Polonia está haciendo frente, una vez más, a unos matones que se creen que esa Nación es capaz de renunciar a su Libertad por un chantaje.
Un polaco soportando estoicamente una cascada de improperios
Una de las imágenes más representativas de esta semana tiene nombre y apellido: Mateusz Morawiecki. El primer ministro de Polonia soportó estoicamente, y sin bajar la mirada, los improperios de la izquierda y del Partido Popular, en una vergonzosa sesión del Parlamento Europeo que tenía como fin humillar a Polonia y hacer que se doblegue a los intentos de imponer la agenda ideológica de la izquierda por encima de la soberanía nacional de los países miembros. El pueblo polaco rechazó esa agenda ideológica en las urnas, y ahora Bruselas intenta imponérsela mediante el chantaje, amenazando con retirar los fondos comunitarios si no se someten a las imposiciones antidemocráticas de la UE.
«Rechazo el lenguaje de la intimidación, las amenazas y las extorsiones»
Tal vez la alemana Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pensó que las amenazas e improperios habrían hecho mella en aquel polaco tímido y tranquilo, cuyo talante dista tanto del que uno espera de un político. No fue así. Mateusz Morawiecki hizo un discurso tranquilo, analítico y a la vez firme (se puede leer aquí en español). Cito de él los dos párrafos que mejor plasman el carácter de Polonia y de su primer ministro, y su respuesta a las amenazas y al chantaje de Bruselas:
«Rechazo el lenguaje de la intimidación, las amenazas y las extorsiones. No estoy de acuerdo con que los políticos chantajeen y asusten a Polonia. Que el chantaje se convierta en un método de hacer política hacia cualquier Estado miembro. Eso no es lo que hacen las democracias.
Somos un país orgulloso. Polonia es uno de los países con la historia más larga como estado y desarrollo de la democracia. En el siglo XX, luchamos tres veces por la libertad de Europa y del mundo a costa de un gran número de víctimas. En 1920, salvando Berlín y París del ataque bolchevique; luego en 1939, siendo los primeros en ir a una lucha cruenta con Alemania, con el Tercer Reich, que tuvo un impacto en el destino de la guerra; finalmente, en 1980, cuando «Solidaridad» dio esperanzas para el derrocamiento de otro totalitarismo: el cruel sistema comunista«.
Dejó en ridículo a los políticos que intentaban lincharle
En su discurso, Morawiecki citó sentencias judiciales que priman el Derecho nacional sobre el comunitario. Y añadió: «Veo emociones en sus rostros. Entiendo que no estén de acuerdo con esto, al menos una parte de esta Sala. Pero no entiendo por qué. Porque dichas citas provienen de las sentencias del Consejo Constitucional francés, el Tribunal Supremo danés, el Tribunal Constitucional Federal de Alemania. He prescindido de las citas del tribunal italiano y español».
Aquella fabulosa réplica debería haber avergonzado a los que acosan a Polonia, porque dejaba en evidencia que estaban aplicando un doble rasero muy evidente (ya comenté aquí que otros nueve países europeos han dictado sentencias en ese sentido, y el que más Alemania: 19 veces). Sin embargo, el chantaje continuó este jueves. Quienes atacan a Polonia lo hacen creyendo que tener el poder les da la razón aunque no la tengan, y que Polonia y su gobierno cederán a las presiones y al chantaje. Tal vez no saben con qué clase de pueblo y con qué clase de gobernante están tratando.
Su padre fue una destacada figura de la resistencia anticomunista
Anoche, en el canal español El Toro TV, la periodista polaca Małgorzata Wołczyk contó una vivencia del primer ministro polaco que creo que puede dar una idea de su carácter. Mateusz Morawiecki es hijo de Kornel Morawiecki, una figura destacada de la resistencia polaca contra el comunismo. Kornel era el fundador y líder de Solidarność Walcząca (SW, Solidaridad Lucha), una organización anticomunista clandestina creada en 1982 tras la ilegalización del sindicato católico Solidarność durante la época de la Ley Marcial (1981-1983). SW se convirtió en una importante organización que llegó a apoyar a la resistencia anticomunista en Lituania, Checoslovaquia, Hungría, Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Georgia.
