Una sociedad que enfrenta problemas concretos, no puede perder el tiempo en juegos constitucionales que pretenden refundar un país. La lectura atenta de aquel esperpento de constitución, nos ponía en la perspectiva política más evidente: que se trataba de un enorme proyecto progresista, un proyecto político que nada tiene que ver con la conducción de una sociedad. Toda constitución marca los límites que el gobierno no puede traspasar; es un texto de ley y no un programa de extravagancias políticas. Sin embargo, quienes redactaron la constitución, habían determinado todo lo que el gobierno les tenía que consentir. Pero ese proyecto, gracias a Dios, este domingo 4 de septiembre, fracasó.
Gabriel Boric en su discurso ante la nación, después del plebiscito, entre otras cosas, dijo: «Sé que esperan respuestas y soluciones contundentes ante la inseguridad, la violencia en el sur, el déficit de viviendas, el aumento del costo de la vida, la falta de apoyo a los cuidados, la reactivación de nuestra economía, las eternas listas de espera en salud, la calidad de la educación y las bajas pensiones». Ante estas palabras, cualquier persona con los cinco dedos de frente le habría podido preguntar al señor Boric: discúlpeme presidente, pero si usted conoce perfectamente bien qué es lo necesitamos resolver ¿Por qué pierde el tiempo apoyando un proceso constituyente que en realidad vendría a crear más problemas que soluciones?
De esto mismo habló también Edgardo Boeninger, en una entrevista de 2009, tres meses antes de su muerte:
«Soy contrario a que, en un país como el nuestro (Chile), se lleve a cabo una Asamblea Constituyente que complicaría o distraería con ese tema al gobernante con su tarea de una agenda gubernativa económico-social, perdiendo dos, tres o cuatro años de desarrollo en el sentido de que se desatienden los problemas sustantivos que limitan la capacidad de desarrollo en el país o la capacidad de progreso y equidad social». ¡Cuánta clarividencia!
Un verdadero estadista se enfoca en los auténticos problemas de su sociedad planteando soluciones realistas y no utopías irrealizables como las que pretendían imponer los constituyentes, apoyadas por el gobierno. Aun con esto, la insistencia de Gabriel Boric de llevar adelante una refundación absurda del país que le dio el voto, sigue siendo prioridad, tal y como lo dijo en su discurso «(…) me comprometo a poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana».
¿Y los problemas que acaba de listar? ¿No pretende buscarles una solución? ¿Perderá otro año en el poder intentando imponer un programa político destructor de la identidad de su país y de los valores de sus ciudadanos? Véase cómo la ideología que se pretende instaurar no sólo en Chile sino en el mundo entero, es fin en sí misma: no importa cómo, ni cuánto tiempo nos lleve, el progresismo globalista se tiene que imponer, guste o no.
Algunos intérpretes de lo que sucedió este domingo, proponen como causas del fracaso, estos cuatro puntos: 1.Una espiral del silencio: la gente no reveló, por temor a la opinión de sus amigos, que votarían por el Rechazo. 2. El cuestionamiento del proceso constitucional: incluso hasta socialistas y centro-izquierdas estaban disconformes con los constituyentes. 3. Un voto relacional: mucha gente evaluó la gestión de Gabriel Boric y en base a esa percepción se decantó por el Rechazo. 4. Los eventos públicos que minaron la imagen de los constituyentes: muchos de nosotros pudimos ver aquel bochornoso vídeo en donde se sacaba del ano de una drag queen una bandera chilena.
Sean las causas que fueren, lo cierto es que la respuesta del pueblo ha sido contundente y otro intento de la misma naturaleza, tendrá que ser rechazado una vez más. Al presidente le corresponde buscarle una solución a los verdaderos problemas que enfrenta su país, porque para eso ha sido elegido. Los chilenos deben presionar al gobierno de Boric para que asuma su rol de estadista y encauce el país hacia un mejor horizonte. Nos alegramos por los hermanos chilenos que razonaron como personas de bien y mandaron al trasto de la basura el documento programático de esta ideología que asoma por todos los rincones de Occidente.
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