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Uppsala: el ejemplo de su biblioteca

Suecia se acuerda de la opresión de la dictadura cubana.

Catedral de Uppsala. Foto de Carlos M. Estefanía

Por Carlos M. Estefanía

El viernes nueve de septiembre de 2022, me regalé un paseo por la ciudad de Uppsala. La caminata deparó agradables sorpresas. Antes de revelar una de ellas, la más valiosa, me gustaría compartir algunos datos sobre esta importante área urbana de Suecia. Ella funciona como sede administrativa tanto del municipio como del condado del mismo nombre.

Según la enciclopedia nacional sueca, este municipio, de 2.183 km² cuenta con 233.839 habitantes. Algo que lo convierte en el cuarto municipio más grande de Suecia por población. Tome nota a la hora de valorar el impacto social que pueda tener cualquier actividad pública en este lugar. Ocurre que Uppsala, dentro de un país poco habitado como es la nación escandinava en que se encuentra observa un aumento constante de la población. Se calcula que desde 1985 aquella ha aumentado en casi 90.000 personas. Esto se explica por diversas razones: hay una comunidad empresarial expansiva, el municipio tiene universidades y muchas agencias gubernamentales. La proximidad a Estocolmo también es un factor importante en este crecimiento. No es nada raro que haya personas que viven en una ciudad y viajan cada día a la otra para trabajar. Muchos lo hacen usando la magnífica red de trenes que las conecta. Ese es mi caso, por ejemplo.

Sin dudas el hecho de que Uppsala sea el hogar de la universidad más antigua y prestigiosa de la región nórdica, así como lo imponente e histórico de su catedral, la cual merece un artículo aparte, hace que el número de visitantes aumente día a día.

Ahora quiero centrarme en uno de mis descubrimientos de aquel viernes, el de la biblioteca de la Ciudad[i] y dentro de ella de su inesperado compromiso con la defensa de los derechos humanos en Cuba. Se trata de un tema que hoy por hoy resulta poco usual por estos lares. Aunque es verdad que no lo era tanto a mediados de los noventa y principios de este siglo, gracias al activismo del entonces joven exilio cubano en Suecia. Afortunadamente este exilio desgastado y adormilado ha comenzado a dar señales de vida con manifestaciones y caravanas organizadas por grupos antes desconocidos. Esto ha sido bajo los efectos de la crisis del régimen postfidelista que impera en la isla y su incapacidad para negociar con la siempre fiel mayoría de la emigración cubana en Europa. Una comunidad, antiguamente privilegiada, pero que el gobierno hoy expolia con los trucos más diversos o de la manera más descarada.

Para el caso del Reino sueco, la apatía con respecto a Cuba por parte de su estado no debería tener explicación. Se trata de un país que muchos admiran por su compromiso internacional con la causa de los pueblos oprimidos, en particular los que en Europa fueron víctimas del comunismo. Es siguiendo aquella inercia que Suecia ha tomado partido, sin mucha resistencia de su población, a favor de Kiev contra Moscú, en la actual guerra de las Rusias, con todas las consecuencias económicas e incluso de índole militar que ello podría traer y de hecho está trayendo a la ciudadanía sueca.

Sin embargo, desde los años sesenta al presente, Cuba, salvo durante los cortos gobiernos de la llamada coalición burguesa, ha sido la excepción inesperada de esta proyección “humanista” de la política internacional sueca.  Una excepcionalidad atestiguada por antonomasia con la amistad inquebrantable del Primer ministro socialdemócrata Olof Palme, el mismo que condenó la invasión soviética a Checoslovaquia y el líder marxista leninista que justificó, frente a una militancia atónita, aquella intervención; el también “primer ministro”, luego “presidente” de un régimen totalitario, Fidel Castro.

Fueron lazos de larga data aderezados con importantes donaciones económicas para el desarrollo (cuyos resultados brillan por su ausencia) por parte de la monarquía constitucional escandinava a la dictadura tropical. Actos de “solidaridad” aplaudidos por la extrema izquierda y en los que apenas pudo hacer mella la crítica de los medios y de los políticos de la derecha local.

