Los cimientos de la histórica capilla de la calle Laforja de Barcelona han vibrado al vivir un momento histórico, pues era la primera vez que la Virgen ha abandonado su hornacina en las alturas para descender a ras de suelo y salir en procesión por las calles de Barcelona. La capilla data de finales del siglo XVIII, pero ni los más viejos del lugar recuerdan un momento similar. El P. Carlos Barba, responsable de la capilla, quería este año festejar el día de la Merced a lo grande y pensó que la mejor manera era procesionar con la Virgen por las calles aledañas con una banda de música espectacular. Se trata de la banda de la Unión Seglar, con amplia experiencia en este tipo de procesiones, a pesar de la juventud de sus componentes.
Tras la Santa Misa tradicional cantada, solemnemente celebrada, se han abierto de par en par las puertas del templo y la Virgen, en una preciosa anda de flores esmaltada, ha atravesado el pórtico de la capilla al compás del ritmo marcial de la banda. La procesión fue impactante y digna de ver, emocionando a todos los participantes y a multitud de viandantes que contemplaban atónitos el paso de la Virgen y querían tocar su manto.
Un acto sencillo convertido en un precioso testimonio de la presencia maternal de María en las frías calles de Barcelona.
Les invito a conocer la apasionante historia de esta advocación.
Las Constituciones actuales de la Orden de la Merced proclaman: “Por su intervención en el principio y vida de la Orden que lleva su nombre, los mercedarios llamamos a María Madre de la Merced y la veneramos como inspiradora de su obra de redención”.
En la edad media, merced era sinónimo de misericordia, pero misericordia ejercitada con los más pobres, necesitados y marginados de la sociedad de entonces, que eran los cautivos cristianos. A la redención de estos cautivos se dedicaron Pedro Nolasco y sus seguidores, por lo que eran llamados “hombres de merced” y sus conventos, “casas de merced”; como los frailes atribuían su fundación a la Virgen María y porque le tenían especial devoción, “merced” termina siendo denominación y título de Ella: Virgen de la Merced o de la Misericordia.
Los frailes estaban persuadidos de que la Virgen María intervino en la fundación de la Orden, por eso en las Constituciones de 1272, las primeras de la Orden, oficializaron el nombre de María en el título, llamándola: Orden de la Virgen María de la Merced de la redención de los cautivos.
Cuando los mercedarios construyen su primera iglesia en 1249 la dedican a Santa María, cuya imagen empezó a ser conocida como Santa María de la Merced, y de allí se extenderá su culto a todas las iglesias donde se establezcan los mercedarios.
En la evangelización de América, ya desde 1493, segundo viaje de Colón, con los mercedarios iba siempre María de la Merced, cuyo culto se extendió en todo el continente, donde la devoción popular hasta modificó con nueva resonancia el sentido de su nombre llamándola Nuestra Señora de las Mercedes, es decir, repartidora de todos los dones que su Hijo Redentor ha depositado en sus manos.
Y porque el culto a María, en su advocación de la Merced, adquiere gran difusión, la Iglesia misma, en 1616 con Pío V, en 1684 y en 1696, extiende su culto a toda la cristiandad fijando su fiesta el 24 de setiembre.
La advocación de Santa María de la Merced quiere hacer presente en el misterio de la Iglesia la misericordia maternal de María para los que sufren cautiverio y se hallan en peligro de perder la fe; manifiesta un aspecto de la misericordia maternal de la Madre de Dios: el aspecto redentor. María es misericordia redentora que actualiza la obra de Cristo en favor de los cautivos y los pobres; es la expresión más intensa del amor redentor de Cristo, como evangelio de liberación.
La devoción a la Mare de Déu de la Mercè arranca prácticamente desde los orígenes mismos de la Orden que, no olvidemos, inicialmente estaba dedicada a Santa Eulalia aunque el talante mariano de la misma era constitutivo de su identidad y de su esencia más primitiva.
