Invocación al silencio

Que añorada sea la profunda sima
de la noche te lo explico, oh Licio, caro amigo,
con estos signos transparentes:
Mamón reina en esta ciudad de pesadilla,
Y su orden es iluminarlo todo.
Aun los forúnculos y las inmaculadas
disecciones de la carne, las vergüenzas,
la pus, el plasma seminal,
la insomne leche de los pétalos de Eva.
Todo, todo debe ser expuesto
al ludibrio de la polis democrática.
Y, entonces, oh mi caro amigo,
Tú, que aún apacientas los rebaños
en tu demorada aldea,
sábete a salvo, mantente alerta
y abreva cada noche
en la perdida Arcadia de  Morfeo.
Siéntete dichoso, te lo mando,
y clama a Zeus te dispense del dudoso privilegio
de descender a Atenas, la muy culta,
con sus calles podridas de rumores,
su aire infecto de parásitas ideas
y su destino de osario abandonado,
habitado por sátiros infames
que copulan a la espera de la Muerte.

Edgar Rolón

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