En este contexto y dado el impacto público que tiene debo destacar lo que vi en la Biblioteca de Uppsala. Se trata de una Institución que merece ser visitada por muchas razones. Entre otras, porque resulta, como tantas otras bibliotecas de Suecia, un auténtico templo de culto al saber y la cultura. No sin razón se le ha calificado como “basílica del libro”. Más cuando su arquitecto, Carl Nyrén, se inspiró en las basílicas[ii] del sur de Europa a la hora de diseñar el edificio que la hospeda[iii]. 

Entrada de la Biblioteca de Uppsala. Foto: Carlos M. Estefanía

La institución sirve además para que los habitantes de la ciudad hagan vida social, entre otros motivos, gracias a las muchas actividades culturales que el centro convoca. Como pude notar se dan amenas charlas entre los visitantes, un público multiétnico que no hallaba mejor forma de integración social que la de intercalar sus conversaciones con la lectura de periódicos de cualquier parte del mundo y libros con las más diversas temáticas e ideologías.  Todos ellos perfectamente ordenados y distribuidos de manera accesible en salones poblados de cómodos sillones, ambientados dentro y fuera con bellas piezas de arte. Ellas desbordan los interiores para sorprendernos incluso en el mágico patio de la biblioteca. 

Escultura en el patio de la Biblioteca de Uppsala. Foto: Carlos M. Estefanía

Pero ese día la biblioteca cumplía algo más que su rol de extensión cultural; se adentraba en la política, por dos razones. La primera, concediendo una de sus habitaciones para quienes deseaban votar anticipadamente en las elecciones. La extensa cola para hacerlo me había confundido. Pues enemigo instintivo de las largas filas estuve a punto de no entrar al local cuando vi la que se formaba precisamente en su entrada. Afortunadamente pudo más mi curiosidad, y fue gracias a ella que descubrí que aquella no tenía nada que ver con los servicios de los bibliotecarios, quienes por cierto me hicieron miembro de la institución en un santiamén y sin costar un centavo. 

Pero lo mejor no fue aquello, sino el descubrir casi frente al local de las elecciones una suerte de humilde instalación dedicada al disidente cubano Luis Manuel Otero Alcántara.

Instalación en la Biblioteca de Uppsala. “Luis Manuel Otero Alcántara, Cuba, 5 años de prisión”. Reza en sueco el texto en la silla de la Instalación en la Biblioteca de Uppsala. Foto: Carlos M. Estefaní. Foto: Carlos M. Estefanía

Instalación en la Biblioteca de Uppsala. Foto: Carlos M. Estefanía

Allí se podía ver una silla vacía y sobre ella un texto en sueco explicando quien era el activista. Se trata de alguien con cuyos métodos e ideología se puede estar en desacuerdo, pero del que hay que reconocer tanto el valor para denunciar lo que pasa en Cuba, como el hecho de que sufre injusto encierro. 

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Información en sueco sobre Otero Alcántara de la Instalación en la Biblioteca de Uppsala. Foto: Carlos M. Estefanía

En una nota[iv] publicada por Amnistía internacional el pasado 24 de junio (2022) son referidas las declaraciones hechas por Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, sobre Luis Manuel Otero y su compañero de causa Maykel “Osorbo” Castillo:

© Natasha “Tanto Luis Manuel como Maykel son artistas que han utilizado el arte como medio para expresar sus opiniones sobre las condiciones sociales, políticas y económicas en Cuba. Son dos ejemplos emblemáticos de cómo el gobierno de Miguel Díaz-Canel utiliza el sistema judicial para criminalizar a las voces críticas, incluyendo a través de cargos de supuestos delitos incompatibles con el derecho internacional. La comunidad internacional debe seguir condenando públicamente estas prácticas, que atentan abiertamente con el pleno ejercicio de derechos humanos en el país”.

