Por Carlos Manuel Estefanía
Vectores de ignorancia
Hace algún tiempo reseñé el pensamiento de Marcelo Gullo[i], al que considero toda una vacuna contra la llamada leyenda negra antihispana. Es decir, que las ideas de Gullo resultan una de las mejores prevenciones frente a esa suerte de pandemia ideológica, acomplejante y castrante en la que fuimos adoctrinados desde la más temprana infancia, no importa el país o sistema sociopolítico en que hayamos nacido. Por supuesto no habría que sustituir aquella por una leyenda rosa, sino por la historia pura y dura, aclaro, esa que brilla por su ausencia en cualquiera de nuestras aulas.
El crimen fue perpetrado, quizás por ignorancia, quizás por falta de escrúpulos, por los maestros y profesores de todas y cada una de nuestras escuelas y universidades. Ellas, en cuanto a adoctrinamiento de sus educandos, si de humanidades se trata, poco o nada tienen que envidiar a un convento. Me refiero a esas instituciones destinadas a la educación que paradójicamente, hoy se levantan en los que un día conformaron los territorios del Imperio Español y del que solo nos cuentan lo que dicen sus enemigos. Sépase, para quien aún lo ignora, embrutecido por el enfoque nacionalista de su pasado, que aquel, nuestro imperio, fue el terror y la envidia del resto de las potencias de mundo occidental y que, en sus mejores momentos, se extendía desde Alaska a buena parte de lo que hoy son Chile y Argentina, desde Filipinas a la parte sur de Italia y todavía más. Se agrandó logrando entre sus pueblos una paz hasta entonces desconocida por ellos, así como una integración económica, lingüística, y cultural como no se ha vuelto a ver jamás.
Excusatio non petita, accusatio manifesta[ii]
El problema no está sólo en la academia. A este contribuyen los medios informativos, las industrias culturales y hasta la iglesia católica con su permanente autoinculpación, desde los tiempos de un Papa tan poco sospechoso de ser izquierdista como fue el Juan Pablo II de nombre secular Karol Józef Wojtyła. Un proceso frente a sus rivales de auto descrédito de la institución, de la compañera por excelencia de la expansión española en las Américas. El ritual de reafirmación de los peores prejuicios anticatólicos se mantiene hasta hoy, incluso donde apenas tiene sentido el mea culpas, es decir en los territorios colonizados por las potencias rivales de Españas cuyos crímenes contra los aborígenes no tienen parangón en la historia del colonialismo. Ahí tenemos el caso de la emperatriz Isabel II, la Papisa anglicana que acaba de abandonar este valle de lágrimas, convertida por la media en una suerte de aristócrata Santa Teresa, y por supuesto sin pedirle cuentas por innumerables excesos cometidos por su imperio contra los más diversos pueblos del mundo, no solo en el pasado, sino durante su extenso reinado. Actos de los que, según recuerdo (el lector me puede corregir si no estoy en lo cierto) nunca se arrepintió y ni tampoco se disculpó ante sus víctimas.
Eso no es lo que ocurrió cuando el actual Papa, Francisco Bergoglio, pidió perdón, por la forma en que algún miembro de su Iglesia cooperó, incluso a través de su indiferencia, con los proyectos de destrucción cultural y de asimilación forzosa promovidos por los gobiernos de Canadá contra la población nativa de esa neocolonia británica, que lo es, como lo son hoy el resto de lo que fueron abiertas posesiones del imperio británico, aunque no se diga.
Me refiero concretamente al sistema de escuelas residenciales para niños indígenas canadienses, de las que se ha estado hablando mucho recientemente, cuando ya no hay nada que hacer. Algunos de estos centros estaban a cargo de la Iglesia católica. Se dice que en ellos murieron más de 4.000 indígenas por negligencia o abuso de los responsables. Francisco como el Jesús que da nombre a su orden, cargó sobre sí (más bien sobre la iglesia que representa), el pecado de todos los implicados y sin cuestionar mucho, ni delimitar responsabilidades prefiere disculparse, entregando así carnaza a la prensa anticatólica del mundo entero. [iii]
Bien podía haber hablado el Papa en ese momento, a manera de antítesis y de atenuante de lo que hicieron sus predecesores en las misiones jesuitas en Sudamérica. De paso daría el Papa argentino una buena lección de “civilidad” y espíritu civilizatorio a esos anfitriones canadienses ante los que se humillaba.
Pudo Bergoglio, por ejemplo, haber citado la ponencia titulada LAS MISIONES JESUITAS, EL PATRONAZGO Y ELULTRAMONTANISMO EN LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA[iv], del Doctor boliviano Blithz Y. Lozada Pereira[v]. En ella se describe la materialización utópica que tuvo lugar en las misiones jesuitas, particularmente las guaraníes, pese a las incursiones continuas de los mamelucos paulistas y la hostilidad de los encomenderos.
