Empieza junio, mes universal de un orgullo que empezó saliendo del closet tímidamente y que, en poquísimas décadas ha salido, no solamente del armario; sino que ha tomado por asalto las calles con banderas, vestimentas extravagantes, consignas y lemas que abarcan una diversidad tan grande como el mismo abecedario.
Junio, hermoso mes al que debemos un sol risueño que saluda nuestras mañanas con su verano prometedor. Y ahora, además de sol tenemos un ingente número de arcoíris que adornan prácticamente ya todas las tiendas, amén de todas las prendas y productos de lo más variopintos a los que, además, se suman con gran entusiasmo varios edificios corporativos y aún algunos de uso oficial y hasta escolar. Junio, ¿quién podrá recordar que es el mes consagrado al Sagrado Corazón de Jesús a Quien hemos ocultado sino en el armario si en el cajón o al interior de las iglesias?…
Si antes se promovía el pudor, esa innata virtud que nos inclina a dejar en el ámbito de lo privado, lo que pertenece a la más estricta intimidad; ahora se promueve un desafiante orgullo que toma masivamente la calle de una importante ciudad cada 2 años. Amén de que no hay prácticamente ciudad, por pequeña que ésta sea, que permanezca ajena a alguna de las tantas celebraciones de este mes. Y es que, el movimiento que empezó en los Estados Unidos, con los famosos “disturbios de piedra” (stonewall riots) es actualmente celebrado, por todo lo largo y ancho de occidente.
¿Pero, cómo un movimiento que empezó de forma tan confusa tiene hoy relevancia internacional? ¿Cómo paso de estar encerrado en el closet a estar en todas las salas de estar de cada familia que tiene un televisor? ¿Cómo paso, de pedir tolerancia a exigir derechos contrarios a la base y fundamento de toda civilización? ¿Cómo paso de lo furtivo a imponer su ideología hasta en bibliotecas, colegios y aún en jardín de niños? ¿Cómo pasaron de ser tolerados a ser aplaudidos, privilegiados y celebrados? Estas y otras preguntas son las que trataremos de responder en ésta y la siguiente entrega.
Por tratarse de un tema tan delicado quiero aclarar que lo que aquí se expone son hechos y no hay lugar para mofas, ofensas así como cualquier juicio personal el cual sólo a Dios corresponde. Hecha la aclaración, empecemos por el principio.
La mayoría de las personas sitúan el origen del movimiento LGBT en el levantamiento que se originó, en 1969, en respuesta a una habitual redada policial en el Stonewall Inn, un bar frecuentado por homosexuales ubicado en West Village, Manhattan, en Christopher Street. La razón de las acostumbradas redadas era la venta de licor, sin licencia, que dicho bar ofrecía bajo la protección de los jefes de la mafia y el soborno policial. Esa noche, mientras se hacían los registros habituales a los clientes, con el acoso acostumbrado, alguien aventó la primera piedra y empezó el disturbio.
Los manifestantes, unidos por la violenta organización llamada las panteras negras y otros manifestantes, rompieron puertas, ventanas y todo lo que encontraron al paso. Durante esa madrugada, gran parte del establecimiento fue quemado o destrozado. Tras ese suceso, se llevaron a cabo manifestaciones violentas durante cuatro noches seguidas, que culminaron con la formación del frente de liberación “gay”.
Un año después, el 28 de junio de 1970, los activistas organizaron su primera marcha llamada el Día de la Liberación de Christopher Street en Nueva York. No obstante, las acciones fueron controvertidas y aún algunos activistas homosexuales, como Randy Mimbre llamaron a los disturbios «desordenados y vulgares» por lo que no lograron la aceptación esperada.
