POR MARCOS SIIRA
“Las teorías de la conspiración pueden ser peligrosas”, advierte la organización educativa, científica y cultural de la ONU Unesco . “Muchas veces no tienen en cuenta la evidencia científica y polarizan a la sociedad, lo que tiene graves consecuencias. Esto tiene que parar”.
La directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, advierte que las «teorías de la conspiración» pueden causar daños a las personas y a su salud. “Refuerzan y legitiman conceptos erróneos sobre la pandemia y refuerzan estereotipos que pueden alimentar la violencia y las ideologías extremistas”, dice Azoulay.
Debido a esto, la organización de la ONU ha lanzado una campaña para ayudar a las personas a «identificar y desacreditar las teorías de conspiración y denunciarlas para evitar que se propaguen».
La campaña se implementa en cooperación con la Comisión Europea, Twitter y el Congreso Judío Mundial. La Unesco ha creado una caja de herramientas con el propósito de «romper» tales teorías y chantajear a cualquiera que se atreva a afirmar que los gobiernos no actúan de manera justa y transparente.
La Unesco también advierte que no se debe vincular a «George Soros, los Rothschild e Israel» con «supuestas conspiraciones».
Los acontecimientos mundiales «no son manipulados en secreto tras bambalinas por actores poderosos con intenciones maliciosas», afirma rotundamente la organización afiliada a la ONU, aunque cada vez hay más pruebas de tales actividades.
Y si algún ciudadano decente se cruza con una persona que cree que la élite económica controla los acontecimientos mundiales, según la UNESCO, no se debe entablar conversación con el “teórico de la conspiración” bajo ningún concepto.
Según los informes, un «teórico de la conspiración» es una persona que cree, por ejemplo, que el coronavirus se crea «artificialmente». Sin embargo, incluso en un artículo de la revista médica The Lancet , el respetado profesor Jeffrey Sachs se ha atrevido a sospechar que el virus se originó en un laboratorio de biotecnología estadounidense.
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, también se mostró convencido de que el coronavirus era artificial. Según él, comenzó en un laboratorio financiado por Estados Unidos en Wuhan, China.
Las principales empresas de tecnología estadounidenses suprimieron activamente las declaraciones de Trump como «desinformación» en sus plataformas en línea. Si Estados Unidos fue realmente cómplice en la creación del virus, eventualmente tendría que pagar daños y perjuicios a todas las naciones afectadas por el virus.
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Jason Crow , miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes de EE. UU., ha advertido a los estadounidenses que sus muestras de ADN podrían usarse para crear armas biológicas dirigidas. Metabiota , una empresa estadounidense asociada con el hijo del presidente Biden, Hunter, es conocida por recolectar muestras de ADN con fines de guerra biológica en el territorio de Ucrania.
Mientras tanto, el Ministerio de Defensa ruso ha anunciado que está investigando el papel de la Agencia de Cooperación para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) en la creación del coronavirus. Según Rusia, los laboratorios biológicos respaldados por Estados Unidos en Ucrania llevaron a cabo experimentos secretos muy dudosos en ciudadanos ucranianos desprevenidos.
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Desde 2009, USAID también había financiado un programa llamado Predict , que investigaba nuevos coronavirus. En 2019, la agencia dio por terminado el programa en cuestión. El Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud luego «accidentalmente» comenzó a investigar la propagación del coronavirus previamente desconocido.
Por supuesto, estas declaraciones y hechos antes mencionados no han sacudido a las instituciones de la élite gobernante en Occidente, que continúan usando la etiqueta de «teoría de la conspiración». Afirman que es el «teórico de la conspiración», el escéptico, quien considera que un grupo pequeño pero extremadamente influyente de personas es cómplice de los problemas de la economía y la política global, así como de varias crisis de salud.
Si retrocedemos un poco en el tiempo, podemos ver que la CIA acuñó el término “teoría de la conspiración” en 1964 para hostigar a cualquiera que cuestionara la narrativa oficial del asesinato del presidente John F. Kennedy y su investigación fallida.
Visto desde esta perspectiva, la constante manipulación mediática dirigida a los ciudadanos, la censura en Internet y las campañas de difamación por parte de instituciones transnacionales muestran que la situación real está siendo encubierta y ocultada.
Este artículo se publicó en fines en https://markkusiira.com/
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