Y es que llamarlo «contaminación» supondría tener que hablar de sus responsables directos, con nombres y apellidos, los cuales son exactamente los mismos que persiguen -al albur del New Green Deal- el enriquecimiento ilícito vía cuotas de carbono, energías renovables o coches eléctricos; todo lo contrario que el «cambio climático», cuyos responsables parece ser que somos todos en general…
Por lo demás, a poco que se examine muchos de los mantras emanados del «discurso oficial» acerca del cambio climático de origen antropogénico están preñados de falacias.
Por poner un ejemplo, ¿en qué puede ayudar al medio ambiente lo de comer menos carne cuando lo cierto es que nos alimentamos cada vez más con proteínas vegetales provinientes de monocultivos intensivos cuyos principales beneficiarios son las grandes multinacionales propietarias de la inmensa mayoría de semillas modificadas genéticamente amén de pesticidas?
¿Acaso Interesa que nos alimentemos mayoritariamente de proteínas vegetales porque el Gran Capital tiene patentadas las variedades de semillas más productivas y los animales se pueden criar sin más trabas que las leyes que obligan a criarlos en condiciones industriales?
Más preguntas: ¿En qué ayuda al equilibrio ecológico que acallemos nuestras recién estrenadas conciencias antiespecistas consumiendo ‘Mc Vegan’ o ‘Whiskas’ para las innumerables mascotas que hoy pululan por nuestras urbes?
¿Si nos están diciendo que una pila del tamaño de un botón contamina hasta 600.000 litros de agua, qué piensan hacer con las millones de pilas del tamaño de un sofá que se desecharán en los próximos años cuando nos obliguen a utilizar únicamente coches eléctricos?
¿Por qué tenemos tanta información sobre la «salud» del Ártico o de la Amazonía y tan poca sobre la de los ecosistemas que nos rodean (véase ríos y acuíferos), los estragos causados por los transvases y sondeos, la gestión de las Confederaciones Hidrográficas, el mantenimiento de montes y bosques, la diversidad genética de nuestra flora, el equlibrio químico y biológico de nuestros suelos, o la eficacia en la gestión de basuras, contaminantes y aguas residuales por parte de ayuntamientos e industrias?
Esta muy sencillita: ¿Dónde hay más biodiversidad, en una dehesa o en unos invernaderos?
Demasiadas preguntas, demasiadas incoherencias, demasiadas falsedades.
Ricardo Herreras
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