Sin embargo, a fines de los años ochenta y principios de la década de los noventa, la imagen de dicho movimiento comenzó a cambiar. El punto de inflexión fue la marcha nacional de 1987 en Washington, la cual, debido a su tamaño, pero sobre todo a la presencia de personas de gran influencia, fue todo un éxito. En ella se incluyeron, además de varias letras del abecedario, temas sociales y oradores para todos los gustos; como la activista feminista, Eleanor Smeal; el líder de los derechos civiles, César Chávez; la actriz y humorista, Whoopi Goldberg y Jesse Jackson, candidato a la nominación a presidente por el Partido Demócrata.
Así el movimiento, con el apoyo y promoción de los ricos, poderosos y famosos, empezó a dirigir su estrategia a ganar, no la tolerancia con la que ya contaban, sino con lograr la igualdad legal y con ello, el reconocimiento social. Marshall Kirk y Hunter Madsen hablan de dicha estrategia, la cual ayudaron a diseñar, en su libro: “Detrás del balón” (After the ball). En éste, exponen las tácticas dirigidas a la transformar la mentalidad de la sociedad americana a favor de dicho movimiento. El objetivo ya no era la tolerancia, que implicaba una neutralidad pública, sino la total transformación de la mentalidad del americano promedio a fin de lograr su abierta y completa aprobación “a la causa”, a través de los programas transmitidos por los diferentes medios de comunicación.
El libro de Darel E. Paul, autor de: “De la tolerancia a la igualdad” (From tolerance to equality), es otro libro que explica cómo se llevó a cabo dicho proceso con el apoyo de agentes del poder cultural y económico (políticos, filántropos, corporaciones transnacionales, organizaciones internacionales, artistas e intelectuales) así como de los grupos que más respeto y confianza generan en la sociedad como son: escuelas, instituciones médicas e instituciones religiosas que, poco a poco se fueron y se siguen sumando a dicho movimiento.
Así, el llamado derecho a practicar una actividad sexual a cuál más diversa, ha ido ganándose la opinión pública a través de variados medios de persuasión, sutiles más constantes.
De acuerdo con la encuesta del Centro de Investigaciones de Estados Unidos del 2000 el porcentaje de la población que acepta otro tipo de uniones diferente al natural, de un hombre y una mujer, está creciendo a pasos agigantados. Es de un 72% en los Estados Unidos, del 85% en Canadá y del 69% en México.
En los hasta hace pocos países mayoritariamente católicos la situación no es muy diferente: 76% en Argentina, 67% en Brasil, 73% en Filipinas y en la católica Polonia es de 47%. Estas cifras, como todos sabemos, han aumentado en estas últimas dos décadas.
Entre los países con una mayor oposición está: Rusia que se pone a la cabeza con un escaso 14% de aprobación. Así como los países musulmanes y gran parte de los países africanos.
Este cambio de paradigma en nuestra sociedad se debe en gran medida, a que poco a poco, pero sin pausa, fuimos; a través de programas de televisión, música, videos, celebridades y líderes de opinión, recibiendo temas y mensajes encaminados a la aceptación de una sexualidad “a la carte” tan diversa como el deseo personal.
Actualmente, se ha volteado la cara de la moneda y la tolerancia se ha transformado en exigencia, una exigencia que acapara todos los medios. El año pasado en Paris fueron agredidos los fieles católicos que participaban en una procesión en recuerdo a los mártires de la Comuna. La gran mayoría de los medios ha callado, lo mismo que las autoridades, empezando con las francesas. Sin embargo, durante todo este mes veremos en todos los medios, con apoyo de la mayoría de los políticos (de derecha a izquierda), una amplia cobertura del llamado orgullo. Un orgullo que controla la discusión sin permitir disidencia alguna vinculando falsamente el no estar de acuerdo con un tipo de comportamiento, con el odio; el no apoyar un determinado estilo de vida, con el miedo. La tolerancia, el respeto y sobre todo el amor implican la aceptación de la persona, de toda persona, mas no necesariamente la aceptación o aprobación a toda conducta o camino elegido. La siguiente semana seguiremos con el tema, pero antes de terminar los dejo con una frase de Chesterton: “En el momento en que el sexo deja de ser un sirviente, se convierte en un tirano”.
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