Sin lugar a duda, con su pequeña modesta instalación, no sé si proponiéndoselo o no, la biblioteca de Uppsala ha respondido al llamado de Amnistía para denunciar la represión en Cuba. Seguramente algunos de los muchos ciudadanos que allí fueron a votar y no pocos de los que suelen ir a leer o tomar un libro prestado se habrán enterado, por el caso de Alcántara de lo que en realidad pasa en Cuba y eso siempre es bueno para el pueblo de la isla, aunque no tanto para su gobierno. Del que por cierto apenas se habla, la prensa prefiere atacar a mandatarios mucho menos autoritarios que el cubano, como puede ser el turco Erdogan o fue Trump el americano.

En cuanto al recordatorio del preso político de Cuba, la cosa no debería quedar ahí. Instituciones homólogas de esta biblioteca podrían apadrinar, a cada uno, de los cientos de prisioneros” sin nombre ni fama”, que permanecen encarcelados en Cuba, entre otros motivos injustos por haber participado en las protestas del 11 de julio de 2021[v], poniéndoles rostros y biografía en pantallas grandes o pizarras inteligentes como las que existen en las modernas escuelas “uppsalienses”. 

Hablo de hombres y mujeres, cuyos maltratos tras las rejas hoy denuncian valientemente las madres cubanas. Mujeres que, al estilo de las famosas Damas de Blanco originales, no han necesitado ni de lideresas, ni de subsidios norteamericanos para luchar espontáneamente, dando la cara por sus seres queridos. La diferencia con respecto a aquellas primeras damas es que, en lugar de gladiolos y marchas por las calles habaneras o rezos en la iglesia, estas valientes de hoy, acordes con los tiempos de nuevas tecnologías, lanzan sus desgarradores mensajes en las redes sociales. Así pueden llegar al mundo entero y de paso a algunos canales de televisión sensibilizados con su causa que expandirían aún más lo que dicen. A ellas habría que sumar las que acusan al régimen por la falta de alimentos y medicina para sus niños, o se le enfrentan directamente a quienes vienen a llevarse a ´sus hijos adolescentes al servicio militar. Ellas saben que allí serán usados, tanto como represores del mismo pueblo al que pertenecen, como bomberos cuyas vidas importa un Comino. Así fue el caso de aquellos improvisados jóvenes apagafuegos que perecieron en los recientes incendios de tanques de gasolina matanceros. Por ello prefieren convertir a sus chicos en conciencia, algo que no contempla la legislación cubana y por lo cual se puede recibir castigo. 

Todas estas mujeres están creando, sin proponérselo, un movimiento que a falta de nombre bautizaré como “red informal de madres corajes cubanas” Qué que bien se les haría reproduciendo sus palabras traducidas a la lengua del país que fuera, haciendo conocer sus desgracias a quienes dan por sentado que sus derechos siempre estarán garantizados, esos que gozan, sin pagar el menor precio, de las libertades con que sueñan mis coterráneos. 

Antes que un Sájarov o un Nobel el mejor premio para esta raza de mujer cubana sería darles el mayor eco a sus voces. He aquí una buena tarea para las instituciones culturales del autodenominado mundo libre.

Hay que agradecer a la Biblioteca de Uppsala por haberse convertido en algo más que una basílica de libros, en un templo de culto a la libertad de un pueblo tan lejano como el cubano. Su ejemplo debería ser imitado por las demás bibliotecas suecas, escandinavas, europeas y por las del resto de los países que con mayor o menor razón se consideran a sí mismos respetuosos de los valores democráticos y por consecuencia comprometidos con la defensa de los derechos humanos allí donde estos sean violados.

Referencias:

  • [i] https://bibliotekuppsala.se/web/arena 
  • [ii] https://www.aciprensa.com/noticias/que-es-una-basilica-y-por-que-es-importante-fotos-99516 
  • [iii]htps://web.archive.org/web/20150210212648/http://www.visituppsala.se/visituppsala/extern/stadsbiblioteket.htm 
  • [iv] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/noticias/noticia/articulo/cuba-amnistia-internacional-condena-las-sentencias-de-luis-manuel-otero-alcantara-y-maykel-osorbo-castillo/
  • [v] https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/cuba-cinco-cosas-que-debes-saber-11j/

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