Gracias a las misiones los indígenas quedaron libres del servicio personal; los diez primeros años posteriores a su conversión, no tuvieron que pagar tributo (el sueño de cualquier ciudadano moderno); librándose de los excesos y abusos propios de las encomiendas. Todo lo que producían, según el principio de que lo elaborado por los indígenas estaba destinado a la misión (en cierto sentido a ellos mismos), incluida la decoración de los templos a los que asistían.
En lo concerniente a las artes, cultivaron la música, el canto coral, la escultura, el tallado, el dorado, la pintura y la arquitectura; siendo notablemente destacados en la fundición de campanas y la construcción de astilleros. Incluso fue en una de esas misiones en donde a principios del siglo XVIII, estuvo la primera imprenta del Río de la Plata, que llegó fabricaba su propia tinta y la tipografía y en la que se realizaban publicaciones en lengua guaraní -no es de extrañar que hoy en día el guaraní sea hablado por el 90% de los paraguayos- no solo de textos religiosos, sino también científicos. Sería interesante encontrar algo similar en los territorios reservados para los indígenas por los anglosajones y sus crías en las tierras de Norteamérica de las que se hicieron dueños.
Gusta a los negrolegendarizados hablar del presunto oscurantismo y retraso de los pueblos de Iberoamérica; lo atribuyen al haber sido colonizados bajo la guía espiritual del catolicismo. Pero se cuidan mucho de recordar que cada una de aquellas misiones jesuitas, contaba con una buena biblioteca. Aquella no solo servía para el adoctrinamiento religioso sino también para la difusión de ese saber científico que ahora, según “prestigiosos” conferencistas y académicos, parece que era monopolio de los discípulos ingleses de Francis Bacon o de los afrancesados seguidores de los “iluministas”.
Sin aquel saber habría resultado imposible la elaboración de mapas por los propios indios o la existencia en las misiones de observatorios astronómicos. Los sacerdotes jesuitas difundieron sus conocimientos agrícolas, médicos y tecnológicos; y preservaron y adecuaron los saberes nativos, motivaron y realizaron estudios minuciosos del entorno misional, tanto del medio ambiente, la geografía, la fauna la flora como de las poblaciones aborígenes. Así cuando nadie hablaba de antropología ellos ya habían elaborado enciclopedias etnográficas, que sirvieron para el conocimiento de las lenguas de los indígenas, la valoración de sus costumbres y la salvaguarda de su cultura.
Los habitantes de la misión jesuita no sólo fueron protegidos de los cazadores de esclavos, como vemos en la emblemática película “La Misión” (rara avis de reflejo histórico dentro del cine de habla inglesa), sino que además recibieron la mejor instrucción que podía esperarse en esa época y de la que carecía buena parte de las clases humildes de la “moderna y reformada Europa”.
Todo tuvo su fin cuando se decreta oficialmente, de manera drástica e inesperada, la expulsión de la compañía de Jesús de España a principios de abril de 1767[vi]. Ya anteriormente, en 1759 habían sido expulsados de Portugal y por lo tanto del Brasil. Fue la consecuencia inevitable del giro absolutista impuesto por Carlos III para imponer su despotismo, mal denominado ilustrado, incluso a las elites del reino, incluidas no solo las peninsulares sino también las criollas e indoamericanas al otro lado del Atlántico, aquellas de cuya educación se había encargado hasta el momento la compañía de Jesús.
Con esta medida el Rey Carlos III de Borbón, que también es tratado la historiografía oficial española, pone fin, indirectamente, a uno de los proyectos civilizatorios más humanos e importantes el devenir no solo del catolicismo si no el de la hispanidad.
Aquella contrarrevolución cultural que significó la expulsión de los Jesuitas equivaldría a la colocación de una bomba reloj en el corazón de las Españas americanas. Nada de extrañar que fuera precisamente el bajo reinado de Carlos III que estallara la rebelión de Tupac Amaru en el portentoso Virreinato del Perú.
El Papa y la historia
Pero volviendo a nuestro Papa actual. Evidentemente la historia no parece ser el fuerte de Francisco. Ello explicaría otra declaración tan comprometedora como la anterior, la realizada una entrevista concedida a Bernarda Llorente de Télam, servicio de difusión pública argentino, aparecida el pasado el primero de julio. Allí Bergoglio afirma lo siguiente:
“Latinoamérica todavía está en ese camino lento, de lucha, del sueño de San Martín y Bolívar por la unidad de la región. Siempre fue víctima, y será víctima hasta que no se termine de liberar, de imperialismos explotadores. Eso lo tienen todos los países. No quiero mencionarlos porque son tan obvios que todo el mundo los ve. El sueño de San Martín y Bolívar es una profecía, ese encuentro de todo el pueblo latinoamericano, más allá de la ideología, con la soberanía. Esto es lo que hay que trabajar para lograr la unidad latinoamericana. Donde cada pueblo se sienta a sí mismo con su identidad y, a la vez, necesitado de la identidad del otro[vii].”
