Valentina Orte
En su viaje a la Asamblea General de la ONU, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, decía que era para reunirse con el presidente de Chile, el comunista Gabriel Boric, −los otros 192 líderes mundiales parece no interesarle−, aunque en realidad, esto de la Asamblea era una disculpa que por su cargo al ostentar la Presidencia Europea venía bien para disimular la realidad de su interés por el desplazamiento.
¿Y cuál es ese interés oculto por el que Sánchez esquilma a España? En junio se cumplieron los cuatro larguísimos años que lleva actuando claramente ajustado a la definición política de político autócrata: Aquel dirigente de un grupo humano, nación o comunidad que se otorga asimismo las facultades para asumir por completo la toma de decisiones, el ordenamiento y la dirección absoluta del conjunto, a través de un mando único e incuestionable, a menudo sostenido en el dominio implacable de las instancias de poder. Es decir, es el modelo de gobierno que coloca en manos de un único individuo el conjunto de los poderes públicos y toda la capacidad de toma de decisiones, incluso cuando éstas vayan en contra de los intereses del propio pueblo u obedezcan a los caprichos o beneficios personales del líder. Por lo general este tipo de regímenes se instauran mediante la fuerza y a veces de la mentira.
Está claro. Como en tantas otras ocasiones, busca su beneficio personal y para conseguirlo, se “trabaja” con nuestro dinero −sin pedir permiso en las Cortes−, el apoyo de la élite de la masonería, esa que somete el mundo a sus caprichos y está empeñada en imponer la Agenda 2030, con una donación de 130 millones de euros para la fundación de Bill Gates, después de afearle a Moreno Bonilla que retirase un impuesto que recauda apenas 90 millones. Parece ser que los multimillonarios norteamericanos sí pueden recibir dinero de nuestros impuestos y los andaluces que generan riqueza en nuestra tierra, no. Así de asimétrico es el socialismo español.
Supongo que a la fundación de Amancio Ortega, que lleva donados más de 400 millones de euros a la sanidad pública española, Sánchez no le ofrecerá nada. Por cierto, no olviden que el dinero de los impuestos es nuestro, de los ciudadanos, ya que los pagamos rigurosamente cuando nos toca. Sánchez, por su parte, lo malgasta, como corresponde al narciso caprichoso que lleva dentro.
De esa élite, cumbre de la masonería, es conocida su relación con Georges Soros primera visita que recibió Sánchez en cuanto se posesionó de la Moncloa. Su relación con él es antigua como recordó el primer ministro croata Andrej Plenkovic, en rueda de prensa a la salida de una visita al presidente: fue en Bosnia y Herzegovina, donde George Soros se fijó en él.
Efectivamente. Pedro Sánchez tras acabar la carrera universitaria, cursó varios estudios de posgrado en las universidades jesuítas de Bruselas y Pamplona y en la Complutense de Madrid. De ahí saltó a Nueva York, donde trabajó unos años en una consultora. Fue allí, en 1996, donde conoció al amigo de sus padres, el entonces embajador español en la ONU Carlos Westendorp[1], tras su breve etapa como ministro de Exteriores en el último Gobierno de Felipe González. Después llegó a Bruselas gracias a una beca que le consiguió el socialista Enrique Barón lo que le facilitó trabajar como asesor de la eurodiputada socialista Bárbara Dührkop.
Cuando Westendorp fue nombrado Alto Representante Internacional para Bosnia y Herzegovina de las Naciones Unidas en el proceso de pacificación de Yugoslavia, incorporó a Pedro Sánchez como asistente en la delegación en Sarajevo. Este trabajo y sus continuos viajes a Nueva York le facilitaron urdir sus relaciones internacionales. Los hombres de Soros se fijaron en Pedro Sánchez y lo integraron como trabajador en sus fundaciones. Entre 2011 y 2013 el Democratic Institute lo contrata como observador en los procesos electorales de Marruecos y Jordania. Cabe recordar que el Democratic Institute está registrado como lobby de Soros ante la Unión Europea por el partido Demócrata para la promoción del globalismo progresista entre los partidos social-demócratas del mundo.
Así que no es que Sánchez sea “socio fiable” de Soros, es bastante más, aunque aún no sepamos el grado de su maestría, pero su afinidad es clara. No hablaremos de los miembros de gobierno sospechosos de serlo; tampoco de los muchos socios fiables reconocidos por Soros entre los que hay ex ministros, sino de los reconocidos por ellos mismos como el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares y el secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo, que según ABC, por sus actividades no parece que estuvieran “dormidos”. El ministro se jactaba de liderar un grupo que se denominaba a sí mismo Los Carbonarios, como se conocía a los miembros de la Carbonería, sociedad secreta fundada en Nápoles a principios del siglo XIX y muy activa en Francia, que fue responsable del asesinato de numerosos funcionarios públicos en su mayoría conservadores.
