El 25 de julio  celebramos la solemnidad del apóstol Santiago,  Patrón de España y de todos sus pueblos y de todas sus gentes. Damos gracias a Dios porque,  en su providencia,  quiso que la  Inmaculada Virgen María  fuese la Patrona de España y Santiago su Patrón,  nuestro Patrón.

No se trata de un mito ni de una vieja leyenda,  pues el testimonio de los evangelios y del libro de los Hechos de los Apóstoles  nos da a conocer la figura y la personalidad de los «Boanerges» o «hijos del trueno»:  los hermanos Santiago y Juan,  elegidos por Cristo para ser apóstoles suyos y convertirlos  de pescadores de peces en pescadores de almas.

Así lo cantamos:   «Tú has venido a la orilla,  no has buscado ni a sabios ni a ricos,  tan sólo quieres que yo te siga.    Señor, me has mirado a los ojos,  sonriendo has dicho mi nombre,  en la arena he dejado mi barca,  junto a tí buscaré otro mar»

Tras la Ascensión del Señor y la Venida del Espíritu Santo,  los apóstoles (enviados) marcharon por todas partes a anunciar el Evangelio, tal y como el Señor les había dicho:
-Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.  El que crea y sea bautizado se salvará.
-El Espíritu Santo  descenderá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en Samaría y hasta los confines de la tierra.
Y  según narra la tradición,  a  Santiago le tocó venir a evangelizar  el  finis terrae  (nuestra actual Galicia)

Más tarde vemos al apóstol muy desilusionado porque, al evangelizar tierras que hoy son aragonesas,  sólo logró convertir a cinco personas. Estando en estas  se  le apareció la Stma. Virgen María sobre una columna o pilar y le dijo:
-Ánimo,  sigue realizando  la misión que mi Hijo te ha encomendado,  pues en este lugar siempre habrá cristianos.
Esta aparición de la  Stma. Virgen  dió origen a la universal advocación de  Nuestra Señora del Pilar, precisamente porque María se mostró a Santiago sobre una columna o pilar.    ¿Quién no ha visitado la basílica del Pilar de Zaragoza y ha venerado o besado la famosa columna?

Así es que  contamos  ya con tres elementos importantísimos:   el mandato del Señor de anunciar su Evangelio a todas las gentes,  la valentía y el coraje de Santiago al venir al finis terrae,  la presencia de la Madre en la obra evangelizadora de España,  tierra de María. 
Posteriormente  el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra que,  alrededor del año 44,  Herodes mandó pasar a cuchillo a Santiago,  cosa que agradó mucho a los no cristianos:   aquí nos encontramos ya en Jerusalén.
-¿Cómo es que,  habiendo sido asesinado en Jerusalén, los restos del apóstol descansan en la catedral de Santiago de Compostela?
Seguramente porque unos amigos íntimos de Santiago desearon que los restos del apóstol  reposaran  en la tierra que él se encargó de evangelizar:  Galicia, en Hispania.
Quizá en todo este movimiento de idas y venidas haya cierta confusión para algunos,   pero hemos de atenernos también a los datos que la tradición oral y escrita nos aportan acerca de Santiago,  de su predicación en España,  de su martirio en Jerusalén y del hecho de que alguien se  encargase  de que sus restos mortales viniesen a Galicia.
Pronto surgió el llamado  «Camino de Santiago»,  es decir, las rutas que los peregrinos habían de recorrer desde sus lugares de origen hasta la misma Galicia.

La Iglesia  enriqueció  con muchas indulgencias y otros beneficios espirituales   a  quienes llegasen peregrinando a Santiago con objeto de hacer penitencia,  venerar los restos del apóstol y confesar sus pecados para recibir el perdón de Dios y experimentar la misericordia del Señor y la protección del apóstol.

Santiago de Compostela  en Galicia, España,  se convirtió en uno de los lugares emblemáticos de peregrinación y de devoción.
Gracias a  Dios,   esta devoción y este amor al apóstol Santiago y a todo lo relacionado con él  no ha decaído, y cada año son miles los peregrinos que recorren el Camino de Santiago,  o  al menos una parte de él,  hasta llegar a la catedral,  poder abrazar la imagen sedente de Santiago y poder contemplar en la cripta el sarcófago de plata que contiene los restos de Santiago y sus compañeros de fatigas apostólicas.
Durante la dominación musulmana,   los cristianos que vivían en España,   para verse libres de la tiranía de los infieles y recuperar estas tierras para la cristiandad,  además de orar a Dios y a la Virgen María,   se encomendaban también a la intercesión del apóstol Santiago.  Incluso se cuenta que en algunas de las batallas o enfrentamientos entre cristianos y musulmanes,  el apóstol  se  aparecía montado sobre un caballo blanco entre las nubes del cielo,  defendiendo a los cristianos del yugo musulmán.   

En los casos en que se  aparecía  Santiago  la batalla estaba ganada en favor de los cristianos.
De ahí seguramente  y  de otras fuentes fidedignas   los cristianos españoles  eligieron a Santiago como Patrón de toda la Nación española.
Santiago,  apóstol y mártir de Cristo. Es decir,   enviado por Cristo  y  testigo de Cristo  en España y fuera de España,   pues también algunas naciones de Hispanoamérica y numerosísimos pueblos por toda la faz de la tierra le veneran con fervor.

En la actualidad,  en que sentimos con mayor urgencia la necesidad  de  una renovada evangelización  de nuestra tierra,  de Europa y de tantos y tantos lugares del mundo,   el ejemplo y el testimonio de Santiago es muy elocuente y puede servirnos  de gran ayuda  para llevar a cabo esa  tan deseada nueva evangelización  que nos pidieron los Papas Pablo VI,  Juan Pablo II,  Benedicto XVI  y  hoy nuestro santo padre el Papa Francisco.

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Evangelicemos  como lo hizo  Santiago  y  los demás Apóstoles,   como lo hizo el mismo Señor Jesús,  nuestro Redentor,    como lo hizo la Virgen María,  San José, todos los santos y santas,  especialmente los mártires,  que prefirieron morir antes que renegar de  Jesucristo, porque en  Él  habían hallado la Vida verdadera,  la que nunca acaba porque es eterna, feliz, plena.

Glorioso Apóstol Santiago,  Patrón de España, ruega por nosotros y por el mundo entero, para que aquí en  España  y  fuera de ella, en todas partes,  en el mundo entero, los miembros de la Iglesia  anunciemos  a Jesucristo y su buena noticia  liberadora y salvadora, la única capaz de renovar verdaderamente nuestra viday la vida de los pueblos.  Amén

José Vicente Martínez,   julio de 2022, Año Santo Jacobeo.

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