«Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisionesy tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos» (Romanos 16:17).
Valentina Orte
Permítame la madre Verónica Berzosa, superiora de Iesu Communio[1], que tome el título de su conferencia ante los jóvenes Betel, −de la Iglesia Evangélica Pentecostal− organizado por la delegación de juventud de la archidiócesis de Barcelona. A ellos se dirigió en una conferencia así titulada recordándoles la importancia de reaccionar ante el mal y de combatirlo activamente con el bien.
Estamos absolutamente de acuerdo con cuanto dice. Reconocemos que todos somos Iglesia y tenemos obligación moral de defenderla porque la Iglesia existe para llevar a todos los hombres al encuentro vital con Jesucristo. Como también dice la madre Verónica, no queremos ser tan sólo espectadores del horror en que nos están sumiendo con tantas disposiciones impulsadas por esa secta destructora del individuo y la familia y, en consecuencia, de la sociedad y, al final, por supuesto, del Estado.
Con intención de reflexionar sobre este tema para recobrar la unidad de una Iglesia dividida por aquellos que siguen las consignas progresistas, recordamos lo ya dicho por Juan (17,20-23): “Desde el principio, Jesús quería que todos los creyentes fueran uno, y que así como sólo existe un único Cristo, sólo puede existir un único cuerpo de Cristo, una única esposa”. Una Iglesia dividida en derecha e izquierda olvida a Dios. El Papa volvió a exhortar a obispos y cardenales a la unidad, sin «ismos», sin «ideologías», y a poner a Dios primero, en lugar de estructuras y reformas. En especial, volvió a llamar la atención sobre los «pequeños grupos que intentan separarse».
Algunos, demasiados, no escuchan y son como decía el apóstol Pablo, personas que, bien por la extraña gratificación personal que les produce, bien por algún interés espurio perseguido, van a una división como el mercenario a la guerra, con entusiasmo y excitación.
Nos recuerda la incomprensible actitud del cardenal Omella quien de defender en 2017 la unidad de España como bien moral, pasó a plegarse al desgobierno con el tema de los indultos, a pesar de que la Conferencia Episcopal no adoptó una posición consensuada, sino que hubo voces en contra, como la del Obispo de Oviedo monseñorJesús Sanz Montes OFM quien afirmó que “no se pueden arbitrariamente conceder o negar indultos desde un caprichoso uso y un interesado cálculo”. Posiblemente el cardenal fue víctima de las presiones de los nacionalistas y de los grupos de izquierda que junto a los laicistas clamaban porque la Iglesia pagara las inmatriculaciones, motivo quizá por el que en un encuentro celebrado con Sánchez poco antes de la resolución, llegaron a un acuerdo: inmatriculaciones por indultos.
La última “hazaña” de Omella ha sucedido por la negativa de los independentistas a permitir que los niños catalanes en colegios públicos puedan estudiar español en España. No así los niños de dirigentes los cuales al poder pagar colegios privados que tienen más libertad para limitar el atroz programa impuesto, saldrán mejor preparados y el día de mañana tendrán más oportunidades en la vida- En línea con la declaración de Omella: «Debemos armonizar nuestra libertad con la libertad de los otros y no entrar en confrontación», el 25 de mayo a través de la Fundación Escola Cristiana, según publica “The Objetive” el 4 del presente mes, dirigió a sus 395 centros en toda la comunidad autónoma, una misiva donde pedían que ignoraran a las entidades o personas que reclamaran que se hiciera cumplir la sentencia del 25% de castellano en las aulas catalanas con lo que, curiosamente, al plegarse a los independentistas, sigue también los intereses de la secta que con tanto afán quiere destruir la sociedad y la Iglesia. Tan introducida está en los estamentos catalanes, que a través de su manifiesto interés por la enseñanza, sigue apoyando el proyecto de destrucción del Estado español.
Dicha actitud de la Iglesia que no muestra el mínimo respeto por los no independentistas ni por la Verdad, es causa importante para que las iglesias catalanas estén cada vez más vacías por el desencanto de los ciudadanos. No hay que dejarse vencer por la indolencia o la cobardía; por el contrario, es importante reaccionar ante el mal y combatirlo activamente con el bien.
Quizá para ayudarnos a ello, las crisis suelen brindar oportunidades para que el pueblo de Dios florezca espiritualmente y guie a otros a Cristo, quien es nuestra única Roca y esperanza—no sólo en el tiempo presente, sino por toda la eternidad. Y para guiarnos tenemos a grandes pastores como el cardenal Sarah, los arzobispos Schneider, Viganó o los españoles Munilla, Reig Plá o a veces, el cardenal Cañizares. Todos en la línea de que la sociedad católica debe ser beligerante en la defensa de sus principios y no arredrarse ante el mal.
