Por: Luis Alfonso García Carmona
Hablar de Los Panchos es hablar del bolero, el género musical que unió a Latinoamérica, pasó luego a ser conocido en el mundo entero y aún, después de más de 100 años de su aparición, se sigue escuchando.
En la ciudad de Nueva York, en mayo de 1944 se formó el Trío Los Panchos. Fueron sus fundadores los mexicanos Alfredo Gil y Jesús Navarro y el puertorriqueño Hernando Avilés.
Coincidió el surgimiento de Los Panchos con el desarrollo alcanzado por la radiodifusión en el continente americano, ya que desde la década de los 20 funcionaban emisoras que llegaban hasta los más remotos lugares.
Igualmente, la industria fonográfica había logrado una gran calidad, especialmente en Estados Unidos, México, Argentina, y Cuba, lo que facilitaba la comercialización del sonido grabado.
El nombre de Los Panchos alude a su origen mexicano pues se asociaba a las hazañas del legendario Pancho Villa.
Sus primeras grabaciones, acompañados de la orquesta del maestro Alfredo Antonini, fueron para la Pilot Radio Corporation. Para la marca SMC grabaron una serie de canciones folclóricas de México. Pero fue la grabación del bolero “Hasta mañana” la que marcó el rumbo que los llevaría a las más altas cumbres del éxito.
Ya el bolero estaba en apogeo y se escuchaba en las voces de Pedro Vargas, Ortíz Tirado, Tito Guízar, Juan Arvizu, Toña la Negra, María Luisa Landín, Ana María González, y muchas voces más.
Se acompañaban de orquestas con piano, cuerdas, vientos y percusión. Con Los Panchos se introdujo una nueva forma de interpretar el bolero con 3 voces perfectamente armonizadas, y tres guitarras, acompañadas de una sutil percusión. Pronto llegó al alma del pueblo iberoamericano, ya acostumbrado al sonido de la guitarra, que había sido incorporada en sus aires folclóricos.
Fue más allá la creatividad de Los Panchos pues, para facilitar la ejecución de exigentes escalas, Alfredo Gil diseñó, en asocio del luthier español Tatay, el “requinto”, una guitarra con el diapasón más pequeño, afinada dos tonos y medio por encima de la guitarra, instrumento que en lo sucesivo fue utilizado por todos los tríos del mundo.
Con su nuevo estilo realizaron las primeras grabaciones para el sello Columbia, con el cual siguieron vinculados durante toda su trayectoria: “No trates de mentir” y “Una copa más”. En plena guerra mundial, a comienzos de 1945, Alfredo Gil fue reclutado por poco tiempo para prestar servicio militar, ya que para facilitar su actividad laboral habían adoptado la nacionalidad americana. Sus compañeros continuaron actuando con acompañamiento de destacados guitarristas.
En 1946 inician sus giras que los llevaron inicialmente a Venezuela, Puerto Rico y Brasil y fueron el punto de partida para su dilatada presencia (casi 50 años) en los escenarios más cotizados del mundo entero, principalmente en América y Europa.
En 1948 llevaron al disco 4 temas que rápidamente se constituyeron en los mayores éxitos en los países de Latinoamérica. Fueron ellos “Rayito de luna”, de Chucho Navarro, “Caminemos” del brasilero Herivelto Martins con letra en español de Alfredo Gil, “No me quieras tanto” del puertorriqueño Rafael Hernández y “Sin un amor” con letra de Chucho Navarro y música de Alfredo Gil. En su brillante trayectoria grabaron unas 2.500 canciones, la mayor parte distribuidas en 250 álbumes, seis de ellos grabados en japonés y dos en griego.
Con el film “En cada puerto un amor” inician su participación en numerosas producciones del cine mexicano (cerca de 50 películas), que por esas calendas vivía su época dorada, lo que incrementó su popularidad en el continente americano.
Significativo aporte de Los Panchos a la expansión del bolero lo constituyeron las composiciones de sus integrantes. A Alfredo Gil se le deben temas como “Solo”, “Ni que sí, ni quizás, ni que no”, “No trates de mentir”, “Sin un amor” (con letra de Navarro), “Desamparada”, “Cien mujeres”, “Mi último fracaso”, “Si tú me dices ven”. De la inspiración de Chucho Navarro son, entre otros temas, “Perdida”, “Un siglo de ausencia”, “Rayito de luna”, “Una copa más”, “Hasta mañana”, y “Lo dudo”, etc. Indudablemente, tanto Gil como Navarro deben ser incluidos entre los más grandes compositores del bolero a nivel mundial.
No cabe duda que la incomparable voz de Hernando Avilés puso un sello indeleble al trío, que lo colocó en las cimas de la fama. No obstante, cuando por diversas circunstancias, esa primera voz tuvo que ser sustituida, la esencia del grupo se mantuvo gracias a la permanencia de dos de sus fundadores: Chucho Navarro (segunda voz y guitarra) y Alfredo Gil (tercera voz y requinto).
