Yo que soy español y me siento español de los pies a la cabeza; de conciencia, obra y deseo, ahora como siempre solo puedo pensar en esta, en mi España. Es por eso que viniéndoseme a la cabeza unos cuantos versos de los cuales desconozco su autor y que tratan de ella, más concretamente de nuestra gran difamada Enseña Nacional, me dispongo a escribir sobre ello:
Salve bandera gloriosa, salve emblema de la patria, paraíso de los hombres, recogimiento de esperanzas. Tú tienes porque Dios te hizo en las calles y en las plazas, como un reo de flores que brota cuando tú pasas, por solio el pedestal del cielo y por apoyo el suelo de nuestras almas. Te traigo niño una bandera, fuego y trigo, roja y gualda, la rescaté de un piquete criminal que la quemaba. Ondearla es un delito, prenderla fuego una hazaña. La secuestran, la escupen, la desprecian, la desgarran. Hoy vengo niño a tu cuna, para poder decir ¡Viva España!
¿Y es verdad todo aquello que estos cantares dicen?
Tristemente y para la alegría de muchos, la realidad no dista demasiado frente a lo que estos versos proponen. ¿O acaso no solemos ver en la televisión muy a menudo como la queman, la maldicen o la escupen? Por no decir de aquellos pseudohumoristas/pseudopresentadores, que incluso les llegan a pagar diferentes cadenas de televisión a fin de que se suenen los mocos en ella, en nuestra Bandera Nacional, en nuestro honor como españoles.
¿Nos debe de importar tanto lo que se haga con un pedazo de tela?
Naturalmente, meterse con la bandera de nuestra Nación es meterse con el anciano que da de comer a las palomas en el parque de tu barrio, con la ama de casa que cuida del anciano y se desvive para llevar el pan a su casa, o con el niño que llora esperando a que su madre vuelva de trabajar. Puesto que la bandera son tus ancestros, son tus sueños, son tus esperanzas, y en definitiva, la bandera eres tú, porque tú eres España.
¿Qué podemos esperar en un futuro?
Sinceramente, no lo sé. Son tantas las cosas que en tan poco tiempo hemos llegado a ver de los que nos gobiernan, que no podría afirmar ni negar nada. De lo que sí estoy seguro es de que si no se remedian las afrentas sufridas a nuestra Enseña Nacional y a nosotros como sus hijos, estaremos abocados a perder nuestros valores, nuestras tradiciones y nuestra conciencia de nación, desapareciendo así como este gran pueblo que una vez fuimos. Siendo por tanto el desacralizar este y tantos otros símbolos de nuestro Estado, el principio del fin de nuestra civilización occidental, como pretende el Gobierno con la modificación de la Constitución.
La bandera de España por mucho que los aculturizados, los maricones o los masones se empeñen en verla de mil formas: que si roja, amarilla y morada, que si color arcoíris, que si roja con una o varias estrellas en el centro… Esta es solo una, la cual por colores esgrime dos gotas de sangre de los padres españoles y el oro del por venir de sus hijos, roja y gualda. Y cualquiera que niegue hoy o cuando sea este hecho no es español, y mucho menos hombre.
Juan José Fernández Doctor
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