Para muchos ateos, la religión es superchería, superstición, mito o en última instancia un placebo: una ‘medicina’ falsa que ha inventado el hombre para el alivio y consuelo de lo que se nos presenta como inminente: el dolor de la muerte, el sufrimiento o la inclemencia de existir. Concedámosle, pues, estas variopintas ideas a los no creyentes, ateos, escépticos, etc., y hagamos esta pregunta: ¿Alguna vez hemos visto a una manada de leones en un templo construído meticulosamente con sus propias patas adorando a lo que estos leones considerarían un dios, una deidad o la manifestación de la divinidad?
Nunca hemos visto leones adoradores de divinidades porque la religión es una manifestación específica del hombre y por tanto: pertenece a la estructura misma del ser racional. De hecho, si avanzamos en el análisis del hombre respecto de las demás criaturas, usando otro ejemplo, nos encontramos que solamente el ser humano es capaz de planificar deliberadamente un conflicto armado: una guerra. Para los pacifistas toda guerra es mala, irracional y embrutecedora. Pero ¿Hemos visto tigres como generales liderando una ofensiva en contra de sus parientes? Nunca lo hemos visto por la misma razón; que tanto la guerra como la religión son expresiones de lo que somos como especie: racionales. Ya después podrá cada uno estar a favor o en contra de la guerra y presentar los argumentos pertinentes para defender su posición. Pero de la verdad de la que el pacifista jamás se podrá librar es del hecho de que solamente el hombre hace guerras y que por lo tanto, no convierte al hombre en un animal irracional, pues las acciones bélicas son fruto de la inteligencia deliberada y planificadora del hombre.
Pero, volviendo al punto de la racionalidad de la religión, no cabe dudas de que no deja de ser un fenómeno de lo más interesante; de hecho según lo que se desprende del conocimiento de los que estudian el cerebro humano, las creencias sobrenaturales tienen una función muy particular: reducir la tensión y el estrés que provoca en el ser humano tener una amplia inteligencia como la que el hombre posee. Evidentemente, la explicación de por qué las creencias sobrenaturales reducen el estrés no es otra que una explicación evolutiva: para la sobrevivencia de la especie. Los evolucionistas suelen decir que la selección natural es mecánica, que no apunta a ningún fin. Pero que la selección natural haya programado al cerebro para tener creencias sobrenaturales que le ayuden a reducir la tensión y el estrés ¿No es un propósito? Sino aceptan la idea de un mundo en donde los propósitos predominan, es porque ello plantea el problema de que si hay fines es porque hay mente inteligente capaz de hacer que las cosas actúen de manera específica, diferenciada, con miras a un propósito intrínseco a las cosas siguiendo unas normas que se cumplen por regla general. Esto es un problema para los que no creen porque es perfectamente plausible asegurar que se trata de la mente de Dios que ha determinado racionalmente a qué leyes en específico atienden todas las cosas que conocemos, para que funcionen como tienen que funcionar, y que los científicos logran sistematizarlas en conocimientos adquiridos por la observación de las leyes naturales y el experimento científico.
Ahora bien, las creencias, los ritos, las normas ético-morales y toda la simbología propia del hecho religioso son la forma concreta del hombre estableciendo una relación con la divinidad. Todos estos elementos propios de la religión, si bien, no encierran lo divino en sí mismo, lo refieren por analogía, de tal manera que las creencias, los ritos y las normas, aunque imperfectamente, constituyen un corpus religioso aproximado pero acertado o certero de cómo la divinidad es y de cómo el ser humano establece una relación con la divinidad. De ahí que la práctica y la vida religiosa en general no sea una mera superstición o mitologismo como creen tantos ‘iluminados’ modernos que se burlan de las personas que profesan la religión, o bien que pertenezca a otro tiempo, a tiempos primitivos, o que la religión es solo el residuo de una etapa evolutiva del hombre que ha quedado atrás y que el progreso de la ciencia, con el paso del tiempo, irá terminando de limpiar de la consciencia del hombre.
Nótese que para mostrar que el fenómeno religioso está presente en el hombre como constitutivo de su naturaleza racional, que las creencias, ritos o normas de una religión natural se desprenden del hecho mismo de ser el hombre, por naturaleza, religioso: nótese que no hemos apelado a la Fe como tal. El problema filosófico de si Dios se reveló al pueblo judío y luego Él mismo se hizo hombre es otra cuestión diferente para lo cual también hay argumentos racionales. Aquí el punto principal es que los no creyentes en general tienen que hacerle frente al hecho indiscutible de que todas las culturas humanas (unas culturas más ingeniosas que otras, eso sí) han manifestado sus creencias en la deidad a través de ritos, normas, prácticas o doctrinas, de tal modo que se puede afirmar que la tendencia religiosa es universal. Y como ya lo mencioné más arriba: una tendencia que solamente es posible en el ser racional: el hombre, la persona humana. No es del todo cierto, que los seres humanos están dejando de ser religiosos, lo que es verdad es que están abandonando (lamentablemente) la religión cristiana y ahora están emigrando hacia el Oriente en busca de religiones individualistas, espiritistas e inmanentistas que no les impongan exigencias heróicas como las que el cristianismo impone y que son las cargas que le han dado al mundo y a la Iglesia los más admirables y respetados mártires y santos católicos. El ateísmo no es que esté ganando terreno, el ateísmo lo que tiene es que es fuertemente mediático y la guerra de la propaganda sí la ha ganado. Por eso le toca al cristianismo en particular llevar adelante una Contrapropaganda que le haga frente a esta y otras filosofías modernas que han pretendido desterrar la idea de Dios de la mente de los hombres para que estos acaben por creer cualquier cosa, o en última instancia acaben creyendo en nada, o por lo menos, en nada sólido, estable ni consistente.
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Dionisio Rodriguez
21/08/2022 at 22:12
El problema es la Iglesia