Hace un par de meses atrás, el gobierno de Daniel Ortega, a través de la institución que regula los medios de comunicación en Nicaragua, ordenó el cierre del Canal Católico, que pertenece a la Conferencia Episcopal. Esto ocurrió tras la persecución policial que recibiera el señor obispo de la diócesis de Matagalpa, Rolando Álvarez Lagos, y luego de que el prelado comenzara un ayuno prolongado. El asedio terminó pero el canal fue cerrado.

Después de ese incidente, el gobierno de Ortega, por medio de aquella misma institución reguladora de los medios de comunicación, sin ningún argumento, cerró el canal de la diócesis de Matagalpa, hace un mes aproximadamente. Finalmente, este lunes 1 de agosto, en otro acto de violencia, el gobierno mandó cerrar otros siete medios de comunicación en la diócesis de Matagalpa. Pero no solo eso, sino que en el municipio de Sébaco, la policía llegó a las instalaciones de la Parroquia Divina Misericordia donde operaba la radio católica de ese lugar, con la intención, según relató el párroco, de llevarse…de robarse los equipos con los que la radio funcionaba.

El padre, por medio de las redes sociales y una última transmisión televisada, antes de que cancelaran el medio y le suspendieran el servicio de electricidad, llamó a los fieles de Sébaco a que llegaran al templo a impedir el robo descarado que Telcor (la institución que regula los medios) quería ejecutar. La policía irrumpió con armas y paramilitares a las instalaciones parroquiales, destruyó parte de la infraestructura del lugar y golpeó a cuantos estaban impidiendo el allanamiento.

Hemos de aclarar que los ataques, es verdad, van contra la Iglesia Católica, pues aparte de estos acontecimientos, la policía condenó a un sacerdote de la ciudad de Masaya porque supuestamente había agredido a una fanática sandinista y la ‘justicia’ también condenó a otro sacerdote de la ciudad de Boaco porque (supuestamente) abusó de una jóven. De ambos casos lo que menos hubo fueron pruebas y evidencias contundentes, pero sí que hubo mucho drama por parte de los actores de estas obras de teatro. Sin embargo, estos últimos ataques están dirigidos contra la persona de monseñor Rolando Álvarez, y su diócesis en particular pues es el obispo que constante, fuerte y directamente ha cuestionado las acciones tiránicas de Ortega y su cohorte, además es uno de los jerarcas que tiene mayor audiencia de todos los obispos que gobiernan la Iglesia en Nicaragua. No obstante la persecución con nombre y apellido de estos últimos meses, desde el propio 2018 ya no es noticia de que nos encaminamos hacia la imposición de un régimen político totalitario, pues hasta las libertades básicas están siendo cercenadas por la megalomanía de Ortega.

Dados estos hechos y desde una perspectiva teológica, sabemos que la Providencia de Dios, conduce los hilos de la historia, y que todo lo permite para el bien de los que ama. Pero también lo que permite lo hace para corregir a los suyos. En este caso, todo lo permite para el bien y para la corrección de la Iglesia en Nicaragua, pues una de las cosas que realmente no se dicen, es que la Iglesia ha sido complaciente con el gobierno sandinista desde que estos empujaron la revolución de 1979 en el país. Después del ascenso de Ortega al poder en 2007, la Iglesia no se pronunció de manera contundente, por ejemplo, contra la manipulación de los símbolos católicos usados por el gobierno; y lo que ha resultado más problemático, ha sido la presencia de sacerdotes y hasta de un cardenal (q.e.p.d) en los actos de conmemoración de la revolución sandinista invocando al Altísimo previo a los discursos de Ortega. Ahora bien, es verdad que  ese romance acabó en el 2018. Pero mientras ese se acababa, otro nacía, pues debemos decirlo claramente: fueron algunos obispos que le dieron la ‘bendición’ a los movimientos antisandinistas, que aparte de ello, eran movimientos progresistas, surgidos después de las protestas antigubernamentales del 2018. Ambas ideologías, sandinismo y progresismo son ideologías frontalmente anticristianas.

Entonces ¿Qué quiero decir con esto? Que el agua y el aceite no se pueden mezclar. ¿Por qué no leer estos ‘signos de los tiempos’ en Nicaragua como el fuerte llamado de atención que nos está haciendo Dios para recomponer el camino de la Iglesia y dejarse de congraciar con los poderes de este mundo? En cuanto al número, como una simple estadística más, los católicos en Nicaragua somos ‘mayoría’. Sin embargo, el avance del protestantismo, desde hace varias décadas, es ya una realidad ineludible. Pero no es esto lo más llamativo, lo que realmente es sugerente, es que el gobierno les ha estado dando la mano a las Iglesias protestantes y con mucha mayor incidencia igualmente desde el 2018. Si esto no es un signo suficiente como para que la Iglesia Católica en Nicaragua despierte de su letargo ¿Qué otra cosa nos puede abrir los ojos?

De igual forma, sabemos que Dios nunca estará a favor de los crímenes y mucho menos dejará impune los delitos; bien sea en esta vida o bien en la otra, Dios ha de imponer la justa pena que los autores de los crímenes deben recibir de acuerdo a sus obras. No digamos ya, el castigo que merecen todos aquellos que han profanado los templos católicos donde mora la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo, tal y como ocurrió este 1 de agosto en la Parroquia Divina Misericordia de la ciudad de Sébaco en la diócesis de Matagalpa. Con estos acontecimientos, pues, podemos estar claros de tres cosas. En primer lugar, que nos encaminamos hacia un régimen totalitario a menos que surja un movimiento político opositor auténticamente patriota. En segundo lugar, que estos hechos recientes que padece la Iglesia en Nicaragua, atienden a los designios de la Providencia, quien dirige los hilos de la historia, de las naciones y los individuos hacia el fin último del hombre: la Vida Eterna. Tercero; que estos son ‘signos de los tiempos’ que deben ser interpretados como el llamado de atención que Dios nos hace, para arrepentirnos, enmendarnos, corregirnos e invocar el nombre del Señor, el Dios que derriba a los poderosos y enaltece a los humildes. Asi, pues, que si queremos ver el auxilio del Señor, primero nos tenemos que corregir. Y esto no solo es válido para la Iglesia en Nicaragua, también es aplicable para los demás países y continentes donde cada vez seguimos viendo cómo la Iglesia se está congraciando y es complaciente con los poderes de este mundo, un mundo que es gobernado, en última instancia, por el Maligno.

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