Por si no fuera suficiente, tiene a un maestro masón de asesor de campaña. Otro incongruente que con gran aplomo repite el conocido mantra al afirmar que la masonería nada tiene que ver con la política cuando está desempeñando un cargo importante para el presidente del Gobierno de España. Se trata de Antonio Hernández Espinal, maestro masón con cargo de Venerable / Presidente de la Logia Obreros de Hiram de Sevilla, adscrita a la Gran Logia Simbólica Española fundada hace 28 años, por lo que es una de las logias más antiguas de Andalucía, la decana de Sevilla y una de las que goza de mayor prestigio en todo el territorio nacional. Hernández pertenece también a los órganos de dirección de la Gran Logia Simbólica Española.
A este respecto, quizá convendría recordar a Pedro Sánchez que otro presidente, éste del gobierno de Francia, Émile Combes (1835-1921) tuvo que abandonar el poder cuando se le descubrió que a la hora de nombrar cargos hacía más caso a las logias que a las instituciones políticas. Claro que, vistas sus acciones, pensará que eso en España es impensable. Los españoles aguantamos todo.
Observando la trayectoria política de Sánchez, muchos creerán que debe la presidencia del Gobierno a Soros. No es de extrañar. Sin la ayuda de los hombres del filántropo, ni siquiera habría regresado al PSOE que lo expulsó de la secretaría general en octubre del año 2016. La organización de Soros fue la que planificó el regreso y la toma del poder. Y Sánchez, obediente discípulo, en cuanto ha podido, ha nombrado hasta un ministro para la agenda 2030, que es la del nuevo orden mundial: Fragmentar a la sociedad española, debilitarla, enfrentarla y eliminar el estado por una serie de gobiernos débiles dependientes de un organismo internacional…. Y en ello está.
Hay quien opina que personajes como Soros o Gates se han convertido en oportunos chivos expiatorios, en meros señuelos que absorben gran parte de las críticas sociales, críticas que, de otra forma, irían contra otros que, situados en la cúspide de la pirámide, son intocables. En realidad, Soros y Gates representan a una élite de superricos, como los Rockefeller, los Goldman, los Rothschild, y otros personajes dueños de la Reserva Federal de Estados Unidos, del Banco de Inglaterra, y de imperios cuyo poder económico no es conocido. No figuran en la lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo porque ellos están a otro nivel. Ya saben que de su famoso lema Libertad (para nada, la verdad de sus intereses, objetivos o miembros, no tienen libertad para manifestarlos), Fraternidad (su amor fraterno lo expresan entre ellos, sus hermanos, a lo que están obligados por la “cadena de unión) y lo de la Igualdad, da aún más risa puesto que está absolutamente jerarquizada en todos los aspectos, hasta en lo que deben conocer. De modo que Soros y Gates, aun siendo supermillonarios, su poder no alcanza el de aquéllos; están en un escalón inferior, dando la cara para que la super élite se mantenga impoluta en la sombra; es decir, se podría pensar que son los “tontos útiles”de los Altos Miembros de la Masonería.
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Pero volvamos a Sánchez. En realidad, su gran interés no estaba en la reunión de países en la Asamblea de la ONU, sino en reunirse con Bill Gates, no en vano, anda “trabajándose” un carguito bien remunerado para cuando tenga que abandonar la Moncloa y los españoles dejen de pagarle su espléndido sueldo y las no menos generosas gabelas (palacios, helicópteros Puma, avión Falcon, etc). Por cierto que el abuso en la utilización de este medio es tan escandaloso por el uso que hace para viajes que no tienen relación con la actividad del Ejecutivo, como mítines o campañas electorales, conciertos o bodas familiares.
Y en esa búsqueda de acomodo para un futuro que parece próximo, se ha mostrado generosísimo y ha donado a la Fundación Gates (pobres de solemnidad) 130 millones de euros al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis. No sabemos si habrá conseguido la promesa de un buen puesto, pero los españoles sí sabemos que, la irresponsable política de Sánchez lleva a que la deuda pública vuelva a subir en julio, que en el último año ha crecido un 5% que son 70.805 millones de euros más y llegamos al máximo histórico de endeudamiento: 1.486 billones, con B de burro.
Es la política de Pedro Sánchez, una política de dispendio manirroto y endeudamiento irresponsable -darle a la subasta de deuda- para pagar prebendas y subvenciones, en lugar de desarrollar el tejido productivo del país. Se le llenó la boca con lo del I+D, pero luego no da dinero para investigación y ahí tienen a los pacientes con enfermedades raras, molidos a impuestos sin recibir en compensación, una pequeña esperanza.
Una política irresponsable que pagarán nuestros nietos y que tendrá que arreglar, seguramente, el próximo Gobierno con recortes en el gasto público y alteraciones del orden porque estos mismos que han creado deuda tan monstruosa, lanzarán a la gente a la calle con huelgas y protestas.…
No sabemos si obtendrá su ansiado puesto. Deseamos que lo consiga y se vaya lejos a hacerse fotos y películas y no siga perjudicando a España, la malquerida de todos estos gobernantes infames.
[1] Carlos Westendorp, político, diplomático y jurista, fue ministro de Asuntos Exteriores de Felipe González
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