Es seguro que las buenas prédicas de estos prelados, empiezan a cambiar parte de la sociedad. Ante la avalancha del laicismo y de la eutanasia, algunos, siguiendo el modelo que presentó Munilla –luego han aparecido otros−, han firmado su Testamento Vital (distinto del habitual) que recoge el interés del firmante para ser atendido clínicamente con dignidad en sus últimos momentos sin encarnizamiento y sin practicarle la eutanasia. Y sobre todo, hace hincapié en su deseo de recibir atención religiosa en sus últimos momentos.
El Gobierno, tan dependiente de los dictados de la secta, se niega a considerar que la espiritualidad es concebida por los especialistas como una necesidad personal de pacientes y familiares que ayuda a enfrentar dificultades relacionadas principalmente con situaciones límite, como el fin de la vida. Por ello maniobra para suprimir en la Sanidad Pública a los Capellanes de Hospitales«, afirma un texto que se viralizó en redes sociales en 2020.
Sin embargo, el interés creciente sobre el tema y su relación con la salud
han motivado a realizar, si bien incipientes, investigaciones que tratan la espiritualidad en los servicios de urgencia y emergencia. Trabajar con la dimensión espiritual es todavía un desafío, pues no es un cuidado prioritario en la atención de emergencia, que exige además preparación profesional. Cuando hay tareas relacionadas con la organización del trabajo en salud, con una sobrecarga de actividades y escasez de recursos humanos, se tornan aún más evidentes las dificultades para considerar la dimensión espiritual en el plano de los cuidados.[2]
Así que visto como los laicistas conseguían retirar crucifijos de las consultas y habitaciones de hospital, el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha firmado un nuevo convenio que regula la asistencia religiosa católica en los hospitales públicos. Mantiene a 53 religiosos a tiempo completo y otros 20 con jornada parcial en centros sanitarios de la región, según el documento publicado en el BOCM.
No obstante, son insuficientes. Se agradece por tanto, la inciativa del cardenal Osoro que ha creadoen la archidiócesis de Madrid, elServicio de Asistencia Religiosa Católica de Urgencia (SARCU) para, a través de una línea telefónica gratuita que se abre cada noche de 22:00 a 7:00 horas, atender urgencias espirituales. El número al que pueden llamar es el 913 717 717.
Todavía se conoce poco, aunque fue creada en 2017 y puesta en práctica desde entonces por un equipo de voluntarios, coordinados por el sacerdote don Pablo Genovés. Una misión de la Iglesia de Madrid para que, quien lo necesite –católico o no– pueda ser asistido por un sacerdote en situaciones que sean urgentes y en las que, por el horario en que se producen quizá no sea fácil encontrar a un cura por los cauces habituales.
“Allí donde el ser humano está sufriendo, con llagas en el alma y lleno de heridas, ese es el lugar privilegiado para encontrar a Dios, para verle y para escuchar su voz. Estar, al fin y al cabo, donde el hombre sufre, que es el rostro del Señor”, dice Pablo Genovés, coordinador de esta iniciativa que germina por el amor de Cristo, en ayuda salvífica para muchas almas atormentadas.
Afirma también que el SARCU solo tiene sentido en la medida en que “seamos capaces de responder a cada llamada con el mismo espíritu (y Espíritu) de Jesús. Y, especialmente, ser capaces de mirar al dolor humano del mismo modo que lo miraba y mira el Señor, entendiendo –no con la cabeza, sino con el corazón, con la misericordia, con la com-pasión, el padecer-con– que cuando a un ser humano le inunda el dolor, es ese dolor, su dolor, el que manda. Y, por pura gracia, yo puedo ser en ese momento el aceite del consuelo y el vino de la esperanza (como dice una plegaria eucarística) que ese hermano o esa hermana necesita. Estoy aquí y no sé detener tu dolor, y no puedo calmar tu llanto, y no hay forma de arreglar tu situación. Pero estoy aquí. A tu lado. En el silencio de un abrazo, de una mano en el hombro, de un mirarte a los ojos y hacer que mis manos en tu hombro o en tu rostro sean, una vez más en la historia, la apuesta hasta la muerte de todo un Dios por ti”.
Eso es el SARCU”. Una forma de entender y vivir el servicio del sacerdocio y de todo el Pueblo de Dios, poniéndose en marcha y, olvidando la indolencia, actuar sutil y cristianamente contra el laicismo.
- [1] Iesu Communio es un instituto religioso femenino contemplativo de derecho pontificio aprobado por la Sede Apostólica el 8 de diciembre de 2010. Fundado en el arzobispado de Burgos el 8 de diciembre de 2010, por la religiosa clarisa burgalesa Sor Verónica. El instituto religioso se dedica «a la evangelización de los jóvenes» y a la vida contemplativa.
- [2] Chrisne Santana Biondo, Mariana Oliveira Antunes Ferraz, Mara Lucia Miranda Silva , Sérgio Donha Yarid: Espiritualidad en los servicios de urgencia y emergencia
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