Valentina Orte
Las similitudes entre monseñor von Gallen y monseñor Rolando Álvarez viene determinada porque su trayectoria vital se desarrolla −salvando una diferencia de 81 años−, una, durante el nazismo y otra por el comunismo, es decir, durante esos regímenes totalitarios que, si bien parecen opuestos, ambos dependen, según afirmó el doctor Antony Sutton, de la misma cúpula, mezcla de aristocracia y alta burguesía con enorme capacidad económica que está tratando de dominar el mundo.
Empecemos, por aquello de la antigüedad, por el obispo de Münster, Clemens August Graf von Galen. Al haber sido testigo del ascenso del nazismo y sus tácticas brutales, von Galen continuó con la ofensiva poco tiempo después de que Hitler se convirtiera en canciller. En su Carta pastoral de Cuaresma de 1934, advirtió a sus feligreses acerca de la impía ideología nazi. Dos años más tarde, señaló la persecución anticristiana: «Hay nuevas tumbas en Alemania que contienen las cenizas de aquellos a quienes los alemanes consideran mártires».
Valientemente condenó el plan de eutanasia nazi desde su púlpito en la catedral: «Si se establece y se pone en práctica el principio según el cual se puede “matar” a los seres humanos improductivos, entonces, ¡ay de todos nosotros cuando seamos ancianos y débiles!… ¿Tenemos, usted o yo, el derecho de vivir solo mientras seamos productivos?… Nadie estaría seguro nunca más. ¿Quién podría confiar en su médico? Es impensable qué conducta depravada, qué sospecha podría ingresar a la vida familiar si esta terrible doctrina es tolerada, adoptada y llevada a cabo». Abierto defensor de la libertad católica, apoyó las peticiones que exigían el derecho de los niños a ser educados en instituciones católicas. También reunió a un grupo de científicos católicos para refutar las doctrinas raciales anticristianas y antisemitas planteadas en el libro del ideólogo nazi Alfred Rosenberg, El mito del siglo XX.
Al obispo von Galen, sin embargo, se le recuerda mejor por luchar contra los esfuerzos del régimen para eliminar a los «no aptos». La comunidad médica alemana en su mayoría aceptó al nacionalsocialismo (para ésta, el racismo nazi era «biología aplicada») y proporcionó las ideas y técnicas que llevaron a una masacre sin precedente. Durante los primeros años de la guerra, se abrieron seis centros de eutanasia bajo el nombre de Fundaciones de Beneficencia para el Cuidado Institucional. Como el nombre sugiere, se racionalizó el homicidio como un acto de verdadera compasión. (Ochenta años después, los poderes que mandan en el mundo utilizan el mismo eufemismo). Se dirigió a las autoridades para denunciar que los pacientes «clasificados como improductivos» en un hospital de la zona eran trasladados a un hospital mental donde «se los asesinaba intencionalmente».
El obispo condenó de manera inmediata esos «centros» en una serie de sermones. El domingo 13 de julio de 1941 advirtió que nadie estaba a salvo de ser «encerrado en los sótanos y los campos de concentración de la Gestapo… El derecho a la vida, a la inviolabilidad, a la libertad es una parte indispensable del orden moral de la sociedad… ¡Exigimos justicia!».
Una semana después, criticó los cierres de las casas religiosas, escuelas, conventos, monasterios, abadías y la confiscación de las propiedades por parte de la Gestapo: ¡Permanezcan firmes! Vemos y experimentamos en forma clara lo que yace detrás de las nuevas doctrinas que nos impusieron por años, la religión fue prohibida en las escuelas para el beneficio de quién, nuestras organizaciones fueron eliminadas y ahora los jardines de infantes católicos están por ser abolidos, hay un odio muy profundo al cristianismo, el cual están decididos a destruir. Por su valiente lucha antinazi, le apodaron el León de Münster.
Monseñor Rolando Álvarez de 55 años, obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ha sido acusado por la Policía Nacional de Nicaragua de intentar «organizar grupos violentos» supuestamente «con el propósito de desestabilizar al Estado y atacar a las autoridades constitucionales», aunque de momento no han presentado pruebas. Durante dos semanas le tuvieron preso e incomunicado junto a ocho personas en el Episcopado de Matagalpa, hasta el viernes 19 de agosto a las 3 de la madrugada, en que, con nocturnidad y alevosía, fue asaltado el edificio por la policía y se llevaron al obispo y sus acompañantes −Ramiro Tijerino, rector de la Universidad Juan Pablo II y encargado de la parroquia San Juan Bautista, los seminaristas Darvin Leyva y Melkin Sequeira, el camarógrafo Sergio Cárdenas y el sacerdote Raúl González−, detenidos todos con paradero desconocido.
Este es el más reciente roce en una historia de fricciones entre la Iglesia católica nicaragüense y los sandinistas encabezados por el presidente Ortega. En lo que va de año, el Gobierno sandinista ha expulsado del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, ha llevado a prisión a tres sacerdotes, cerrado ocho radioemisoras católicas, sacado de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos, ha ingresado por la fuerza y allanado una parroquia y ha expulsado a 16 monjas de las misioneras de la orden Madre Teresa de Calcuta.
