(Gaudium Press) Esto de la China es una verdadera bomba, implosiva. Contra la China comunista, la misma que ahora manda tropas a Ucrania, y que amenaza con la guerra total a Taiwán o quien ose cuestionar su dominio con la isla. Esa que pasa por encima de los acuerdos secretos con el Vaticano, y persiguiendo a todo católico que no se quiera doblegar ante la tiranía de la doctrina de Marx y Mao.

Es a esa China, que mucho creían perdida por siempre que pueden estarle sonando las campanas de finados, cuando se anuncia de que en este mes de agosto se ha llegado a la gigantesca cifra de 400 millones de personas que han renunciado a sus vínculos con el Partido Comunista Chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas.

Muchos de ellos son emigrantes, pero muchos no.

Está el caso del empresario Chen Quanhong, de la provincia oriental de Shandong, que en junio pasado hizo la declaración formal de ruptura, integrándose así en el movimiento popular que nació en el 2004, y que tiene un nombre en chino, ‘Tuidang’, “Renuncia al partido”.

“En China, no era más que un gusano pisoteado por el poder autoritario, que no se atrevía a causar revuelo ni un poco”, dijo Chen a The Epoch Times. “Solo cuando llegué a Estados Unidos empecé a sentirme como una persona, porque por fin no hay miedo del partido comunista”. Sí, ese régimen solo se sostiene por el miedo, que muchos ya están empezando a perder.

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