“El Siglo”, diario del Partido comunista, publicó en el día de ayer, 22 de agosto, el texto completo de la declaración de las Carmelitas Descalzas de San José de Maipo en favor del Apruebo del proyecto constitucional que se plebiscitará el próximo día 4 de septiembre.

No sorprende que los comunistas le den espacio a una declaración más en favor del Apruebo. Lo que sí no puede dejar de escandalizar a los católicos y hasta a los no católicos es que un convento de monjas, que se consagraron como esposas de Cristo, llamen a aprobar un proyecto absolutamente contrario a sus enseñanzas perenes: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, dijo el Señor (Mt 25, 35).

¿Es imaginable que vírgenes consagradas aprueben un proyecto que instituye un supuesto “derecho al aborto”, sin restricciones y ni siquiera la posibilidad de objeción de conciencia? La conclusión es que o no leyeron el proyecto, o son favorables al aborto.

La primera hipótesis es inverosímil, pero posible, por tratarse de religiosas de clausura. Pero, en ese caso, ¿podrían dar a conocer una declaración de tan graves consecuencias sin haber leído el texto propuesto por los convencionales?

La segunda hipótesis es ¡simplemente aberrante! ¿Qué diría Teresita de los Andes – que en su lecho de muerte dijo “somos las hostias donde Jesús mora, en ella vive y sufre por el mundo pecador” – de hermanas suyas que un siglo más tarde aprobarían uno de los peores pecados, que fue calificado como un “crimen abominable” por el Concilio Vaticano II?

Peor aún. Para justificar lo injustificable, las carmelitas de San José de Maipo afirman que “esta Nueva Constitución es ecológica, respeta y legisla sobre la naturaleza, como nos lo pide el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, en que nos llama a respetar y amar la ‘casa común’, la tierra y los bienes naturales comunes”.

¿Respeta y ama la “casa común” un proyecto que defiende el derecho de los animales al buen trato, pero desconoce el derecho a la vida a seres humanos no nacidos y promueve la eutanasia de los enfermos y los ancianos?

En sus horas de estudio, estas monjas ¿nunca leyeron la encíclica Evangelium vitae, recientemente recordada por todos los Obispos de Chile, que afirma tajantemente que “el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar”, por lo que “nunca es lícito someterse a ella, ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto?”.

Las religiosas de San José de Maipo concluyen diciendo que “esta reflexión surge en una comunidad de mujeres dedicadas a la vida contemplativa, abiertas al soplo del Espíritu”. ¡Es simplemente blasfemo invocar al Espíritu Santo para promover un proyecto que instituye el aborto y la eutanasia, destruye el casamiento cristiano y la familia, desconoce los derechos de los padres a educar sus hijos y los derechos de la Iglesia para desempeñar libremente su obra de salvación!

Si tal recomendación no viene del Espíritu Santo, sólo puede venir del Maligno (Mt 5, 37). O tal vez del capellán de las monjas, si él piensa como el actual capellán de la Moneda, R.P. Nicolás Viel SSCC, quien tuvo la osadía de declarar recientemente que “el proyecto constitucional tiene sintonía con la doctrina social de la Iglesia” (sic!), sin recibir la menor censura de su superior religioso ni del arzobispo competente. 

Que Nuestra Señora del Carmen, primera ofendida por la declaración de religiosas que llevan su nombre, deshaga el inmenso daño causado por esas “vírgenes necias”, cuyas lámparas no tienen más el aceite de la verdadera doctrina católica, y las haga retornar a la fidelidad al Divino Esposo antes que Él les cierre la puerta (Mt 25, 1-13). Pero, sobre todo, que la Reina y Patrona de Chile impida que se realicen los siniestros designios que su declaración auspicia para nuestra nación.

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