En abril pasado, el gobierno de Daniel Ortega inició una violenta represión en Nicaragua, cuyo fin aún no se avizora. Desde entonces, han sido 322 las personas asesinadas por fuerzas de seguridad estatales o paramilitares, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA. Esa nómina se dio a conocer con el nombre y apellido de las víctimas, pero Ortega dice desconocer la cifra de muertos y acusa al CIDH de manipularla para azuzar una intentona golpista en ese país. El director del Confidencial de Nicaragua, Carlos F. Chamorro, califica este hecho cono una «segunda muerte» de decenas de víctimas de la represión, a quienes el gobierno quiere hacer pasar como víctimas de la delincuencia o de accidentes de tránsito. «Estamos ante una operación de ocultamiento masivo de las víctimas, orquestada por el Estado, para matar la verdad», dice Chamorro.
Y estos eran los hechos que denunciaba monseñor Álvarez porque la
Iglesia católica es el último bastión crítico a lo que los opositores han llamado «autoritarismo y dictadura» de Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo. Bianca Jagger califica a ambos como “dos personajes diabólicos”. En definitiva, los nuevos Ceaucescu del siglo XXI.
Con la mayoría de los opositores en la cárcel y otros en el exilio, los sacerdotes nicaragüenses representarían para el presidente Daniel Ortega la última voz crítica que queda en el país y por ello el mandatario sandinista intenta acallarlos a toda costa. La activista de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco, Ana Quiros, señaló a la VOA(1) este viernes que el régimen considera a la Iglesia como un enemigo político, por ello no quiere dejar a nadie que tenga la valentía de levantar su voz y quienes han quedado para levantar la voz son los sacerdotes, el pueblo católico que no se ha dejado amilanar; que, a pesar de todas las amenazas, ahí ha estado al lado de sus pastores”.
El obispo auxiliar de Managua y exiliado, Silvio Báez, condenó el arresto y pidió a las autoridades liberar y respetar la dignidad de monseñor Álvarez y sus compañeros. «¡Basta ya de tanto silencio! Hablen quienes tiene que hablar y dar la cara, a no hacerlo se le llama ‘pecado de omisión’», dijo en referencia al papa Francisco quien ha sido criticado por diferentes sectores por mantener silencio sobre el tema en Nicaragua, un país de mayoría católica. ¿Es una manifestación más de desidia política o es por simpatía conmilitona?
La sociedad, en general, ha venido adoptando diferentes actitudes respecto al nacionalsindicalismo y al comunismo, mucho más benevolente con el segundo que con el primero a pesar de ser coincidentes en un totalitarismo horroroso y cruel por lo que fue juzgado el régimen nazi y sus principales mandatarios; sin embargo, la no menos bárbara y mortífera Rusia, la creadora del comunismo tan alabada por todas las naciones progres sin tener en cuenta los horrores que causó, no sólo no ha sido condenada, sino que es elogiada y seguida cada vez por más naciones.
Así se explica la diferencia de trato dado a los dos obispos por sus mutuas jerarquías políticas y por la eclesial, común para ambos.
Hitler a pesar de su maligna locura no se atrevió a atentar contra un obispo que con sus homilías transmitía una férrea resistencia al nazismo y denunciaba todas sus bárbaras leyes. Los sermones de von Galen se viralizaron. Las fuerzas antinazi lo hicieron circular por todo el Reich y los aviones británicos arrojaron copias en ciudades de Alemania. Muchos oficiales nazis exigieron que el obispo fuera acusado de traición y que se le ahorcara. El doctor Joseph Goebbels no estaba de acuerdo; advirtió que la denuncia de la eutanasia por parte del obispo puso a muchos alemanes en contra del régimen y que sería «casi imposible» para el partido nazi mantener su popularidad si von Galen era castigado.
Los nazis bramaban contra él pero no se atrevieron a tocarlo y, le permitieron en 1937 desplazarse a Roma al ser convocado por Pío XI, junto al cardenal Eugenio Pacelli (entonces nuncio en Alemania), para ayudarlo a escribir la encíclica Mit Brennender Sorge, (Con ardiente preocupación), la cual condenó el «mito de la raza y la sangre» del nazismo. Y volvió a su diócesis a seguir con su lucha.
Eugenio Pacelli, ya Pío XII, escribió una carta en 1941 a otro obispo alemán, «Los obispos quienes con tanto valor y al mismo tiempo de una forma tan irreprochable defienden las causas de Dios y de la Santa Iglesia, como lo hizo el obispo von Galen, siempre contarán con nuestro apoyo». Explícito apoyo de la máxima jerarquía de la Iglesia católica a uno de sus más firmes defensores de los valores cristianos.
