Al contrario que en las elecciones de la Comunidad Autónoma de Andalucía, las legislativas celebradas el mismo fin de semana en Francia arrojaron un resultado electoral no demasiado alentador cara a las élites globalistas. 

Y es que pintan bastos para el perrillo faldero de los Rothschild, Emmanuel Macron, que de aquí en adelante las va a pasar canutas con un Melenchon (éste, al menos sobre el papel, no es Iglesias, Errejón, Díaz, Rodríguez, Montero y demás cretinos integrales del «zurdismo» patrio) que le aborrece y una Le Pen (ahora con grupo propio) que le va a sacar hasta los higadillos, ambas en principio contrarias la Agenda 2030. 

¿Lo mejor? De nuevo la abstención, que en el estercolero multikultureta gabacho (al igual que en la Taifa «autonosuya» andaluza) continúa a unos niveles altísimos: con una inflación disparada, ello confirma (amén del hartazgo hacia los politicastros de turno) que la gente no termina de encontrar una alternativa clara en la que depositar su confianza. 

En ese sentido, lo deseable sería que la gente mirara cada vez más hacia arriba y se diera cuenta, al fin, que el culpable de sus muchos males no es tal o cual partido político, sino el propio Sistema.
Bueno, poco a poco. Tiempo al tiempo.

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