Los principios del espiritismo son la creencia en la inmortalidad del alma y la presencia de espíritus en el plano corporal y la posible comunicación y relación de estos con las personas vivas, a través de médiums: personas con una sensibilidad especial que ejercen de mediadores entre los espíritus y los hombres. Según Allan Kardec, el espiritismo: “es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. Como ciencia práctica, consiste en las relaciones que pueden establecerse con los Espíritus; como doctrina filosófica, comprende todas las consecuencias morales que se desprenden de semejantes relaciones” Si entendemos por espiritismo lo que hoy se entiende por tal nombre, no podemos remontarnos más allá de la primera mitad del siglo XIX. Si consideramos espiritismo la idea de que es posible establecer comunicación con los difuntos, entonces nos retrotraemos a los orígenes de la humanidad. Y es que las prácticas nigrománticas primitivas y de la antigüedad se dan en un sustrato cultural, histórico, social y religiosos que no tiene que ver nada con el de nuestros días, por eso esas practicas tienen un significado muy diferente al espiritismo decimonónico y sus ulteriores manifestaciones. Y es que estas prácticas del mundo antiguo se desarrollan siempre en un contexto religiosos del cual son constitutivo, y, en cambio, el espiritismo moderno, es eso: moderno, y por lo tanto frontalmente opuesto al contexto religioso. Más aún se postula la nueva religión con intención de abolir las antiguas, y de forma muy especial la cristiana. Es verdad que la práctica de evocar a los muertos es muy antigua, pero aquí nos vamos a referir al Espiritismo decimonónico. Telequinesia. Mesas voladoras. Médiums. Clarividencia. Materializaciones y ectoplasmias. Raps y escritura autómatica. Fueron parte activa de la vida social de su tiempo.

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