Al parecer Francisco no se ha enterado todavía de cuales fueron las verdaderas intenciones para con nuestros pueblos de su compatriota San Martín y del compinche de aquel Bolívar, sobre el que también he escrito no hace mucho. Eran las de colocarnos a los pies del más desbastador de esos mismos “imperialismos” cuyos nombres prefiere no mencionar.
Y es que ni el mismísimo Papa parece poder escapar a ese desconocimiento que le hace tomar por un sueño, lo que de hecho se convirtió en nuestra peor pesadilla. Francisco necesita de una inyección que lo inmunice contra los efectos de la leyenda negra, y para conseguirlo haría bien en leer a su compatriota y no menos católico Marcello Gullo.
Inyecciones completamente gratis
Pero esta vacuna, como aquella que presuntamente nos salvarían del COVID 19, merece varias dosis. Aquí con más razones científicas que las de las inoculaciones supuestamente llamadas a frenar al coronavirus.
La vacunación que recomiendo es de saber, están al alcance de todos, no solo en esa biblioteca a la que sustituimos por una mala serie de Netflix cuando de aprender historia se trata, sino en innumerables videos a los que podemos acceder en la plataforma de YouTube, entre ellos recomiendo los dos siguientes:
NUESTROS LIBROS RECOMENDADOS
“Geopolítica y Leyenda negra: Marcelo Gullo y Santiago Armensilla”[viii]
15 preguntas a MARCELO GULLO[ix]
El primer material es una conferencia de Gullo presentada y comentada por el Escritor, Politólogo, Economista Santiago Armesilla.
El segundo es una charla del profesor argentino con la pensadora y artista plástica Paloma Hernández.
Ambos acompañantes del sudamericano son españoles y sus aportes resultan muy útiles, aun cuando sus enfoques ideológicos no coincidan necesariamente con los Gullo, ni siquiera con los míos.
No se trata de mera ilustración, palabra que debemos rescatar de su mal uso por los fanáticos del iluminismo: la ideología del despotismo ilustrado.
Se trata entre otras cosas de una cura preventiva contra los nuevos procesos desintegradores y de alienación cultural que sufrimos los portadores monolingües o no de la segunda a lengua más grande del mundo, la española. Me refiero a proyectos como el catalanismo o las diversas variantes de indigenismo, y otras formas demagógicas de “minoritismo”, que, bajo su apariencia de fenómeno “local”, ocultan el protagonismo de esas mismas fuerzas transnacionales que, sabrá Dios (nunca mejor dicho) por qué compromiso, Francisco se cuida mucho de mencionar con nombre y apellido y que, mire usted qué casualidad, son las mismas que reinventan, financian y reproducen la leyenda negra contra la hispanidad.
Notas y referencias:
- [i] https://cubanuestra1.wordpress.com/2022/05/17/hispanicistas-el-caso-del-profesor-marcelo-gullo/
- [ii] ‘Excusa no pedida, acusación manifiesta’
- [iii] https://cnnespanol.cnn.com/2022/07/25/papa-francisco-canada-disculpa-perdon-indigenas-trax/
- [iv] Ponencia publicada en https://www.academia.edu/42813251/Las_misiones_jesuitas. Fue presentada en el Coloquio internacional “El pensamiento filosófico y político en la escolástica colonial latinoamericana: Siglos XVI a XVIII”, evento organizado por las carreras de Ciencia Política y
- Filosofía de la Universidad Mayor de San Andrés, del 21 al 23 de septiembre de 2014. Las personas interesadas pueden encontrar textos relacionados del autor en la siguiente dirección electrónica: http://www.cienciasyletras.edu.bo
- [v] Miembro de la Academia Boliviana de la Lengua asociada a la Real Academia Española. Docente emérito de la Carrera de Ciencia Política y Gestión Pública de la Universidad Mayor de San Andrés y docente titular e investigador en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Ha publicado20 libros y escrito 75 artículos para revistas especializadas incluidos artículos periodísticos en formato físico y electrónico. Licenciado en filosofía con estudios de economía. Tiene maestría en gestión de la investigación científica y tecnológica, y maestría en filosofía y ciencia política. Diplomado en educación superior y ciencias sociales. Obtuvo varios premios y fue miembro del Comité Ejecutivo de la Confederación Universitaria Boliviana y de la Central Obrera Boliviana.
- [vi] https://www.cervantesvirtual.com/portales/expulsion_jesuitas/expulsion_espana/
- [vii] https://www.telam.com.ar/entrevista-papa-francisco
- [viii]
- [ix]
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