Una foto sexual, un vídeo de fiesta… y lo que nos queda por ver. La treintaañera primera ministra filandesa es un ejemplo más del fracaso de esta nueva generación más preocupada en su diversión y en su egolatría que en el cumplimiento del deber.

Mientras Europa entra en recesión, y vive instalada en una crisis no conocida desde la década de los cuarenta del siglo pasado, Sanna Marin tiene tiempo para divertirse con sus amigos, amigas y amiges en fiestas privadas en las que el desfase y la inmoralidad son notas comunes.

En diciembre de 2019 Sanna Marin se convirtió en la primera ministra más joven del mundo, con 33 años, y todos los medios destacaron su juventud, y su condición de mujer, como si estas dos cosas fueran condición suficiente para llegar a primera ministra de un país «avanzado» como Finlandia. Ahora algunos descubren que ni la juventud, ni la condición femenina, garantizan un sabio ejercicio del poder. La preparación y la moralidad son las únicas garantías para el correcto ejercicio del poder, y por desgracia el mundo occidental anda escaso de moralidad y preparación.

El nuevo escándalo que rodea a la primer ministro de Finlandia es esta foto tomada en Kerasata 22, la residencia oficial de los primer ministros de ese país y el fondo es el mismo que usa Marín para sus declaraciones oficiales. Marín comentó que son amigas suyas a pic.twitter.com/AZu8xnwsE6

— Cuaima Team Deportes (@cuaimateam) August 23, 2022

Lo más sorprendente del caso es que ahora se trata de disculpar el infantil e inmoral comportamiento de la Primera Ministra Filandesa diciendo que estamos ante una campaña orquestada por Putin y los agentes de seguridad ruso, acusación absurda pues en todo caso Rusia podría ser responsable de las filtraciones de las imágenes que demuestran la inmoralidad de Sanna Marin, pero las fiestas, las perversión, y las amistades poco recomendables son responsabilidad exclusiva de una política que no debería de haber pasado de presidir su comunidad de vecinos.

No obstante, lo más escandaloso del asunto es que Sanna Marín se está aprovechando de su condición de mujer para aferrarse con fuerza a un cargo público del que debería dimitir. Efectivamente, todos los medios de comunicación está defendiendo a la imprudente Sanna Marín por no atreverse a atacar a una mujer, pues claro, está mal visto que se critique la disoluta vida de una Primera Ministra. Estimados lectores recuerden la figura de Boris Johnson y sus fiestas, y recuerden el tratamiento dispensado por todos los medios de comunicación que destrozaron su figura pública, y ahora comparen ambas situaciones. Esta claro que los medios de comunicación siguen manteniendo posturas «patriarcales» al considerar a las mujeres como inatacables, pues el honor de las familias, y el de los países, parece para algunos que sigue siendo responsabilidad femenina.

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