucranianos de la zona occidental que no pueden olvidar, y lo entiendo, la espeluznante hambruna provocada por los dirigentes soviéticos.
Pero lo que alimenta la violencia en Ucrania no es el rencor de algunos ucranianos, es el lamentable hecho de que los gobiernos de Occidente han sido secuestrados por una élite carroñera que no está dispuesta a responder de ninguna manera ante sus ciudadanos, ni los representan, y que la mayoría de los altos mandos de sus ejércitos son miserables traidores sin sentido del honor, ni dignidad, vendidos o manejados por los banqueros que giran en torno de los Rothschild.
El problema fundamental es que los ciudadanos occidentales están desarmados frente a unas fuerzas policiales cobardes y descerebradas.
Hay que dejar bien claro que lo que vivimos en Occidente desde finales del siglo XIX es una lucha encarnizada, no entre concepciones políticas diferentes, sino entre dos religiones irreconciliables: el cristianismo y el satanismo, sólo que la mayoría no sabe en qué bando lucha cegados como están por odios o rivalidades ancestrales sin ningún sentido ahora que quien verdaderamente manda en el mundo (incluyendo de momento y por desgracia a Rusia) y le hace la guerra a todos en todos los países es el Foro Económico Mundial, la Organización Mundial de la Salud, que habría que llamar de la pestilencia y la enfermedad, la OTAN, el grupo Bilderberg y la Comisión Trilateral.
Y para concluir me permito citar al poeta Auden en un sentido que él habría sido incapaz de prever dado el vuelco de 180 grados y el giro radical de los acontecimientos que amenazan con precipitar sobre todos la ira de los cielos y con reventar en todas partes los cimientos de la civilización:
“Yesterday the Sabbath of witches; but today the struggle”
JF Fernández-Bullón
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