Valentina Orte
Los uigures, pueblo casi desconocido cuya historia, al igual que su origen étnico es motivo de controversia entre los nacionalistas uigures y la autoridad china. Estos les consideran nativos de Sinkiang; sin embargo, dados los descubrimientos de las “Momias del Tarim” relacionándolos con los rasgos del pueblo uigur actual, se cree que son descendientes de pueblos indoeuropeos que, más tarde, en el siglo VIII, establecieron el Kanato[1] que se extendió desde el mar Caspio hasta Manchuria durante el período que va del año 745 al 840 en que fueron derrotados por los kirguises.
Como consecuencia de esa derrota, algunos grupos de uigures emigraron hacia nuevos territorios, incluyendo las actuales regiones de Sinkiang y Gansu en lo que hoy es la República Popular China. Fue la dinastía Qing la que impuso su control total sobre la zona de Sinkiang a mediados del siglo XVIII. Años después, la llamada Primera República del Turkestán Oriental se independizó en 1933 y gobernó el destino de los uigures hasta que en 1949 fue ocupada por el Ejército Popular de Liberación. Muchos partieron entonces al exilio. Los que quedaron, padecieron especialmente durante la Revolución Cultural la represión por las autoridades chinas de su fe y sus costumbres, además del abandono económico de la región.
El Gobierno chino invirtió grandes sumas para aplacar el creciente sentimiento independentista en la región e intentar disminuir la gran desigualdad de desarrollo entre esta región occidental y las de la costa oriental, más favorecida económicamente. Esto dio lugar a movimientos de rebeldía porque a pesar de ser considerada la zona como una “región autónoma” seguía siendo parte de China, cuando como los uigures alegaban era evidente que sus antepasados vivieron en el área antes de que las dinastías Han y Tang establecieran allí su dominio.
Surge así el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental (ETIM), que ha sido considerado grupo terrorista por la ONU y Estados Unidos.
En la situación actual de los uigures, se aprecian dos grupos: los que pudieron en algún momento, salir al exilio, han formado distintas comunidades en Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán y, al parecer, según el Congreso Mundial Uigur celebrado en Munich en 2009, existen también importantes comunidades de uigures en Estados Unidos, Suecia y Alemania. Otro grupo muy importante es el que quedó en el interior; sobre el que ha recaído la presión y persecución por parte del gobierno chino para lograr la asimilación de estas minorías étnicas, al igual que ocurrió con Tibet en el pasado. Presionan a comunidades enteras a través del uso de la violencia para imponer la cultura y la tradición de la etnia Han, que es la mayoritaria en el país —del total de casi 1.400 millones de ciudadanos chinos, 1.200 millones pertenecen a la etnia Han—.
La presión y persecución la realiza China recluyendo, a más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas, en centros de detención de «reeducación» en Xinjiang, según un informe del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial. Beijing ha negado cualquier maltrato, afirmando que estos campamentos son «centros de formación profesional» que ayudan a acabar con el extremismo de los separatistas islamistas, además de brindar a la gente nuevas habilidades.
Sin embargo, un informe de 2018 de Amnistía Internacional encontró que la detención arbitraria de los uigures musulmanes en toda la provincia estaba muy extendida. El grupo de exiliados que participaron en 2019 en el Congreso Mundial Uigur, afirmó que los detenidos están recluidos sin cargos y obligados a someterse a un intento de adoctrinamiento gritando consignas del Partido Comunista Chino. Ante la negativa del gobierno chino, presentaron en 2020, vídeos en los que se veía a hombres con los ojos vendados arrodillados y esperando ser llevados a trenes en Xinjiang, El embajador de China en el Reino Unido protestó ante la BBC, asegurando que el vídeo podría ser falso, pero los servicios de seguridad australianos autenticaron su validez.
Existe además evidencia de que el gobierno chino está tomando medidas draconianas para reducir las tasas de natalidad entre los uigures como parte de una campaña para frenar a la población musulmana. Un informe publicado en 2020 por el académico Adrian Zenz afirmaba que los mandos chinos estaban obligando a las mujeres uigures a esterilizarse o colocarse dispositivos intrauterinos (DIU), en Xinjiang e incluso a abortar. Una investigación de Associated Press en 2020 descubrió que las mujeres en la provincia se han enfrentado a multas y amenazas de detención por violar los límites de tener bebés.
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La mayor indignación surgió en enero de 2021 cuando la embajada china en Washington afirmó que las políticas gubernamentales habían liberado a las mujeres de la etnia uigur de ser «máquinas para hacer bebés«. Confirmando la política de control de la población que va imponiendo esa secta cuyos principios: Libertad, Igualdad y Fraternidad, dicen seguir.
Más de 180 grupos de derechos humanos han instado a marcas y minoristas a rechazar productos exportados por China porque el algodón es recogido por los uigures sometidos a trabajo forzoso. Y claro, a los problemas descritos anteriormente, se une ahora un elemento que afecta negativamente a la economía y ante esto, hubo naciones, Alemania, Francia y alguna más, que protestaron ante la ONU exigiendo cambios en el comportamiento chino.
