Por: Álvaro Gallón Rodríguez – Presidente de la Fundación social Galeona de Cádiz

Finalmente una cuarta falacia ha caído: “el comunismo deseado por los pueblos que quieren su libertad de las clases dirigentes que los tienen esclavizados, junto con un clero que constriñe la moral popular reprimiendo sus legítimas aspiraciones, necesariamente vencerá”. Esa reina de las falacias también cayó.  

Sí, ha caído porque tuvieron que aturdir, sedar e intoxicar al pueblo para que ganara el candidato de la Colombia Humana. Hemos presenciado como el candidato Hernández se convirtió en las últimas semanas de la segunda vuelta electoral en una potente máquina de destruir su propio voto, con el fin de que el excéntrico candidato, su pintoresca esposa y su inesperada vicepresidenta de religión bantú afrobrasileña, ganaran las elecciones. 

La osadía destructiva del riquísimo constructor llegó al punto de calificar a la Santísima Virgen como una más de las fufurufas del barrio (lamento tener que referirme a esta blasfemia, pero es necesario para la idea que deseo trasmitir). Simón Bolívar decía que Caracas era el cuartel, Bogotá la universidad y Quito el convento. En alguna época a la capital de Colombia se le identificó como la Atenas suramericana. 

Es evidente que pretender establecer una revolución cultural basada en la vulgaridad de las costumbres y que logré llegar hasta la más alta conducción del estado, es algo que no va muy bien con la psicología colombiana, nuestras clases sociales son decentes y de expresiones populares cultas, por eso fue utilizada la malicia, sin tener en cuenta que ella deslegitima el voto que no proviene de la libre voluntad, sino del aturdimiento psicológico y el constreñimiento moral. 

Ya decía en mi artículo anterior que el empresariado antioqueño ha ganado varias veces premios internacionales que los sitúan entre los mejores patrones del mundo. Nuestro cuerpo diplomático tal vez no tendrá la potencia palaciega brasileña de un Itamaraty, pero tranquilamente se puede sentar a la mesa con las más selectas monarquías y repúblicas aristocráticas del mundo, no chillan, ni se suenan con los manteles. Nuestra academia no es nada despreciable, muchísimos profesionales figuran entre los más connotados del mundo, especialmente pertenecientes a la comunidad médica científica. Nuestro sencillo y trabajador pueblo boyacense y de otros departamentos, dueños de pequeñas y medianas parcelas agrícolas y ganaderas, reza a la Santísima Virgen y se esfuerzan por educar a sus hijos y enviarlos a las mejores universidades. Todavía este pueblo bueno, sencillo y afable refleja algunos rasgos de la hidalguía popular y deseo de progreso continuo, heredados de España, y algo conserva de sensibilidad moral como quedó demostrado.

Hernández obtuvo la nada despreciable suma de 10.5 millones de votos a pesar su talante vulgar, inmoral e indigno para un presidente de la República de Colombia. Gustavo Petro obtuvo 11.2, porque a pesar de ser maoísta es un hombre de libros, prueba de que el colombiano ante dos opciones igual de fatales, prefiere la cultura a la vulgaridad y la inmoralidad, así sea, científica, oligárquica o ramplona.

El arrogante presidente, quien ahora parece más un encomendero del régimen chavista, con su esposa educada en excelente universidad y su institutriz afrocolombiana, se siente decidido a orientar la cultura, la educación y la igualdad, creyéndose el patriarca de todos los colombianos que va a cumplir su papel de líder de la “paz total” por medio de la ablación total del rumbo nacional, y para eso ha recibido el apoyo de todo el sector eclesiástico, político, empresarial y cultura. Y los que no se presentaron de motu proprio como sacamicas del excéntrico, entonces ciertamente los van a atraer con tentadoras ofertas. 

La contienda ya no será por el modelo económico, ni político, ni el socialismo capitalista que profesa el papa Francisco orientado por Mariana Mazzucato, lo cual ya se sabe de antemano, pues todos están tranquilos y confiados una vez que se supone que el estamento eclesiástico no es dañino. 

Entonces la destrucción de Colombia que vendrá será por la revolución cultural que implica la sinicización de la cultura cristiana y una putrefacción moral total de la sociedad, en el marco de una propuesta de gobierno de todos para todos, alejada de la razón ética en aras de alcanzar la “paz total”.

El ex presidente Uribe, político experto lidiado en toda plaza, le ha brindado su consejo desde una oposición dialogante con “razones”, y entre los dos han abierto un canal de diálogo sincero, franco y directo, para estar en permanente comunicación con el fin de “construir y no pasar facturas”. Los dos invocan la prudencia, al tiempo que han perfilado las relaciones con Venezuela y contemplado horizontes de prosperidad que podrían abrir la posibilidad de “explotar el turismo en una costa de más de 2 millones de kilómetros, con 80 millones de persona viviendo en democracia”, según afirma con imprudencia el expresidente, sin tener en cuenta los peligros de una explosión de la prostitución educada, de los dineros calientes, del crimen organizado y la inmersión de Colombia en toda forma de espiritismo y brujería yoruba. Tal vez de lo que se trata es de refundar la Gran Colombia.

Advertisement. Scroll to continue reading.

TE NECESITAMOS: Google nos ha censurado la publicidad por ser peligrosa nuestra información. Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política por lo que puedes  colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)

Entonces, todo está indicando que ya pasó el huracán del marketing político centrado en el saber crear con asesoría europea y eclesiástica, las batallas de las emociones políticas en medio de una guerra psicológica de aturdimiento en contra una opinión pública que ya no se reconoce como publica opinión y tal solo espera que le tengan compasión y recibir algunas dadivas menores de las multinacionales chinas. 

Parece también que ya pasó el tiempo de los políticos que todo el mundo mira con desprecio, del clero silencioso que aparece como él que prestará, salvo honrosas excepciones, todo su concurso para construir una sociedad amoral donde la única manera de no ser cristiano perseguido, es silenciando el Decálogo según los postulados de la teología de la liberación y la sinicización, tal como ocurre en la China comunista.

Sin embargo, todo está indicando, que ahora es el tiempo de la academia, aquella que hace mucho tiempo renunció a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios porque ellos no pertenecen a sus líneas de investigación. Pero por aquellas paradojas que tiene la historia, que en últimas es manejada por Dios,  ahora le toca a ella defender la moralidad del país que el clero no defiende, la familia que el sector cultural no protege, la propiedad que los propietarios no defienden, o hacerse la de la vista gorda y permitir que la nación colombiana por medio de una instrumentalización de la cultura y de la educación básica y superior, se hunda definitivamente en el satanismo bantú afrobrasileño, la religión yoruba y el liberalismo espiritista, con todas sus consecuencias morales, sociales, económicas y políticas, que eso conlleva.

Los invito a leer el libro Persecución a los cristianos. Pueden verlo en: http://www.galeonadecadiz.org/persecucion-a-los-cristianos/

COMPARTE: