La historia, afirmaba Cicerón, “es luz de la verdad, la vida de la memoria, maestra de la vida”. Porque la historia, y sobre todo nuestra historia, nos permite comprender de dónde venimos, quienes somos y a dónde vamos.
Por ello, un pueblo que no conoce su historia o la conoce deformada; desaprovecha la experiencia y sabiduría de sus antepasados, denigra su identidad, reniega de sus raíces y pierde la brújula que guía y acompaña el desarrollo de cada pueblo.
Y ahora que, el 13 de agosto, se cumplen 501 años de la caída de Tenochtitlan y del nacimiento de México bajo el liderazgo de Hernán Cortés, es importante conocer y honrar a quien Salvador Madariaga considerara al mismo tiempo: “el primer patriota mejicano y el español más grande y capaz de su siglo”. Su hazaña, digna de una odisea, es a la fecha distorsionada y utilizada para culparle de la gran mayoría de los males que sufre México hasta la fecha, omitiendo que España dejó un reino rico y desarrollado; y que fue, a partir de la época de la independencia que nuestro país ha ido en un franco declive en todos los ámbitos, incluyendo la pérdida de una sustancial parte de nuestro territorio.
Conozcamos algunos datos interesantes que nos permitan conocer y valorar a Cortés, cuya gesta es parte esencial de nuestra historia. Una historia digna de ser recuperada, valorada y contada a nuestros hijos.
Genio militar y gran diplomático.
Cortés llevo a cabo una gesta de gran envergadura pues con sólo un puñado de españoles al servicio del Emperador Carlos V, logró conquistar tribus indómitas empleando con igual maestría la pluma, las leyes, la diplomacia y la guerra. El papel de los intérpretes fue fundamental, destacándose entre ellos la Malinche, quien fuera entregada a Cortés por los nativos, junto con otras mujeres, en calidad de esclava. Marina, como fue bautizada, no sólo no fue tratada como esclava, sino que se convirtió en la intérprete y consejera de Hernán Cortés, además de haber sido la madre de su hijo Martín, quien es considerado uno de los primeros mestizos, así como el hijo más cercano al corazón de Cortés. La ayuda de la Malinche fue determinante para lograr los pactos y alianzas con los distintos pueblos subyugados por los mexicas ya que además de ser un gran militar, Cortés fue un gran diplomático quien gracias a su audacia y perseverancia logró formar alianzas con varios pueblos indígenas convirtiendo en leales aliados a potenciales enemigos varios de los cuales (como los totonacas y tlaxcaltecas) eran enemigos acérrimos de los poderosos, pero sanguinarios mexicas. Así Cortés, no sólo unió a los españoles y a los indígenas en una misma empresa, sino que unió a los indígenas entre sí; pues no hay que olvidar que las diferentes tribus, no compartían ni lengua, ni religión ni costumbres.
La cruz y la espada.
La caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521 representó la caída del imperio azteca y una de las más grandes acciones militares de todos los tiempos. Con ello, se extinguía un mundo cuyo gran esplendor y riqueza eran oscurecidos por el canibalismo, así como por los sangrientos, crueles y frecuentes sacrificios humanos. El historiador de Harvard, William Prescot, reconoce que Cortés fue una suerte de libertador entre los pueblos indígenas y aún entre los aztecas, puesto que los sacrificios humanos no sólo incluían prisioneros de guerra, sino también mujeres y niños aztecas; quienes eran sacrificados de manera multitudinaria y de forma tan cruel que, dicho ritual helo la sangre de los aguerridos conquistadores.
Cortés fue profundamente religioso, una de sus principales misiones fue la conversión de los indios por lo que personalmente se ocupó de que España mandara misioneros santos a fin de evangelizar a los indígenas. Es sabido que cuando llegan los primeros franciscanos, vestidos con vastos y humildes sayos, los pies descalzos, la piel curtida; el gran conquistador desmontó su fastuoso caballo y humildemente se hinca ante los frailes besando con respeto y devoción sus ásperas manos. Con este gesto de humildad ante los modestos frailes, Cortés comienza la evangelización.
Empresario cristiano
Hernán Cortés desarrolló muchas actividades económicas entre las cuales destaca la producción de seda en el territorio de Yautepec, Morelos. Para ello, mandó traer desde España los huevos de gusanos de seda, así como a especialistas para encargarse del proceso de producción y comercio de tan precioso producto. Además, la conquista trajo enormes progresos económicos, científicos, tecnológicos y hasta sociales. Las lenguas indígenas se conservaron y fueron materia de estudio en las primeras universidades de la América Española, en la cual estudiaron no pocos indígenas pues como hombres libres que eran bajo la Corona Española, se beneficiaron grandemente de la prosperidad del reino. Se reconoció y conservó la clase noble indígena y varios de ellos fueron nombrados gobernadores en el Virreinato de la Nueva España. Asimismo, Cortés construyó varios hospitales en ocasiones, aportando él mismo los fondos necesarios para ello.
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Cortes a las puertas de la muerte.
Un hecho poco conocido es el que relata el historiador López Medellín al sufrir Cortés la picadura de un alacrán de veneno sumamente peligroso. Tan mal se sintió el gran conquistador, que pensó no saldría vivo del trance por lo que se encomendó a su patrona, la Virgen del Monasterio de Guadalupe en Extremadura, España. Cortés sobrevivió a la picadura y cuando, en 1528, vuelve a España, visita el Monasterio de Guadalupe donde hace entrega a la Virgen, en agradecimiento de su recuperación, de un exvoto que previamente había encargado a un orfebre y que consistía en un pequeño cofre de oro con forma de alacrán engarzado con pequeñas cadenas. Desde entonces, la joya estuvo en el camarín de la Virgen. Sin embargo, en 1835 éste se perdió junto con gran parte de los bienes del Monasterio debido a las leyes de desamortización de la iglesia. Sin embargo, debido a una carta del año de 1947 en la cual un monje de dicho monasterio lo vuelve a citar, algunos historiadores afirman que dicho exvoto fue enviado a México, para que con motivo a la celebración del IV centenario de la muerte de Hernán Cortés, éste se depositase a las plantas de la Patrona de la Hispanidad, la Virgen de Guadalupe. Desafortunadamente, a la fecha no hay registro de ella y se desconoce su paradero.
Pocos hombres han sido juzgados con tan gran injusticia e ingratitud como Cortés, padre fundador de un México que, a golpe de mentiras ha alimentado el odio a Cortés y el desprecio a la Malinche. Así, nuestro glorioso pasado ha sido perversamente tergiversado, haciendo del mexicano un pueblo víctima cuya espalda se dobla bajo el peso de una leyenda negra plagada de falsedades.
Cortés supo ser; riguroso y blando, valeroso aliado y atroz enemigo, temerario soldado y excepcional diplomático. Vencedor no sólo incomprendido sino vilipendiado. Civilizador y misionero que llevó la cruz a un mundo ensangrentado por los sacrificios humanos y la barbarie. Como nos recuerda Cervantes; “es de gente bien nacida agradecer los beneficios que recibe”. Es tiempo de reconocer y rencontrarnos con nuestra historia, la real, grande y bella. Que la Virgen de Guadalupe, patrona de la Hispanidad, nos proteja y guíe en tan gran y noble empeño.
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