En el primer consistorio de su pontificado, Pío XII nombró a von Galen cardenal por «su valiente resistencia contra el nacionalsocialismo. A su muerte se inició procedimiento de beatificación que culminó bajo el pontificado de Juan Pablo II. Fue beatificado el 9 de octubre de 2005 por el papa Benedicto XVI.
Hablemos del otro totalitarismo, el comunista que mantiene preso en Nicaragua a monseñor Álvarez y sus ocho compañeros.
El comunismo, sin embargo, tiene bula. La gente tiende a minimizar sus acciones. De nada sirve tantos testimonios de sufrimiento en los gulags, los pueblos que se han creido la propaganda de que el comunismo viene a redimirles no admiten otra cosa. Y los intelectuales tiene, aún hoy, miedo a contradecirles. Cuenta Stephane Courtois que para escribir el Libro Negro del Comunismo tuvo problemas con la colaboración de algunos investigadores que temían represalias por contar la verdad. Así se ha extendido, como mancha de aceite, la idea de la bondad del comunismo, el silencio culpable de la ocultación de la tiranía y el temor a ser tildado de reaccionario si se denuncia, −ahora en Nicaragua-, la ausencia de libertades, represión política, fuerzas paramilitares, detenciones arbitrarias, presos políticos, muertos, heridos, desaparecidos y un largo etcétera. Puro comunismo. El propósito de todas estas acciones es destruir las raíces culturales y espirituales del pueblo nicaragüense a fin de dejarlo en la anomia y hacerlo fácil presa de dominio mediante la destrucción de su dignidad y la fractura de sus raíces culturales.
Tras el asalto, con quema de iglesias y salvaje destrucción de las imágenes del culto católico incluido y persecución a los miembros de la iglesia en Nicaragua y, dado el silencio del Papa, el delegado del Vaticano aseguró en nota de prensa que ese silencio del papa Francisco no significa inactividad ni falta de decisión. Es posible, pero su grey necesita una palmadita de apoyo moral.
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Desconcierta la actitud de este Papa. En 1976 se produjeron en Argentina varios secuestros, entre ellos los de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics capturados y torturados por la Junta Militar de Videla cuando el hoy papa Francisco era el Superior de la Compañía de Jesús. Rodolfo Yorio, hermano de Orlando, considera que ambos jesuitas fueron liberados gracias a la labor y manejos del nuncio Pío Laghi y el jefe de la Armada argentina, Emilio Eduardo Massera, los dos, miembros de alto grado de la masonería, sin que, conste, a pesar de sus vinculaciones con, al memos el Rotary Club, el Superior de la Compañía.de Jesús, hiciera nada por dichos miembros de él dependientes.
Parece ser la norma de su actuación. Así ha ocurrido también con el obispo Álvarez y con los católicos de China, especialmente con el nonagenario cardenal Zen(2), emérito de Hong Kong, quien a pesar de sus años se desplazó a Roma para hablar directamente con el papa y exponerle la verdadera situación de la Iglesia católica en China. Sin embargo, en un acto sin precedentes que más parece ser un acto de rendición al régimen comunista de China, el Vaticano ha pedido a los obispos chinos legítimos que renuncien a su cargo para dar paso a la instalación de nuevos obispos ilegítimos, escogidos por el gobierno ateo. Pidió al obispo Peter Zhuang Jianjian que se retire para permitir que un obispo escogido por el estado ocupe su lugar. También se le pidió a otro obispo designado por el Vaticano que se rebajara como asistente de un obispo ilícito, según informes de AsiaNews.
El cardenal acusó indirectamente a Francisco de respaldar una iglesia falsa y el régimen comunista chino arrestó el 11 de mayo cardenal Joseph Zen, aunque posteriormente quedó en libertad bajo fianza. Ahora que Pekín tiene control sobre este territorio bajo la denominación de Región Administrativa Especial, tras más de siglo y medio de colonización británica, la persecución se ha potenciado contra todo opositor y contra quienes les brindan ayuda humanitaria, como el cardenal. Y qué reacción ha tenido el Vaticano? Pues emitió un comunicado afirmando que la Santa Sede ha recibido con preocupación la noticia del arresto del cardenal Zen y está siguiendo muy de cerca el desarrollo de la situación.
“Para mí, China siempre ha sido un punto de referencia de grandeza. Un gran país. Pero más que un país, una gran cultura, con una sabiduría inagotable”, dijo Francisco sin mención a las barbaridades cometidas por el comunismo chino con los uigures o a los Falun Gong. Nos preguntamos ¿Por qué se mantiene la inquina, la leyenda negra contra Pío XII y por el contrario se pretende disimular la acción de Francisco?
Y no podemos dejar de recordar la Profecía de San Maximiliano Kolbe: «Un día la bandera de la Inmaculada Virgen María ondeará sobre el Kremlin (centro del poder comunista), pero antes, la bandera roja flotará sobre el Vaticano».
- (1) La Voz de América
- (2) Primer cardenal de China y consejero clave del Papa Benedicto XVI con respecto a las relaciones entre China y el Vaticano, denunció un acuerdo del Vaticano con el gobierno comunista ateo de China.
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