El odio, la revancha y el rencor han vencido, y ahora son de lo que comemos, vivimos y vestimos, y yo me pregunto:
¿Cómo una sociedad como la española ha llegado a esto?
Hoy en día no se nos hace extraño ver las calles tomadas e incendiadas por las turbas de los sin ley. Hoy en día no se nos hace extraño ver como en televisión la mayor parte de los programas nos manipulan e incitan al enfrentamiento entre hermanos españoles. Hoy en día no se nos hace extraño la indisciplina y la escasa educación de los jóvenes. Y ese es el problema, hoy en día ya nada se nos hace extraño, todo lo vemos bien o directamente decidimos mirar hacia otro lado. Hemos decidido sucumbir y claudicar frente a esta desenfrenada modernidad en la que vivimos. Una modernidad sin Dios, sin Patria y sin justicia social, que cada vez más ha ido imponiéndose y corrompiendo, a base del odio, los cimientos de nuestra gran Nación.
¿Cuándo comenzó la enfermedad del odio?
Quién sabe, pudo ser con la Constitución de 1978 y la Unión de Centro Democrático de Suárez; pudo ser con el gobierno social-comunista de Felipe Gonzales; pudo ser con la concesión de las autonomías, los estatutos y las plurinacionalidades; o pudo ser con la imposición de este turnismo político en el que los gobernantes solo gobiernan para sus intereses.
¿Podemos acabar con el odio?
El odio emerge del miedo, ¿Miedo a qué? Pregúnteselo usted a sí mismo, y hágase después estas dos preguntas: «¿A qué le tengo miedo?». «¿Por qué le tengo miedo?». Si halla en su corazón alguna fobia es más que lógico, somos humanos y el miedo es humano, pero si a la pregunta de la causa de su miedo se autoresponde con: van a…, acabarán con…, son malos por…, etc. Lo más probable es que haya sido contagiado con esta sanguinolenta enfermedad para que la única cura es ver más allá. No consuma los mismos programas, periódicos o páginas de la Red Mundial, y escape de la concepción política de izquierdas y derechas. Y así, verá como de una a tres semanas tendrá una notable mejoría. Y se lo digo yo, que no soy médico.
El odio nubla la mente de su portador, siendo todo lo anterior a este insignificante y banal para él. Por desgracia este existe y tendrá que seguir existiendo hasta el final de los tiempos, aunque todavía hay una posibilidad de reducirlo a su mínima concepción. Pudiendo así acabar con las palabras que una vez dijo el célebre Blas Piñar en uno de sus tantos discursos: «No nos importan vuestras amenazas, no nos importan vuestras llamadas telefónicas, no nos importan vuestros insultos, ni vuestras pintadas en las calles. Esa guerra psicológica la tenéis perdida. Puesto que frente a vuestra mística del odio, está nuestra mística del amor y de la voluntad».
Juan José Fernández Doctor
COMPARTE:
EMBÁRCATE EN LA LUCHA CONTRARREVOLUCIONARIA: Si quieres defender la cristiandad y la hispanidad, envíanos tus artículos comentando la actualidad de tu país hispano, o colaboraciones sobre la fe católica y la cultura, así como reseñas de libros, artículos de opinión… Ya superamos las 12.000.000 de páginas vistas anualmente en todo el mundo, únete a nuestro equipo de voluntarios y difunde la verdad compartiendo en redes sociales, o remitiendo tus colaboraciones a redaccion@tradicionviva.es . Puedes seguirnos en Telegram: t.me/tradicionviva / Facebook: @editorial.tradicionalista / Twitter: @Tradicion_Viva / Youtube: youtube.com/c/tradicionvivaTv / Suscríbete a nuestro boletín digital gratuito, pulsa aquí.
TE NECESITAMOS: Somos un espacio de análisis lejos de los dogmas de la corrección política; puedes colaborar haciendo una DONACIÓN (pulsando aquí)