Con 15 años los comunistas le dieron una brutal paliza y le hicieron cavar su propia tumba
La policía secreta de la dictadura comunista intentó chantajear a Kornel varias veces, atacando a su familia. Mateusz, nacido en 1968, era muy joven entonces, pero empezó pronto colaborando en la actividad de SW, pegando carteles, haciendo pintadas e imprimiendo pasquines. En enero de 2018, Anna Dąbrowska publicó un artículo en Polityka.pl en el que relató lo que le ocurrió a Mateusz en 1983:
«A los 15 años fue a la catedral a la misa de su tierra natal. Después de irse, la policía le preguntó cómo se llamaba y cuando escucharon «Morawiecki», lo metieron en un coche policial. A instancias de su hermana, describió este incidente en el «Boletín Dolnośląski». Llegamos a este relato, aquí está su fragmento: «Dos me sujetaban de las manos y de los pies, y uno me golpeaba con un garrote. Tres veces en el culo y en los muslos, alternativamente, hasta que cada uno de los tres me peleó. (…) Me ordenaron levantarme. Me levanté. De repente, el más joven me golpeó con un puño en la cara, el otro en el estómago … y me caí. Me dieron dos patadas en la espalda y, riendo, ordenaron «baczność» [orden de posición de firmes del Ejército Polaco]. No tuve la fuerza para hacerlo. Dijeron que me enseñarían lo que significaba una orden. Me pusieron de pie y el más joven me volvió a dar puñetazos en la nariz, voló sangre, luego en mi boca, me rompió el labio. ¡El bastardo era fuerte! Finalmente, me echaron de allí y se despidieron con maldiciones»».
Anna Dąbrowska explica que Mateusz firmó aquel relato con el seudónimo de «Dziki» (Salvaje), como solían llamarle sus hermanas mayores, ya que de niño era un poco traste (quién lo diría hoy viendo lo formal y tranquilo que parece). Dąbrowska añadió: «Posteriormente lo arrestaron y golpearon unas cuantas veces más, lo hicieron cavar una fosa para sí mismo en el bosque y amenazó con violar a su hermana menor». Un activista de la oposición anticomunista, Wojciech Myślecki, declaró en 2017 que la policía de la dictadura comunista amenazó con matar a Mateusz si no revelaba dónde se escondía su padre: «Incluso le ordenaron que cavara su propia tumba«. Anna, hermana de Mateusz, recuerda: «Entonces fue muy golpeado, regresó a casa todo magullado y sus huellas se quedaron con él durante mucho tiempo«.
Otros se habrían rendido entonces: Mateusz no se rindió
Cualquier otro, con sólo 15 años, se habría dejado dominar por el miedo y se habría rendido ante las amenazas. Pero, demostrando la misma valentía que su padre, Mateusz no se rindió: continuó colaborando con SW, y además siendo el mejor candidato de 1987 en la Universidad de Breslavia, obteniendo 94 puntos sobre 100. Se graduó en Historia en 1992, ya tras la caída del comunismo.
Me pregunto si el pasado martes, cuando Mateusz soportaba estoicamente aquella lluvia de improperios en el Parlamento Europeo -algunos lanzados por eurodiputados comunistas-, quienes le atacaban sabían que estaban intentando amedrentar a un hombre de 53 años que a los 15 soportó una brutal paliza de los comunistas, al que le hicieron cavar su propia tumba con la intención de amedrentarle, al que amenazaron con violar a su hermana menor y que vivió parte su infancia con su padre perseguido y escondido, pero que nunca se rindió y continuó luchando. La izquierda europea y sus cómplices del Partido Popular se han topado con un hueso duro de roer.
Intentan atemorizar a los polacos con una Blitzkrieg de burócratas
También el pueblo polaco es un hueso duro de roer. En la Batalla de Wizna, en 1939, 700 soldados polacos lograron frenar durante tres días un ataque de 42.000 alemanes, en un episodio que hoy es recordado como las Termópilas polacas. Así mismo, Polonia fue uno de los pocos países ocupados por los nazis que no se rindió y continuó luchando. La resistencia polaca se formó ya en 1939, y soldados polacos lucharon en Noruega, Francia, defendiendo los cielos del Reino Unido, en el Norte de África, en Italia, Bélgica, Países Bajos… siendo Polonia uno de los países que más combatientes aportó al bando Aliado y el que mayor porcentaje de muertes soportó de todos los países implicados en la Segunda Guerra Mundial. Ahora otros intentan atemorizar a ese pueblo noble y valiente con una Blitzkrieg de burócratas. Qué poco conocen a los polacos.
Este artículo fue publicado originalmente en https://www.outono.net/
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