El uso de la Memoria Histórica, o de la Memoria Democrática como ahora quieren llamar a este engendro ideológico, para borrar nuestro pasado no es nuevo.
Desde el advenimiento de la Revolución Francesa el liberalismo se ha encargado de manipular la historia para conseguir sus objetivos. Los revolucionarios han sido capaces de transmitir la idea de la Revolución Francesa como faro de libertad ocultando el salvajismo revolucionario, y ocultando el primer genocidio de la historia moderna con la persecución y matanza de millares de católicos franceses principalmente en las zona de la Vendee y en Bretaña.
En España también hemos vivido esa manipulación de nuestra historia, primero con los regímenes liberales del siglo XIX que ocultaron su origen golpista y trataron de venderse como manifestación de una inexistente soberanía popular, y después con la totalitaria Ley de Memoria Histórica que supone un auténtico blanqueo de los crímenes republicanos, y el blanqueo de los criminales Partido Comunista y Partido Socialista Obrero Español.
Lo que nos sorprende es la velocidad con la que la ingeniería social y la manipulación de los medios de comunicación han conseguido blanquear el pasado criminal y totalitario de la banda terrorista ETA.
El caso de Miguel Ángel Blanco es por desgracia muy aleccionador, pues en tal solo 25 años la sociedad ha olvidado el sanguinario chantaje con el que los marxistas de ETA pretendían hacer claudicar el pueblo español (que no a la democracia) concediendo un breve plazo al gobierno de Aznar para negociar bajo la presión de matar al edil popular de Ermua.
Hoy nuestro artículo lo ilustramos con dos fotografías del acto en memoria de Miguel Ángel Blanco celebrado en la populosa localidad de Oropesa del Mar (Castellón). El acto, convocado por Ángel Yáñez, ex concejal del Partido Popular, se celebró el pasado domingo 10 de julio. Este acto se lleva celebrando desde el vil asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido, y si bien en otras ediciones fue capaz de congregar a cientos de personas, sin embargo en el acto del pasado domingo solo fue capaz de reunir a una veintena de valientes ciudadanos que pueden estar en disposición de perdonar, pero jamás en disposición de olvidar. Por lo vista la enfermiza sociedad española prefiere prodigarse en la celebración del orgullo gay y demás pamplinas, que en el recuerdo de los miles de inocentes asesinados, perseguidos, o incapacitados por los independentistas que dicen representar el noble y españolísimo pueblo vasco.
La memoria democrático pretende que olvidemos el crimen cometido el 13/07/1997 con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, al igual que la memoria histórica pretende que olvidemos el crimen perpetrado por la República el 13/07/1936 con la muerte de Calvo Sotelo. No deja de ser curioso que las «memorias» quieran borrar de su calendario la fecha de 13 de julio unidas para siempre por los criminales asesinatos de dos inocentes. Nuestra obligación ha de ser no olvidar ni el crimen de Calvo Sotelo, ni el crimen de Miguel Ángel Blanco.
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