Eugenio Trujillo Villegas – Director: Sociedad Colombiana Tradición y Acción
El resultado de las elecciones del pasado domingo produjo el más grande desconcierto en el País. Fueron muchas sorpresas, que anuncian desde ya un profundo cambio en el futuro de Colombia.
Sin duda ganó la extrema izquierda con el 40,3% de los votos. Pero esa fue la misma votación que sacó en la elección presidencial de hace 4 años, lo cual indica que no creció en absoluto, y que para la segunda vuelta que será el 19 de junio, tampoco aumentará sus votos.
A última hora apareció el solitario Rodolfo Hernández, quien sacó el 28,1% de los votos, ganando el derecho de ir a la segunda vuelta. En contra de lo previsto por las encuestas, Federico Gutiérrez obtuvo apenas el 23,9%. Por último, Sergio Fajardo desapareció del espectro político al sacar tan solo el 4,2%, por causa de su discurso indefinido y gaseoso, que decepcionó a sus seguidores.
La gran lección de esta jornada electoral es que la política está en el más absoluto desprestigio. Ninguno de los partidos tradicionales consiguió tener candidato presidencial, porque en las consultas previas todos fueron rechazados. Y sus renombrados jefes, que se consideran dueños de Colombia, en realidad son los hombres más desprestigiados del País, comenzando por el presidente Duque, cuya popularidad está en el 25%.
Dos candidatos antagónicos
Los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta se sitúan en posiciones ideológicas y políticas radicalmente opuestas. La extrema izquierda, que se ha empoderado de los jóvenes y del descontento social, con el torpe discurso del socialismo latinoamericano, presenta como modelo a seguir la miseria de Cuba y de Venezuela. El cambio que promete obnubila a sus electores, que quieren un País mejor, pero están siendo conducidos hacia el fracaso rotundo del chavismo.
Esa propuesta marxista fue un tiro que salió por la culata. Porque el candidato Rodolfo Hernández también esgrimió un discurso implacable, convocando a un cambio en la forma de hacer política, pero sin lanzar al País a los abismos suicidas propuestos por Petro. Y la gente le creyó, especialmente porque su propuesta es verdadera en cuanto a la corruptela indecente que se ha apoderado del Gobierno de Colombia y de sus partidos políticos. Todos roban y además la politiquería permeó a la justicia, haciéndola totalmente inoperante.
La triste realidad es que en Colombia, desde hace décadas, los gobernantes y los partidos políticos sólo se preocupan por aumentar escandalosamente los impuestos, para después robarlos en forma miserable, en medio de la más absoluta impunidad. Y la promesa frentera de acabar con ese aquelarre de corrupción, catapultó a Rodolfo Hernández y lo llevó a la segunda vuelta. Sin partido político, sin alianzas con nadie, sin recaudar dinero, completamente solo, apenas con el apoyo de las redes sociales, consiguió que su discurso implacable contra la corrupción se volviera creíble.
La mayor alianza política de Colombia
Es evidente que quienes rechazamos la extrema izquierda, vamos a apoyar a Rodolfo Hernández en la segunda vuelta. Desde la noche misma de las elecciones, hemos conformado la mayor alianza política que se ha generado en Colombia. Sin necesidad de ninguna convocatoria, sin que se haya hecho gestión alguna, todos nos hemos alineado contra Petro.
Todos contra la ruina de Colombia; todos contra la socialización del País; todos contra la irracionalidad de sus propuestas marxistas; todos contra la corrupción, pero dentro de la legalidad y respetando el orden institucional; todos luchando por construir el País, pero sin lanzarlo a las llamas de la revolución social.
Ese es el Partido Anti-Petro, que acaba de nacer. La gran diferencia entre los dos candidatos es que Petro propone demoler a Colombia y transformarla en cenizas humeantes, mientras que Hernández propone corregir con mano dura los defectos protuberantes que padecemos.
En la elección presidencial del 19 de junio, la extrema izquierda tratará de conservar sus ocho millones de votos, aunque es muy probable que disminuyan. Y el resto de Colombia se unirá a Rodolfo Hernández, para llevarlo a la presidencia con doce o trece millones de votos, considerando que algunos petristas arrepentidos se deslizarán a última hora hacia Hernández, y también evidentemente, algunos electores migrarán hacia Petro.
El peligro del marxismo despertó a Colombia
¡Qué paradoja! El triunfo de la izquierda despertó a Colombia y la unió alrededor del sentido común, que nos indica que para mejorar el País no es necesario destruirlo. Y eso es exactamente lo que hace Petro con sus paros terroristas sucesivos, con sus amenazas expropiatorias, con sus propuestas marxistas descabelladas, que nunca han funcionado en lugar alguno del planeta.
Solo esperamos que sea verdad lo que promete Rodolfo Hernández con tanta vehemencia. Es decir, combatir la corrupción para que Colombia tenga un futuro mejor.
¡En definitiva, el Sagrado Corazón de Jesús salvará a Colombia! No es comprensible que una nación católica sucumba ante propuestas marxistas que la pretenden destruir, demoliendo el trabajo de generaciones, aunque hasta ahora ninguno de los obispos del País, y apenas unos pocos de sus empresarios, han levantado la voz para defenderla.
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