En una entrevista con Raymond Arroyo para EWTN sobre la situación de la Iglesia y el sínodo actual, el cardenal Gerhard Müller, exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, criticó duramente al cardenal Mario Grech y sus tesis eclesiológicas.
El cardenal Gerhard Müller advierte que la Iglesia católica se enfrenta a «una toma hostil» por parte de personas que «piensan que la doctrina es como el programa de un partido político» que se puede cambiar mediante votos.
A una primera pregunta sobre la etapa diocesana, los informes que generó y los temas que surgieron -la comunidad LGBT, los divorciados vueltos a casar-, el cardenal respondió que «el objetivo de esta ideología es instrumentalizar a la Iglesia católica para promover sus propias ideas». Y agregó que «si bien todos son bienvenidos en la Iglesia, uno debe primero arrepentirse de sus pecados y cambiar de vida de acuerdo con los mandamientos de Dios».
La segunda pregunta se relaciona con las demandas de poder de las mujeres en la Iglesia, y en particular su ordenación. El cardenal responde que «el poder político no tiene cabida en la Iglesia» cuando no tiene nada que ver con el Evangelio y la doctrina católica. Sin mencionar que la cuestión de la ordenación de mujeres ya ha sido definitivamente resuelta.
A la tercera pregunta sobre el sistema que se está implementando detrás de este sínodo, la respuesta es bastante mordaz: «Esta ocupación de la Iglesia católica es una toma hostil de la Iglesia de Jesucristo. (…) En este sistema, piensan que la doctrina es solo como el programa de un partido político, que lo pueden cambiar según sus votos».
Una tercera pregunta está relacionada con el cardenal Mario Grech, quien cree que la atención a las parejas del mismo sexo y a los divorciados vueltos a casar debe ser una oportunidad para escuchar al Espíritu Santo hablar a través de ellos. El cardenal Müller ve en esto «la experiencia individual equiparada a la revelación objetiva de Dios». Y concluye sin rodeos: «¿cómo es posible que el cardenal Grech sea más inteligente que Jesucristo? ¿De dónde saca su autoridad para relativizar, para subvertir a Dios?»
Continúa acusando al proceso sinodal de convertirse en una toma de control de la Iglesia y afirma que «si tienen éxito, será el fin de la Iglesia católica». Y, añade, «debemos oponer resistencia como contra los herejes».
Hablando del Instrumentum laboris, que está siendo redactado por expertos -laicos, religiosas, sacerdotes y un arzobispo- comenta: «Sueñan con otra Iglesia que no tiene nada que ver con la fe católica (…) y quieren abusar de este proceso, para mover a la Iglesia católica, y no solo en otra dirección, sino hacia su destrucción».
¿Y el Papa?
A una pregunta directa sobre el Papa, el cardenal se limitó a recordar su papel en la Iglesia. Pero retomando la eclesiología del cardenal Grech, que vale la pena citar: «Una correcta recepción de la eclesiología conciliar activa procesos tan fecundos que abren escenarios que ni siquiera el concilio imaginó, en los que se manifiesta la acción del Espíritu que guía a la Iglesia».
El exprefecto de la Doctrina de la Fe se muestra todavía más enérgico: «Esto viene de la autoridad del cardenal Grech, de su propia revelación, para él. (…) Cualquiera que haya estudiado el primer semestre de sociología sabe esto: la Iglesia y las autoridades en la Iglesia no pueden cambiar la Revelación (…) para fundar una nueva Iglesia y luego justificar todo hablando del Espíritu Santo.
«El Espíritu Santo no es una forma de presbiterianismo, ni todos estos movimientos neumáticos fuera de la Iglesia católica. Es el Espíritu del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (…) Por lo tanto, no es un impulso para un proceso que finalmente nos lleva contra la Revelación. Me sorprende que el cardenal Grech se presente como una superautoridad. (…)
«Y me preocupa la forma en que presenta una nueva hermenéutica de la fe católica, simplemente porque es el secretario del sínodo, que no tiene autoridad alguna sobre la doctrina de la Iglesia; y todos estos sínodos de obispos y el proceso no tienen autoridad, ninguna autoridad magisterial».
Finalmente, a una pregunta sobre si el sínodo es una preparación para un Vaticano III, un concilio «pop-cultural», la respuesta es inequívoca: «Sí, ciertamente. Esto da la impresión de que es realmente posible que la Iglesia pueda cambiar (…) y que el Espíritu Santo no es más que una función para los organizadores del sínodo. Es una forma de socavar la fe católica y la Iglesia católica».
Fuente: InfoCatolica/NCRegister
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