Ya en 1255 existía una Cofradía dedicada a la Virgen de la Merced y figuraba en la incipiente iglesia de los frailes mercedarios. En 1259 Pere Salat dejó un legado para que en la iglesia ardieran dos lámparas “una de día y otra de noche continuamente ante el altar de la Santa María allí constituido”’. A finales del siglo XIII ejerció su ministerio en ella Fray Bernart de Corbera, quien introdujo la costumbre de celebrar los sábados misa de la Virgen y el canto de la Salve.
El convento gozaba de gran predicamento en la ciudad, al ser costumbre que los cautivos liberados recorrieran algunas calles barcelonesas en procesión, llevando como exvotos las cadenas del cautiverio, y visitando a la Virgen de la Merced; en la misma iglesia publicaban un cartel con el nombre y procedencia de los rescatados. La fama del convento de la Merced se acrecentó a mediados del siglo XIV, con la tradición del prodigio de la conversión del pan en sangre coagulada en el “homo conventual” la noche de un 8 de diciembre. En 1361 se encargó a Pere de Moragues la elaboración de la imagen que hoy preside el altar de la Basílica, y el nuevo retablo de madera de aquel entonces (hoy desaparecido).
El Rabal deis Códols está situado en el barrio marítimo, por lo que es muy natural que los primeros devotos de la Mare de Déu de la Mercé fueran gentes del mar, y que entre ellos tuviese gran predicamento la devoción a Santa María de Cervelló, de ahí que la imagen de la santa siempre sostuviera un barco en una de sus manos. Durante el siglo XV la Virgen del Barrí de la Ribera se va a convenir en Virgen de la ciudad.
En esta transformación influyeron tanto los favores de la Santísima Virgen como las procesiones de los redimidos, la presencia en el templo del cuerpo incorrupto de Santa María de Cervelló, el “jus patronatus ” de los condes-reyes sobre nuestro convento, el carácter mercantil de la ciudad de Barcelona, y esa avalancha de liberados que en cada redención hacen homenaje al Mestre de la Merçé, y quedan un tiempo al cuidado del convento. Consellers, canónigos y los barceloneses todos acudirán a Ella en petición de ayuda y de acción de gracias.
La ciudad agradeció a la Mare de Deu de la Mercé su ayuda en las pestes de 1651 y en la sequía de 1680. Al acabar la plaga de la langosta de ese mismo año el Consell de Cent declaró, el 25 de septiembre de 1687, a María de la Merced Patrona de Barcelona, por: “haverse extinguí dita plaga, lo que se deu a la interpos icio y protecció de María santísima de la Mercè” y pidieron al papa la confirmación de este título.
El Consell de Cent fue magnánimo en la restauración de la sacristía en 1687, y en la colocación de los altares de San Pedro Nolasco y de San Pedro Pascual. A partir de este mismo año se comenzó a celebrar en la ciudad el 2 de agosto la fiesta conmemorativa del Descenso de la Virgen, con veneración de los “Consellers” incluida.
El 13 de febrero de 1692 el papa Inocencio XII confirmó el culto que, desde tiempo inmemorial, se venía tributando a Santa María de Cervelló. Tras los festejos se decidió construir una capilla especial para la santa, donde guardar sus reliquias, en una urna de plata que a tal fin regalaron los Consellers en 1693. Se bendijo la capilla de la santa el 12 de agosto de 1708. El mismo papa trasladó al 24 de septiembre la fiesta de la Merced, que hasta entonces se celebraba el domingo más próximo al 1 de agosto, y el 22 de febrero del mismo año 1696 hizo extensivo el oficio y misa de la Virgen de la Merced a toda la iglesia.
En 1711 la Orden obtuvo el poder cantar misa propia en vez de la votiva de los sábados. En 1789 la Orden de la Merced recibió el privilegio de poder celebrar misa solemne a las 12 horas de la noche precedente al 24 de septiembre. El 2 de agosto de 1794 se introdujo “et in descensione” en el prefacio propio de la misa de la Merced.
Desde mediados del siglo XVIII el convento sostenía una escuela gratuita para niños pobres y el Padre Joan Oliva fundó con ellos la Escolanía de la Mercé, gracias al legado testamentario de Josep Gloria. En el primer tercio del siglo XX era su director Lluis Millet i Pagés, fundador de L’Orfeó Catalá. La Escolanía desapareció en 1978.