Hernando Avilés, se separó en 1951, para irse a formar el Cuarteto Hernando Avilés y fue reemplazado por el boliviano Raul “Shaw” Moreno, durante una gira por Sudamérica. Con éste grabaron 28 temas y visitaron por primera vez al Japón donde obtuvieron clamoroso éxito. Aportó al trío composiciones suyas como “Lágrimas de amor”.
En octubre de 1952 se vincula como primera voz el puertorriqueño Julio Rodríguez hasta 1957, cuando regresa Hernando Avilés. Dueño de una exquisita voz, con una escuela musical adquirida en varias agrupaciones de su tierra, grabó cerca de 100 canciones con Los Panchos; lamentablemente la gran mayoría no fueron incluidas en las selecciones para “long-play” o Cd de la CBS. Una composición suya, “Mar y cielo”, se convirtió en éxito de ventas. Viajó con el trío por medio mundo, incluyendo destinos como Marruecos, El Líbano, Jerusalén, Siria, hasta que una grave enfermedad lo obligó a desvincularse del trío.
El regreso de Avilés sirvió para la actualización del ya extenso repertorio del trío con boleros de una nueva onda como “Franqueza” de Consuelo Velásquez, “Sabrá Dios” de Álvaro Carrillo, “La barca” y “El Reloj” de Roberto Cantoral.
En 1958 vuelve a retirarse Hernando Avilés, por incompatibilidades surgidas con Alfredo Gil, y es reemplazado por su paisano Johnny Albino, quien había formado parte del Trío San Juan, precisamente el trío rival de Los Panchos en el gusto popular, al menos en América latina. Con esta voz, caracterizada por un registro fuera de serie, realizaron Los Panchos gran cantidad de grabaciones que incluyeron canciones rancheras, paraguayas, tangos, yucatecas y hasta música norteamericana adaptadas a su estilo. Igualmente, grabaron un álbum con Eydie Gormé, cantante turco-americana, como artista invitada.
En 1966, fatigado de once años de permanente viajes por el mundo, se retira Johnny Albino y se vincula como primera voz en 1966 el mexicano Enrique Cáceres, dotado de una magnífica voz, más propia de un solista que de integrante de un trío. La llegada de Cáceres coincidió con la revolución introducida al bolero por Armando Manzanero, cuyas composiciones llevaron Los Panchos al acetato de manera impecable con esta maravillosa primera voz. Participó Cáceres también en el “milagro” discográfico (para esa época) consistente en producir un disco de Los Panchos con el ya fallecido Javier Solís, con un perfecto ensamble de voces, guitarras y el Mariachi Nacional de Arcadio Elías. Con Eydie Gormé como artista invitada grabó el álbum “Cuatro Vidas” y con la italiana Gigliola Cinquetti realizó otra hermosa producción discográfica.
Dice adiós al trío Enrique Cáceres para continuar su carrera como solista, e ingresa Ovidio Hernández, quien fue primera voz desde 1971 hasta 1976, año en que falleció al regresar de una gira artística. Realizó con el trío cerca de 100 grabaciones, algunas acompañadas de gran popularidad como “Basura”. Con la argentina Estela Raval como artista invitada grabaron dos álbumes. Llegó con el trío tres veces al Japón y a una gran variedad de países.
Desde 1977 la primera voz del trío estuvo a cargo del también mexicano Rafael Bazurto Lara, quien fue el último en desempeñarse como tal. Venía de pertenecer a importantes tríos mexicanos y renovó con su brillante voz el gusto de los públicos por el repertorio de Los Panchos. Entre las múltiples grabaciones que hizo con el trío cabe destacar “Lodo” (“Si tú me dices ven”). Con la argentina María Marta Serra-Lima como artista invitada grabaron una bonita selección romántica.
Por primera vez, en 1986, se produce el cambio en el ejecutor del requinto y tercera voz, con el retiro de Alfredo Gil por motivos de salud para dar paso a un joven y hábil músico mexicano, Gaby Vargas.
En 1993, 49 años después de su fundación, sólo quedaban de los antiguos componentes, Chucho Navarro, con 80 años de edad, y Bazurto. Actuaba con ellos un hijo de Chucho Navarro, lo que los convertía en un cuarteto. Con el retiro de Bazurto y la muerte de Navarro, desapareció el trío original para dar paso a dos agrupaciones que, con el amparo de esa famosa marca artística, han continuado en la brega, la del hijo de Chucho Navarro y otra dirigida por Gaby Vargas. Cabe mencionar que Rafael Bazurto, con acompañamiento de guitarras, ha continuado desde España difundiendo ese inolvidable repertorio de Los Panchos que ha hecho soñar y enamorarse a varias generaciones en el mundo entero.
Si me preguntaran cuál es el secreto del prodigioso suceso musical de Los Panchos en el mundo entero, me atrevería a responder : El sentimiento romántico de su repertorio; sus sobresalientes voces; la perfección y sencillez de sus arreglos armónicos; y la incorporación a su estilo de diferentes tendencias e innovaciones musicales, para adaptarse al gusto de los más variados públicos .
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