El categórico rechazo al proyecto de nueva constitución no puede sino producir una enorme satisfacción, alivio y esperanza en todos los chilenos. Son estos los sentimientos que compartimos todos aquellos que, como Ud. y yo, nos empeñamos en obtener este resultado.
No queremos sobreabundar en comentarios al respecto de este triunfo. Sin embargo, hay algunos aspectos que nos parecen indispensables de resaltar.
Es necesario ponderar que este 62% del electorado no rechazó sólo al texto de la propuesta constitucional. Fue un rechazo a lo que ha sido todo el proceso de agresión al Chile cristiano y ordenado, comenzado el 18 de octubre del 2019.
Razón tenía el Presidente del Partido comunista al señalar que este plebiscito sería “la batalla de las batallas”. En realidad, en el referéndum se decidió lo que realmente los chilenos quieren o rechazan, después de un largo proceso subversivo iniciado hace tres años.
El comunismo y sus compañeros de ruta, comenzando por el Gobierno Boric, y siguiendo por los convencionales que se encargaron de redactar el texto maximalista, perdieron “la batalla de las batallas”, principalmente por tres razones.
En primer lugar, porque ellos apostaron a una refundación de carácter indigenista, negando cinco siglos de historia, a lo largo de los cuales se forjó la raza mestiza de la cual todos hacemos parte.
Esta inmensa mentira, de pueblos originarios vs. todos los chilenos no “originarios”, con sus performances de groseros insultos a la bandera nacional, símbolo en el cual nos reconocemos todos, fue la gran apuesta de la convención partisana y la primera causa de su enorme fracaso.
En segundo lugar, vinieron el rechazo al aborto abierto, sin objeción de conciencia; a la limitación del derecho de los padres a educar a sus hijos; a la relativización del derecho de propiedad privada; al fin del Poder Judicial y del Senado; a la ideología de género y a toda la agenda de revolución cultural; al fin del estado de excepción; al pedido de indulto a los delincuentes de “la revuelta”; a no condenar el terrorismo y, a un largo etc., que fuimos reseñando en distintos comentarios y videos de nuestra página.
Por último, los prometidos derechos sociales no fueron capaces de esconder el enorme fraude de prometer derechos sin recursos para cumplirlos, sin agenda de crecimiento ni desarrollo económico y poniendo en juicio el emprendimiento minero, agrícola y toda la iniciativa privada.
Si después de este resultado, el Gobierno y los políticos de todos los colores, que se apuran en hablar de una nueva redacción de constitución, no toman en consideración los motivos que llevaron a este resultado e insisten en incluir similares propósitos en un nuevo texto, probablemente se encontrarán con un nuevo gran No de la mayoría de los chilenos sensatos.
Al terminar estas consideraciones nos volvemos con especial gratitud hacia Aquella que es la Patrona de Chile, y Generala Jurada de nuestras FFAA. Fue en su auxilio maternal que pusimos nuestra esperanza y a Ella dirigimos nuestros más filiales agradecimientos.
Magníficat por Chile.
Por Juan Antonio Montes Varas
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