Un día después de la ceremonia de apertura de los Juegos de Invierno, Xi Jinping se reunió con el secretario general de la ONU, António Guterres, quien pidió al líder chino que permitiera a una delegación del organismo internacional viajar hasta Xinjiang para una especie de inspección sobre derechos humanos. Xi aceptó la propuesta bajo unas condiciones que nunca trascendieron. Algunas organizaciones internacionales acusaron a Guterres de frenar un informe que la ONU estaba a punto de publicar sobre abusos a los uigures de Xinjiang. Informe que sigue sin ver la luz, mientras Pekín lleva tres años organizando a los corresponsales extranjeros excursiones a Xinjiang donde les muestran una especie de parque de atracciones con uigures que cantan, bailan y profesan su religión con total felicidad y libertad. El periodista puede elegir viajar por su cuenta a la región, como hizo El Mundo recientemente, pero al llegar se enfrenta a un seguimiento continuo y nada disimulado por parte de funcionarios estatales y sabe que tratar de conseguir cualquier testimonio supone poner en peligro a la persona que accede a hablar.
Michelle Bachelet, que llevaba tiempo pidiendo un viaje sin restricciones para poder investigar sobre las muchas denuncias de abusos, fue enviada como Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos[2] a fin de investigar las denuncias de abusos sobre los uigures.
Sin embargo, no han faltado críticas por la falta de credibilidad de su visita. Como la de Ned Price, portavoz del Departamento de Estado de EEU quien afirmó: «El continuo silencio de la alta comisionada frente a la evidencia indiscutible de las atrocidades en Xinjiang es profundamente preocupante, particularmente porque ella es y debería ser la principal voz sobre los derechos humanos«. La directora de Human Rights Watch en China, Sophie Richardson, vino a corroborarlo cuando aseguró que «Es un desafío a la credibilidad que el Gobierno chino permita que la alta comisionada vea alguna cosa que no quieren que vea, o que permita que los defensores de los derechos humanos, las víctimas y sus familias hablen con ella de manera segura, sin supervisión y sin temor a represalias».
Pero, ¿por qué un alto cargo de la ONU va a olvidar el trabajo que le compete y se va a doblegar ante un sátrapa? Por la demostrada afinidad de Verónica Michelle Bachelet Jeria con algunos actos del gobierno chino contra los uigures, como son todas aquellas normas que, tanto el NOM como la ONU,−organismo del cual depende−, no solo defienden, sino que imponen. Nunca ha admitido en público si es masona o no, pero sí su inclinación por influencia familiar, como ella misma ha declarado, a través de su padre de quien consta estuvo 38 años vinculado a la Gran Logia de Chile, el cual, al parecer, ingresó en la masonería coaccionado por el abuelo Jeria que ya lo era.
De modo que si no es masona, será por esa afiliación familiar por lo que ha declarado que los principios de esta asociación constituyen un “pensamiento de vanguardia” y la “voluntad para ser arquitectos de una sociedad libre y fraterna”. Añadiendo: es necesario “un nuevo contrato social con una nueva era” para el que se necesitan “principios masónicos”. “Porque el contrato social que hasta ahora tenemos diríamos que, o está quebrado, o no está dando los resultados que todo el mundo espera de él, para lo cual necesitamos y contamos con uno de los principios masónicos: la solidaridad, la fraternidad”.
Expuesto cuanto antecede, solo alguien con la suficiente ingenuidad imaginaría que la señora Bachelet, haciendo honor a su cargo, pondría firme a Xi Jinping al defender esos derechos humanos de solidaridad y fraternidad que dice amparar, de modo que los pobres uigures tendrán que seguir aguantando al sátrapa.
- [1] Kanato o janato, es una palabra de origen túrquico-mongólico utilizada para describir una entidad política gobernada por un kan.
- [2] El departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció en diciembre de 2021 sanciones contra ocho empresas de tecnología chinas por el papel que desempeñan en la represión contra la población uigur: La acción de hoy demuestra cómo las empresas privadas del sector de la tecnología y la defensa cooperan de forma activa con los esfuerzos del Gobierno chino por reprimir a los miembros de grupos minoritarios étnicos o religiosos. También la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio de EE.UU. incluyó a 31 instituciones y empresas chinas, entre las que figura la Academia de Ciencias Médicas Militares y 11 de sus centros de investigación, a su lista negra de entidades con las que prohíbe la exportación de tecnología estadounidense. Señaló que añade estas organizaciones a la llamada lista negra para «responder a las amenazas a la seguridad nacional de EE.UU. que suponen los esfuerzos de la República Popular China para desarrollar biotecnología con fines militares y de abusos de los derechos humanos». (¿Tendrá relación esta actitud con las sucesivas pandemias padecidas?)
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