En 1861 la Diócesis de Barcelona obtuvo el oficio y misa propios de la Virgen de la Merced. El 27 de febrero de 1868 fue declarada Patrona de Barcelona y de su Obispado. Se aprovechó la fiesta del dos de agosto para dar gracias por el favor especial que acababa de recibirse.
El 21 de octubre de 1888 la imagen de la Mare de Déu de la Mercé es coronada en la catedral por el obispo de Barcelona, Jaume Catalá, cumpliendo la aprobación del papa León XIII de 31 de mayo. Los oficiantes y el pueblo cantaron “Els goigs de la Mare de Déu de la Mercé”, que escribió Mossén Jacint Verdaguer para dicha ocasión, con música del maestro Josep Rodoreda: “Estel de Barcelona/ reina de la Mercé/ al poblé que us corona/ doneu-li amor i fe». Este mismo año León XIII eleva a rito doble para toda España el rezo de la Virgen de la Merced; y, desde 1904, todos aquellos que visiten la iglesia de la Merced el 24 de septiembre, pueden ganar jubileo.
El 24 de septiembre de 1918 Barcelona celebró con gran solemnidad el VII Centenario del Descenso de la Virgen y de la fundación de la Orden de la Merced. El obispo Reig i Casanova, en la Plaza de Catalunya, impuso el cetro a la Virgen. El papa Benedicto XV concedió a la iglesia de la Merced el título de Basílica menor, en conmemoración de lo cual se colocó, en una de las puertas del altar mayor, una estatua del obispo Reig arrodillado ante el pontífice, recibiendo el mencionado privilegio.
Al inicio de la Guerra Civil Española, las gestiones de la Sra. Teresa Coll Muñarch salvaron la imagen de la Mercé. Primeramente la sacó de la iglesia al ser quemada ésta en julio de 1936 y la llevó a Capitanía General y el 27 de septiembre de 1936 la entregó a la Junta de Salvació del Patrimoni, al depositarla en el Museu d‘Art de Catalunya.
La imagen de la Virgen volvió a su lugar el 24 de septiembre de 1939. Previamente fue restaurada por Feliciano Veciana, de Barcelona, pues presentaba un pequeño desperfecto en la frente, y le faltaban un brazo y las dos manos, hallados en 1936 casualmente entre el enorme montón de escombros de la basílica tras el incendio. La Sra. Teresa Coll Muñarch falleció el 31 de mayo de 2001; unos años antes la Hermandad de la Merced la admitió entre sus miembros como Hermana de la misma.
El cuerpo de Sta. María de Cervelló lo guardó escondido en su casa el Sr. Francesc Ráfols Fontanalls, quien lo entregó a la basílica al acabar la contienda.
Entre 1940 y 1976 la Basílica de la Mercè fue restaurada. Los escultores Miquel i Llucia Oslé realizan la gran imagen de que remata la cúpula; Joseph Obiols y Pau Maciá i Pons laboran en las pinturas al fresco y murales del interior; se restaura y entroniza la imagen de la Mare de la Mercè en 1959, para en 1963 colocarla sobre un magnífico trono de plata, que descansa sobre una piedra tallada de Montserrat.
Desde 1964 la sagrada imagen puede contemplarse sin los vestidos superpuestos que la cubrían. El baldaquino barroco de mármol del altar mayor pasó a la capilla de la Soledad y se restauró la fachada procedente de la antigua iglesia de Sant Miquel. En 1981 se urbanizó la Plaza de la Mercé al derribar la manzana de pisos que la ocupaba.
Y Hasta aquí este pequeño recorrido por la historia de la Mare de Déu de la Mercé en Barcelona. ¡Qué hermosas y consoladoras resuenan bajo sus bóvedas las solemnes estrofas de los ‘’Goigs de la Mare de Déu de la Mercé” de Mossén Jacint Verdaguer!:
Dels captius Mare i Patrona / puix del cel ens heu baixat: / Princesa de Barcelona, Protegiu vostra ciutat….
https://www.basilicadelamerce.es/
Por Javier Navascués
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